Memorias

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El me amaba en tanto fundía su cuerpo con el mío. Su lengua jugaba por todas partes y la introducía en mis orificios mientras estaba abierta frente a él recibiendolo una y otra vez, mis piernas temblaban del gozo del instante cuando fui suya.
Sentir su respiración agitada mientras jadeaba sobre mi cuello, me tenía en cuatro halaba mi cabello con fuerza y no se detenía.
Yo no quería parar, estábamos mojados y cansados riendo, me mordió, golpeó mi trasero tantas veces que me gustó.
Perdí mi virginidad de la manera que no esperé ya que la idealizaba diferente más tierna y calmada; nos gustó tanto que hacer el amor se volvió un hábito, que cada vez que iba a su casa me encerraba en su habitación era difícil para mí detener mis impulsos de gritar por el placer que generaba o de dejar de moverme para que nadie escuchara afuera. Ame el sexo desde el primer día.

Recordar como cada fibra de mi ser se contorneaba ante los toques de sus dedos, sus manos y sus besos que muchas veces yo iniciaba todo para estar con él a pesar de tener que ocultarnos en un cuartucho para que nadie nos viera o nos escuchara. Ese lugar, ese pequeño cuarto fue el testigo de nuestros días y tardes de amor; yo quería que el tiempo pasara lento y seguir haciéndolo con él, provoque tanto desgaste en él que siempre tenía que usar retardantes para estar conmigo. Lo ame mientras era mío, lo amé cuando me dejó, lo amé cuando volvió.

El sexo paso de nuestras vidas por cansancio, trabajo y estudio que se volvió un hábito, estar juntos sin tener una emoción o un sentimiento real. Él solo quería acabar sobre mi como una vieja costumbre como si eso fuera realmente importante; se acabaron los juegos previos, se acabaron las ganas de estar juntos en la cama y era una excusa para alejarnos sin preguntar realmente las razones por las que aún decidimos permanecer unidos.

Voy a ser sincera, coger se volvió un problema y yo me convertí en su verdugo.

Vamos a recordar juntos, donde empezó el problema y que pasó aquel año.

Ya llevábamos 3 años juntos y el cambió su taller por convertirse en policía recuerdo haberle dicho que no lo hiciera, pero el pensó en nuestro futuro y como nos iba a beneficiar cuando nos casaramos, después de todo ese siempre fue el plan inicial. Lo extrañaba demasiado mientras hacía el curso en la escuela de formación de policías, nunca faltó una carta de él diciendo que me amaba y me extrañaba, pero mi corazón se estremeció cuando una de ellas decía;

- mi reina, yo no te voy a obligar a estar conmigo y tampoco a que me esperes.

Al leer esas líneas solo sentí que el final se acercaba.
Las palabras de mi profesor de inglés sonaban como eco en mi cabeza;
-hazme caso y déjalo, antes de que te engañe o te deje por otra.

Ahora que lo pienso, si fueron palabras sabias; hagan caso a los adultos, ellos siempre saben.

Yo lo amaba ese fue el problema desde el inicio, yo anhelaba su regreso para tenerlo conmigo; aunque también lo quería montar una y otra vez, besarlo, acariciarlo y ser tocada. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve con él.

Lo diré una vez y si, yo no fui perfecta, yo era mala. Lo mordía, lo golpeaba en sus brazos y exigía que me cogiera cuando yo quería.
Lo admito el deseo, pasión y amor fueron tres emociones que jamás nos faltaron.

Ese año todo cambió en nuestras vidas, él con un trabajo nuevo sin tiempo para mí y yo que estaba apunto de graduarme del colegio y con la tonta idea de que nos casariamos, después de todo ya estábamos juntos tantos años que era probable un matrimonio. 
Sin embargo, mientras más se acercaba mi cumpleaños, el se distanciada más.

Tiempo de calidad no existía, creo que el amor ya se acabó. Después de todo, él solo iba a pasar por mi vida sin siquiera tener la intención de quedarse.

UNO SIEMPRE VUELVE DONDE FUE FELIZ O LO QUE SEAWhere stories live. Discover now