One-shot

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El examen sorpresa de álgebra había sido, bueno, una sorpresa, aunque no fue nada a lo que William James Moriarty no pudiera enfrentarse. Para sorpresa de probablemente nadie, fue el primero en terminar y levantarse a entregar la prueba mientras el resto de sus compañeros de clase sufrían para intentar resolver los problemas, le maldecían con la mirada, hacían un esfuerzo sobrehumano para contener las lágrimas de frustración, o todo lo anterior a la vez. William les tenía un poco de lástima, pero era lo que conseguían por no llevar la asignatura al día, habrían resuelto los ejercicios con su misma soltura si dedicasen el mismo tiempo de estudio que él.

El punto positivo del examen sorpresa era, no obstante, que podría llegar a tiempo a una tutoría con el profesor de física. Sus horas de tutoría siempre coincidían con horas de clase y se negaba a recibir a alumnos en otro momento, así que William no había tenido la oportunidad de plantearle en privado una duda que le había surgido mientras repasaba los apuntes de la última lección. Miró el reloj en el móvil, faltaba una media hora hasta que finalizasen las horas de tutoría. El despacho del profesor estaba en este mismo edificio, pero lo mejor sería que se diera un poco de prisa de cualquier manera, no sabía cuándo se le volvería a presentar una oportunidad como esta.

Sin embargo, hubo algo –o, más bien, alguien– que le hizo detenerse en seco tras unos pocos pasos. Justo en frente del aula de la que acababa de salir, colgando un cártel en el corcho donde alumnos anunciaban clases particulares u ofrecían habitaciones para alquilar y, de vez en cuando, profesores al borde de la jubilación ponían anuncios y notas, había una persona. Hombros anchos, pero no demasiado, pelo oscuro recogido en una coleta, un anillo de calavera y un tatuaje en su antebrazo izquierdo –aunque desde su actual posición no identificaba qué clase de tatuaje era. Decidió acercarse y saciar su curiosidad. Solo sería un momento, pronto estaría de camino al despacho del profesor.

Al acercarse, se dio cuenta de que el cartel era un anuncio para ofertar los servicios de un.... detective privado. ¿Trabajaba para un detective privado para pagarse la carrera? No, no parecía posible, había varios detalles en él que lo delataban como hijo de clase alta, dudaba que necesitase el dinero. Su apariencia general era descuidada pero era evidente que pertenecía a una familia acomodada, pues había marcas en sus dedos que le hacían sospechar que tocaba el violín y, por si fuera poco, desprendía olor a tabaco, pero no ese olor desagradable de los cigarrillos baratos, sino el de una marca cara –sabía reconocer ese aroma cuando se lo encontraba, él mismo caía en el vicio en ocasiones si el estrés era muy difícil de aguantar sin ayuda. En ese caso, había que sospechar que él era el detective privado en cuestión.

Había algo más escrito, un número de teléfono y un nombre, Sherlock... ¿Sería ese su nombre? Era un nombre ridículo, parecía sacado de una novela de misterio mediocre del siglo XIX. A lo mejor esa había sido su motivación para hacerse detective privado.

-¿Vas a observarme durante mucho más tiempo, señor matemático? -inquirió el hombre, dándose la vuelta.

Oh, el tatuaje se trataba una calavera que también era un vaso de precipitados. Interesante, debía estar estudiando algo relacionado con la química pero no la carrera de química per se, porque William sabía que tenían clase en estos mismos momentos, aunque este extrañamente atractivo sujeto no tenía pinta de ser de los que acudían a clase de forma diligente y constante. Más bien, parecía ser de los que se saltaban las clases para irse a fumar con los alumnos de filosofía –no tenía nada en contra de los estudiantes de filosofía, pero Albert siempre se quejaba de que su departamento en la facultad de humanidades olía a porro.

-¿Puedo saber qué te hace pensar que me dedico a las matemáticas? -preguntó William, decidido a seguirle el juego para ver a dónde le llevaba.

El hombre se encogió de hombros y esbozó una sonrisa que destilaba confianza y seguridad en sí mismo.

La dama y el detective [Sherliam || Yuukoku no Moriarty]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora