Pero Los Recuerdos Nos Atormentan

43 9 3
                                    

<Advertencia: Algunas escenas sucedidas durante una secuencia de pesadilla pueden ser demasiado violentas, aunque sinceramente con las cosas que salen hoy en dia no lo veo como un problema muy serio, aun asi, se recomienda discresion en la parte final.>




A pesar del miedo que me invadía por el simple hecho de estar a la merced de aquel que tanto me odia, sabía que no podía hacer nada, no estaba en condiciones, menos iba a saber yo que hacer en esta situación, sinceramente y por una parte me gustaría poder relajarme y tener una vida tranquila, ya que si esto sigue no creo que dure mucho… pero todos esos pensamientos fueron interrumpidos cuando de pronto mientras me llevaba, sentí que salimos de aquel lugar que nos protegía del exterior, sentí un frio viento en mi pelaje, mientras nos seguíamos moviendo, aparentemente aquel Malamar me estaba llevando lejos, tal vez mi aventura termine antes de empezar, pero no sería así.

-A donde lo llevas?- Pregunto la voz que siempre parecía interesada en mí, aquel que me trajo a este lugar en primera instancia, y por alguna razón parecía ser la cosa con más importancia para él, sin embargo en esta ocasión sonaba algo cansado y como si algo tapara su boca.

-Ah, bueno, resulto ser todo un malcriado, no dejo dormir a nadie ahí adentro, planeo dejarlo una noche fuera como castigo, supongo que no tienes ningún problema, después de todo él se lo gano- Respondió el Malamar que me llevaba.

-Claro que no estoy de acuerdo, es solo un bebe, nació hace casi nada, ese tipo de castigos no son para su edad- A pesar de estar de acuerdo con aquel que siempre aboga por mí, me pregunto, desde que edad se supone que ese tipo de castigos son aceptables?

-Oh vamos, lo lamento, pero los demás ya llevan ese castigo, así que también le tocara a él, así es como se hace y siempre se hará- El Malamar dijo eso con cierta malicia y rencor, como yo lo veía, la discusión se veía reñida, pero no podía hacer nada, sin embargo, escuché y sentí como algo se movió a alta velocidad hacia el Malamar que me llevaba y este se sobresaltó.

-Sabes que es una excepción, y debes tratarlo como tal, es mucho más menor que todos los demás, si tienes algún problema podemos resolverlo aquí mismo y nos dejamos de estupideces- Fue entonces cuando el Malamar pareció darse la vuelta para regresar por donde vino mientras me cargaba.

-Bien, puedes protegerlo todo lo que quieras ahora, pero tarde o temprano te va a costar, y a él también, ya lo veras- Y con eso dicho el Malamar volvió por donde vino y me dejo en mi cama para luego retirarse.

Después de eso sinceramente sentí que los días pasaban sin forma de contarse, o por lo menos no sucedía algo lo suficientemente especial como para recordar, siempre era lo mismo, despertarse, escuchar a mis compañeros llorar y gritar, recibir mi alimento, sentir como pasan las horas, que entre alguna que otra vez alguien aparte de nuestra cuidadora, dormir, y en la noche las infaltables pesadillas, después de la última vez decidí dejar que solo haga lo mismo y que la primera vez y no combatir contra ello, la verdad una vida muy aburrida… por lo menos hasta que una noche antes de dormir paso cierta cosa curiosa.

La cama donde solía dormir estaba situada cerca de una de las paredes, sin embargo, parecían no ser cien por ciento sólidas, ya que el sonido se escuchaba atreves de ellas, si bien era muy raro que se llegase a hacer ruido desde afuera si ocurría, y esta fue probablemente la ocasión en la que más me valió estar en ese puesto.

-Ya todos caminan, ya todos miran, están listos para abandonar sus comodidades, comprenden la mayoría de las cosas que se les dice, por lo tanto, ya están preparados- Para ese punto la voz de aquel Malamar ya se me hacía cosa de todos los días, sin embargo, lo que decía me ponía nervioso… más que nada porque no sabía a qué se refería.

-Pero… eh, el más pequeño aun no abre los ojos y no me consta que pueda caminar o…- Si bien nuestra cuidadora me subestimaba probablemente, es cierto que aún no había abierto los ojos, no sé si pueda caminar, pero no creo que importe, con tan solo escuchar como es burdamente interrumpida ya sabía que pasaba algo de lo que no podría salvarme.

-Eso es su problema, jamás le hemos dado trato especial a nadie y no empezaremos ahora, tú sabes que debe ser fuerte si quiere seguir aquí, así que, si no aguanta, simplemente no es apto- Después de decir eso la cuidadora no respondió nada dejando un largo silencio hasta que el Malamar decidió volver a hablar -Mañana en la mañana los quiero fuera de aquí, y lo haces como siempre ha sido, gracias de antemano- Y dicho eso, como es típico de él, aquel Malamar se retiró, y nuestra cuidadora entro para hacernos dormir.

Aunque yo esa noche no pude dormir, claro que me hacia al que lo estaba, pero no podía conciliar el sueño, sabía que mañana pasaría algo, algo que podría matarme, sinceramente no sabía si podría lograr lo que deba hacer, no creo que pueda sobrevivir a eso… y así seguí, por varias horas hasta que al final si dormí… pero sabia que como cada día, hoy tocaría una pesadilla.


-------+---------


-Oh si, ya tocaba, o es que no querías verme?- Si bien odio con toda mi alma odio a este sujeto, hoy no es mi mayor problema.

-Nunca me gusta verte, y lo sabes mejor que nadie- Le respondí con bastante enfado.

