Donde Robbie encuentra paz y amor en la persona que menos se lo esperaba.
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Donde Ellie deja su actitud grosera y ruda con la única persona donde encontró confianza.
𝑬𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒅𝒐𝒔 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒂𝒔 𝒇𝒍𝒐𝒓𝒆𝒄𝒆 𝒆𝒏 𝒎𝒊𝒕𝒂𝒅 𝒅𝒆...
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Robbie se levantó rápidamente, acercándose a su hermana, quien extendió los brazos, esperando que la menor correspondiera el afecto que Camille esperaba. Robbie no dudó ni un solo segundo para abrazar a la pelinegra, escondiendo su rostro empapado de lágrimas en el cuello de Cam.
—Escúchame —murmuró su hermana —, te protegeré y cuidaréhasta que mi tiempo en esta vida acabe. Nadie va tocarte. Lo prometo.
Robbie miró los azules ojos de Camille, notando como estas estaban irradiando en enojo y venganza. No era una furia dirigida a la pelirroja, sino a los asquerosos monstruos que se habían acercado a ella, dispuesta a morderla nuevamente. No lo iba a permitir. No otra vez. Apesar de saber que su hermana es inmune, Tess tenía razón, ambas no eran inmunes a ser despedazadas.
—¿Estas bien? —cuestionó Joel mirando a la mujer, quien tenía una mueca de dolor en el rostro.
—Sí, solo me torcí el tobillo, —respondió esta, dándose leves masajes en la zona afectada. —¿Y ustedes?
Robbie se miró de arriba abajo, asintiendo despacio: —Creo que estoy bien.
—No me cagué encima, así que... —respondió Ellie, aliviada. La pelirroja soltó carcajadas ante esa respuesta, aunque cesaron al instante al ver como la castaña se arremangaba su sudadera, mostrando una leve mordida en el brazo. —¿Es una puta broma? —Ellie volteó a ver Robbie, quien frunció al ceño al ver la herida —Bueno, mejor a mi que a uno de ustedes.
La ojiazul se acercó, tomando el brazo de Ellie, observando la mordida. Arrugó levemente la nariz, gesto que hacía cuando algo le repugnaba, le incomodaba o le dolía. Este más bien, era por empatía, sentía que era capaz de experimentar el dolor de Ellie en ese momento. La castaña volteó a verla, e inmediatamente cuando los azules ojos de Robbie se posaron sobre los de ella, Ellie negó con la cabeza, indicándole que no se preocupara.
—Oye —habló Tess. Todos voltearon a verla —, larguémonos de aquí.
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—Véndate el brazo —Ordenó Joel, quien inmediatamente le cedió una venda a Ellie.
—Gracias —asintió El.
—Ven, yo te ayudo —ofreció Rob. Ambas se dirigían al borde del edificio, notando la tabla que estaba apoyada justo en el borde, como puente para poder cruzar.