Pelo rojo y velo blanco, un amanecer se aproximaba entre los montes. Sus ojos oscuros se posaron en su futuro marido, a continuación se posaron en la dama de honor, con su pelo negro, despeinado a pesar de estar en una boda, Carolina, la cual miraba a la novia con tristeza.
El sentimiento era mutuo, Clara, no quería casarse, y Carolina no quería que Clara se casara, a no ser que fuera con ella. La boda era cerca de un lago, justo como ambas habían soñado ambas, pero para la suya propia. Antes de contestar si quería pasar el resto de su vida con tipo que la trataba mal y que no la conocía, agarro a Carolina de la mano y salto con ella al lago.
Ninguna sabía nadar, pero no les importo. El pelo de Clara se veía como fuego bajo el agua, y el solo lo reflejaba con todo su esplendor. Allí se unieron ambas, de manera eterna, en matrimonio.
FIN