-Oh si, ya sé lo que te aqueja, no te preocupes, te entiendo, jeje, claro que no, pero déjame mostrarte un buen escenario…- dicho eso todo a mi alrededor se puso blanco durante unos segundos y cerré los ojos.

-Q-que hiciste?- Abrí los ojos, me sentía muy confundido, mire a mi alrededor y me encontraba a las afueras de… de mi casa… de cuando era humano… sin embargo, en cuanto empecé a moverme me sentí extraño, me di cuenta de que no estaba en mi habitual forma de humano como me recordaba que tenía en mis sueños, era un zorua, justo en lo que había reencarnado, sabia que todo esto era obra de la pesadilla… pero como siempre, era extremadamente real, y todo se veía justo como lo recordaba. Mire los alrededores algo consternado, y note que la puerta de adelante estaba levemente abierta, si no fuera por eso probablemente no podría entrar debido a lo que soy, pero sin pensarlo dos veces decidí entrar a mi casa -M-mamá? P-papá? Están aquí? O esta alguien al menos?- Silencio… puro y frio silencio. Ante aquella respuesta me puse a mirar el interior, mire las alegres fotos con mis padres, aquellos momentos felices volvían como hermosos recuerdos a mi mente, antes de morir… antes de que si quiera mi madre este mal… antes de todo el dolor. Pero de repente la luz que iluminaba el interior se apago y escuche su voz…

-Así que volviste, para que?- Era mi padre, no podía verlo pero su voz no sonaba del todo bien.

-Padre! Estoy en casa, vine para saber si mi madre salió bien, si mi sacrificio al menos sirvió para algo- La luz volvió, pero era de color rojo, y vi a mi padre, su cabello desordenado, su ropa rasgada y rota como jamás la había visto, se acercaba a mi tambaleándose mientras respiraba de forma muy pesada y me miraba directo a los ojos con una profunda decepción y un rencor incomparable.

-Oh, hijo? Que eres? Un zorrillo? Así no puedes ir… así no puedes ir, debes cambiarte, debes verte bien- Su voz sonaba rota, y no parecía querer responder mi pregunta.

-A dónde? A dónde vamos a ir padre?- Respondí mientras retrocedía un poco, ya que la forma en la que se acercaba a mi y su estado deplorable me asustaban y ya estaba a pocos pasos de mí.

-P-perdón, ya es tarde, ya debemos irnos, ya es hora, no importa que seas un... lo que sea, hay que ir, ya es hora, ya deberíamos estar ahí, jeje- esa ultima risa me dejo aun mas preocupado, ya no podía retroceder más, y entonces el me miro a los ojos y hablo -Eras tan lindo, tan tierno, jamás me causaste problemas, jeje, es chistoso… pero ahora, ahora, jeje, AHORA, jejeje, NO ERES NADA- después de gritarme eso me pateo con mucha fuerza, la suficiente como para mandarme volando a chocar contra la otra pared de la casa dejándome tirado en el suelo sin fuerzas para levantarme, solo mire los alrededores y pude apreciar como en todas las fotos familiares ahora mi cara estaba rallada por encima con unas ¨X¨ grandes y rojas, casi como si fuera sangre  -ERES SOLO LA ESTUPIDA SOMBRA DE MI HIJO! ERES UN SIN VERGÜENZA Y ESTUPIDO MENTIROSO!!- levanto con su mano derecha un cuchillo y se acerco a mi de nuevo, yo estaba muy aterrorizado y no fui capaz de moverme, apenas de hablar.

-SOY YO! SE QUE SOY YO! NO ESTOY MIENTIENDO SOY TU HIJO- intente hacerlo entrar en razón, pero en cuanto llego a mi me levanto y me puso contra la pared a la altura de su cara.

-CLARO QUE NO! TU ESTAS MUERTO! Pero… pero si eres como el, no? Jeje, si te pareces, jeje… PERO NO ERES EL! TE QUITARE ESA PIEL DE ZORRO PEDAZO POR PEDAZO PARA TENERTE CONMIGO DE NUEVO- y en cuanto dijo eso alzo el cuchillo que sostenía con la otra mano y me lo clavo en el cuello, pude sentir como por el tamaño del arma y la fuerza de mi padre el cuchillo fue capaz de atravesar mi cuello como si fuera mantequilla, desde mis músculos, mis nervios, mis huesos, todo, y no encontró ninguna resistencia hasta atravesarlo. Intentaba desesperadamente gritar de dolor, pero no podía hacer nada mas que sentirlo, me movía y revolvía para intentar liberarme, pero yo no era nada para su fuerza, lo peor en ese momento, es que seguía vivo -Ya estas mejor, si si si, estas mejor, ya podemos ir, no? Claro que si! Ya es hora de ir- me llevo por toda la casa con una sola mano agarrándome de mi cabeza sin quitarme el cuchillo del cuello hasta salir afuera y se detuvo frente a un gran agujero en el patio trasero -Vinimos amor! Ya llegamos! Traje a tu hijo… oh… ya es tarde, no? Parece que no, que no, porque nadie te salvo, porque el NO SIRVIO PARA NADA- y en ese momento del agujero salió mi madre en un estado completamente putrefacto, agarro el cuchillo de mi cuello y me lo saco.

-TODO ESTO ES TU CULPA- Dijo mi madre con una voz totalmente distorsionada para luego cortarme la cabeza con el cuchillo que me había sacado…


-------+---------


-NO!- Y entonces desperté, la primera palabra que salió de mi hocico fue esa… pero no fue la única sorpresa… descubrí en ese instante que había abierto los ojos.






El Asesino De Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora