Creeme, dejarte ir fue una de las cosas más difíciles que hice. ¿Cómo se puede dejar ir a la persona que amas con total locura y pasión? En realidad, no quería dejarte ir. Pero me obligue y me auto convencí de que dejarte marchar era una decisión de amor propio enorme. Porque tenerte me causaba demasiado dolor, hacerte mío era tan lamentable, intentar que me pertenezcas era agotador y humillante, apropiarme de ti era inmoral y nada ético. Pero quería que fueras solo mío, pero tú eras un alma libre, no querías estar conmigo pero tampoco sin mi. Me querías cuando estabas solo, aburrido, triste y enojado con la vida, pero cuando eras feliz, cuando estabas alegre y sonreías mi presencia era una total molestia. Disfrutabas de mi compañía únicamente cuando no tenías a nadie más, cuando no tenías nada, cuando estabas vacío y melancólico. Pero si estabas bien, me querías lejos porque no era importante. Me obligue a permanecer esos periodos en donde me rechazabas con la ilusión de que cambiarías, que mejorarías, que me amarías, claramente me equivoque. Tu querías tenerlo todo pero no conmigo, tu querías el mundo pero no que estuviera en ese mundo, tú querías el universo pero no que formará parte de él. Pero cuando no tenías nada, yo era tu mundo, tu universo y tu todo. Esa actitud egoísta y egocéntrica me quemaba, me ardía, me rasgaba la piel y me quebraba los huesos. Sin embargo me quedé a tu lado a pesar de que tu no me quieras cerca tuyo, bueno si querías mi cuerpo sobre el tuyo pero solo en circunstancias específicas y en determinados espacios y tiempo. La verdad, intenté de todo para que me amaras todos los días y a cada instante, pero solo me querías cuando tú querías. Solo me amabas cuando me necesitabas. El resto del tiempo solo era un fantasma que estorbaba. Dejarte ir, fue lo mejor que pude hacer por mi. Dejarte marchar, huir. Y huiste, porque te estaba reteniendo, te estaba atrasando, te estaba imposibilitando y prohibiendo ser libre. Así que te alejaste de mi a penas rompí las cadenas.
