Capítulo 84

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Deneb Kepler

No quería que se largara, pero fueron dos las razones que me impidieron decírselo. Primero, sabía que ella necesitaba acomodar su vida, solucionar sus problemas y volver a sentir esa estabilidad que tanto deseaba. El primer amor me había cegado a tal punto que a veces creía que tenerla a mi lado era indispensable para que yo pudiera respirar, como una necesidad básica, pero en el fondo sabía que no era de esa forma, que la única persona que uno necesita para respirar es a uno mismo, y Hazel, después de reprimirse por tanto tiempo, necesitaba encontrarse a sí misma y comenzar a amar quien realmente era. La segunda razón era simple, algo dentro de mí me aseguraba que su ida no era el fin de nosotros y que la distancia no iba a jugar en nuestra contra.

Lo supe cuando recibí una videollamada, tal como me lo había prometido.

—¿Qué tal el viaje?

—Estuvo tranquilo a pesar del clima —respondió—. ¿Y por allá?

—Pues igual que hace 10 horas, solo que un poco más solitario. Tu presencia hace falta, Hazel.

—Deneb... —murmuró, ladeando su cabeza—. No digas eso, me pone triste.

—Solo lo digo para que sepas que puedes venir cuando quieras, la invitación está abierta.

—Gracias...

— ¿Estás en el departamento? —pregunté, al no reconocer el fondo que la acompañaba. Hazel asintió—. ¿Y él?

—No está —respondió en un tono bajo—. Cuando llegué y no lo vi, lo llamé, pero no me contestó. Después de un rato me escribió un mensaje diciendo que estaba en un viaje de trabajo. Vuelve el otro año.

—¿Viaje de trabajo en estas fechas? —cuestioné.

No quería meterme en sus problemas con Philip, pero no podía evitarlo por más que me esforzaba en cerrar la boca. Sabía que Hazel conocía a Philip más que nadie, sus actitudes de mierda y comentarios inapropiados, de igual modo, sentía que ella no reaccionaba como debía.

—No pretendo calentarme la cabeza pensado en dónde o con quién puede estar. Además, tampoco tengo derecho a enojarme. No después de que nos... besamos.

La vi avergonzada por esas palabras y un tanto incómoda. Yo no me sentía mal por Philip, ni un poco, pero sí me sentía mal por ese sentimiento de culpa que cargaba Hazel.

—¿Qué harás? —le pregunté, necesitaba escucharla.

—Ahora voy a ir donde mis padres.

—Me refiero a la vida, Hazel.

Respiró profundo antes de contestar. No la quería presionar, pero a veces sentía que necesitaba un pequeño empujón para tomar decisiones, para plantearse las cosas. Y yo, aunque fuera a la distancia la iba a ayudar, me daba igual correr el riesgo que sus decisiones no fueran a mi favor.

—Voy a comenzar a buscar trabajo de tiempo completo y un departamento. Quiero tener todo listo, para que cuando él regrese pueda marcharme tranquila.

Yo asentí un poco más calmado. Quería que cerrara el ciclo con Philip, pero no porque de esa forma ella y yo podíamos estar juntos, entendía que Hazel necesitaba un tiempo en soledad, sin sentir la responsabilidad de corresponder a otro amor. Quería que lo cerrara porque odiaba ver cómo él podía consumir el brillo de sus ojos.

—¿Y tú?, ¿qué piensas hacer ahora que yo no estoy allá?

—Me ha tocado preparar la cena esta noche, y aún no sé muy bien lo que haré.

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