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JEONGIN

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JEONGIN

—Y entonces me di cuenta de la sangre en su cara y me desmayé, por eso pudo detenerme la policía. Si lo piensas —continuó hablando, sin dejar de caminar junto a Hyunjin rumbo a su edificio—, es gracioso, porque tú me habías abierto el labio solo una hora antes y no había pasado nada. Tal vez solo me asuste de la sangre dependiendo el contexto, o igual es que quizá solo la tolero cuando eres tú el que me hace sangrar a mí —bromeó.

—Ya veo...

Frunció el ceño por la respuesta, pero más por el tono ausente con el que se la había dado, así que giró la cara hacia él, viendo a Hyunjin con la mirada clavada en el suelo.

Tenía una ligera sospecha de por qué estaba así, de por qué lo había estado desde que había vuelto del cuarto de baño, en realidad (Hyunjin se había esforzado bastante porque no se le notara, pero parecía habérsele agotado la batería en cuanto habían salido de la cafetería), y en vez de tomárselo como algo que debía agriar también su buen humor decidió burlarse un poco de él.

—Hoy estás muy guapo.

—Ajá...

—Tan guapo, que quiero que cuando lleguemos a casa me subas a tu apartamento y me folles hasta hacerme llorar.

—Qué cosas.

Se le escapó una risa y miró rápidamente al frente cuando Hyunjin lo miró a él.

—¿Qué? —Hyunjin suspiró—. Perdona, es que... Agh, ¿qué decías?

—Que me gustaba la cafetería —mintió—. Nunca había ido a pesar de estar tan cerca.

—Ah, sí. Está genial. También era mi primera vez allí

Se quedaron en silencio y Jeongin lo miró de reojo. Hyunjin parecía estar de nuevo en las nubes.

Era divertido, pero no tanto. Se suponía que estaban allí los dos para empezar algo. No quería que la expresión decaída de Hyunjin fuera lo más memorable de aquella mañana, así que llevó una mano hacia la de él que tenía más cerca, y entrelazó los dedos con los suyos antes de darle un suave tirón que hizo que ambos hombros chocaran el uno contra el otro.

Hyunjin lo miró también y carraspeó antes de volver la vista al frente.

—Oye, antes... —empezó Hyunjin. Vamos, tú puedes—. Es igual.

Pues no, no puedes antes.

—¿Antes cuándo? —lo animó.

—Es igual —repitió.

—No, dime.

—Es solo que... Cuando salí del cuarto de baño...

—¿Sí?

—¿Por qué te abrazaba Soobin?

—No sabía que lo conocías —admitió, sorprendido.

—Antes de pasarse a derecho estudió arte conmigo —murmuró, encogiéndose de hombros. Seguía sin atreverse a mirarlo; Jeongin suponía que porque le daba vergüenza.

tu desastre es mío | au hyuninUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum