Flechazo

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Quien diría que terminaría en una situación tan surreal en el momento en que, tras haber sido humillado por un hombre trajeado jugando juegos infantiles, aceptaría su "invitación" para poder ganar mucho más dinero del poco que ya había obtenido al ganar unas cuantas rondas en su inusual encuentro.

Ciertamente su situación económica no era la mejor de todas, no teniendo en cuenta que en casa los gastos parecían ser infinitos y sus padres no podían permitirse más allá de tener dos comidas al día. Comidas que no eran para nada nutritivas y tan solo funcionaban para engañar a sus estómagos para continuar con sus días.

Esa era la misma razón por la que había decidido salir en busca de algún trabajo de medio tiempo con el cual pudiera costearse los gastos de la universidad y de paso tal vez ayudar a sus padres, sin embargo, no contó con que terminaría encontrándose con el desconocido que le cambiaría la vida por completo y no en el mejor de los sentidos.

Creyó que al hacer una llamada telefónica al número que se encontraba escrito en la tarjeta de negocios que le había sido entregada, podría contactar con la "compañía" y obtener más informes sobre algún puesto de trabajo disponible para presentarse a una entrevista.

Tal vez Mariana era demasiado inocente o en su defecto tonto, lo que está claro es que las cosas no habían terminado como le habría gustado y ahora se encontraba encerrado junto a otras 199 personas en alguna clase de bunker postapocalíptico.

-¿Qué está pasando? -Dijo mientras la luz del enorme cubículo le obligaba a abrir los ojos de par en par, observando al resto de personas que poco a poco despertaban confundidas y desorientadas.

Cada una de las personas encerradas en aquel lugar se encontraban vestidas con uniformes deportivos de color verde y detalles en blanco. Lo que llegaba a resaltar mucho más eran los números impresos sobre la tela, todos llevaban uno distinto, eran como ganado recién marcado por una plancha de hierro hirviendo.

Cerró los ojos con fuerza al creer que se encontraba dentro de algún sueño bizarro, seguro eso era lo que pasaba. Esto debía tratarse de un sueño que se había provocado tras haberse comido una enorme bolsa de frituras y un par de latas de soda con más cafeína de la recomendada antes de irse a la cama.

El traqueteo de las personas bajando por los escalones alrededor de su cama en la enorme estructura de acero tan solo le hacían darse cuenta poco a poco de que esto era todo menos un sueño. Con el corazón acelerándose cada vez más rápido y un insoportable pitido zumbándole en los oídos, volvió a abrir los ojos con lentitud.

Por un momento el mundo le cayó encima de forma irremediable y el pánico le apretaba las costillas contra los pulmones en punzadas de terrible dolor. Su respiración se volvió airada de un segundo hacia otro, estaba a punto de tener un ataque de pánico en el lugar menos idóneo y, por si fuera poco, estaba completamente solo a pesar de estar rodeado de otros cientos de personas.

Todo le daba vueltas de un lado a otro y el estómago le daba tremendos girones que le provocaban querer vomitarse ahí mismo de la ansiedad que le quemaba las tripas desde dentro. Intentando estabilizarse por cuenta propia o terminaría ahogándose con sus propias respiraciones o caería desmayado en cualquier segundo.

Respiró profundo de la forma más lenta posible, contuvo el aire por un par de segundos y el aire salió por sus labios poco a poco, siempre con la espalda adherida contra el colchón de sábanas. Sus ojos se movieron un par de centímetros hacia la silueta de un hombre a su derecha.

Extrañado frunció el ceño tras encontrarse con un par de ojos parecidos a ver un par de esmeraldas. Lo examinaban con cierto deje de preocupación al verlo al punto del colapso, sin embargo, Mariana se sentía de alguna forma en peligro, como si su corazón le estuviese diciendo a gritos que se alejase o terminaría gravemente herido.

Eres  ❁  [FOORIANA]Where stories live. Discover now