CAPÍTULO II

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En el Clan Ceniza teníamos varias bestias que, muy probablemente, no existían en otras regiones

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En el Clan Ceniza teníamos varias bestias que, muy probablemente, no existían en otras regiones. Como el Va'ranus, un lagarto de cuatro metros de altura que nos servía para transportarnos por los territorios ardientes, sin embargo, también hacíamos posesión del Ikran. Ahora que veía a los traídos por los avatares, recaía en las diferencias con los nuestros. Los de ellos eran más pequeños, sus colores variados trataban principalmente de tonos vivos, muy diferente a los de nuestras tierras que, además de tener un tamaño mayor, eran portadores de tonos oscuros y opacos, sumando las diferentes escamas que cubrían sus pieles como protección a los suelos volcánicos, que era donde tenían sus nidos.

Junto a mi Ikran, Nar, me encontraba ahora de pie, cerca de la cueva de Varang, viendo cómo ésta conversaba más allá con aquel avatar llamado Quaritch. No entendía a dónde deseaba llegar mi madre con esto, jamás fuimos un pueblo deseoso por meterse en incidentes ajenos, aún si estos se trataran de los de nuestra misma raza. 

¿Aliarse con el intruso? Varang debía tener algo en mente, claro que sí.

Pero ella no era la única.

— ¿Nü'riel? Hermana.

Desvié mi atención hacia la pequeña Na'vi recién llegada. Ar'yen había perdido a su familia cuando apenas era una bebé y, aunque Varang jamás la aceptó en su vida, yo sí lo hice en la mía. Era la única que conocía mi verdadera sonrisa, era la única por la que flaquearía.

— Hey —suavicé mi semblante, agachándome para darle un beso en su coronilla—. Hoy no podemos ir a volar.

— Lo sé —asintió, mirando por unos segundos hacia los dos adultos—. Ellos no dan buena espina.

— No somos nosotros los que debemos temer.

Con ello capté nuevamente su interés. La calma bañó su expresión, pero casi de inmediato desapareció, dejando una seria y cuidadosa.

— A los jóvenes Na'vi los dejaron encerrados en las celdas de las cavernas del sur, también colocaron ahí al humano. ¿Por qué ellos, que vinieron a buscar ayuda de la Olo'eyktan contra los demonios del cielo, están encerrados? ¿Y, en cambio, los demonios de los que hablaban están andando libremente por nuestras zonas?

— Tú lo sabes, Ar'yen —me enderecé—. Lo que nuestra líder busca para nosotros.

— Yo... no quiero poder —negó—. Ya te tenemos a ti. Tú eres nuestro fuego.

— Nü'riel.

Ambas miramos al mismo tiempo a mi madre, quien ahora yacía a unos escasos metros de nosotras, con aquel hombre tras ella. Le hice una seña a la menor quien de inmediato se marchó. Me acerqué a pasos sutiles, contemplando con desdén a Quaritch.

— Vé y muéstrale el árbol de los espíritus —me ordenó Varang, susurrando contra mi oído para que sólo yo escuchase.

— ¿Debería? —ladeé la cabeza—. ¿Qué les has dicho?

NÜ'RIEL || NeteyamWhere stories live. Discover now