Capítulo 5

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El verano apretaba fuerte y las temperaturas habían subido bastante en la ciudad. Los parques solían ser un lugar muy agradable para disfrutar de la sombra, pero aun así se notaba el bochorno típico de una gran ola de calor que se cernía sobre la ciudad.

Lucía diambulaba de un lado para otro a la entrada del parque que se encontraba frente a su casa, mientras esperaba la llegada de Nisha, a la que había avisado al poco tiempo. No tardó mucho en verla caminando hacia ella, como siempre, bien vestida, y es que la chica en ninguna ocasión iba sin arreglar, aunque tuviera poco tiempo para arreglarse.

Al llegar, Lucía no lo dudó, se abalanzó hacia ella y le dio un beso en los labios.

Nisha no supo cómo reaccionar, estaba casi paralizada. Había imaginado que su amiga iría a hablarle una vez más de sus problemas familiares, ya sea por las enfermedades de su hijo o por los caprichos de su marido, pero en ningún momento se esperó recibir un beso de deseo, y mucho menos en mitad de un parque, a plena luz del día.

Al cabo de un rato, Lucía se separó algo temblorosa, sin saber la reacción que tendría su amiga.

—Lo siento, quizás me he dejado llevar un poco por las ganas. —Nisha quedó con la boca abierta, aun sin saber qué decir—. Por favor, no te enfades.

Nisha se acercó a ella y, sin querer forzar mucho el momento, le dio un pequeño beso en la mejilla.

—¿Te encuentras bien?

—Llevo varias noches sin parar de soñar contigo. No sé qué me pasa, estoy algo esquizofrénica, creo. No paro de pensar en cuándo te voy a ver y en qué momento volveremos a estar juntas.

—Lucía...

—Un segundo: Esta misma noche, sin ir más lejos, he soñado que nos encontrábamos las dos en una casita de cabaña en mitad de un descampado y que nos queríamos. Nisha, amo a Pablo y daría la vida por mi hijo, pero también te quiero a ti. Comprendo que te fuiste de la ciudad para no verme hacer mi vida sin tu presencia; y, aunque no me arrepiento de lo que he conseguido, sí que me habría gustado tenerte a ti también a mi lado.

—Lucía...

—Déjame terminar: Lo sé, tengo mi vida completamente hecha y ni tú ni nadie podrá cambiar todo eso. Pero de verdad, me encantaría encontrar un método en el que todos podamos ser felices sin tener que dañar a nadie y podamos comer perdices, kebabs o lo que se cocine en tu país. —Nisha dio una gran carcajada tras esa frase—. Bueno, ya lo he dicho todo. Estaba por reventar.

—Existe una solución —respondió Nisha, que esperaba una pregunta de su amiga, pero no recibió nada, tan solo una mirada al vacío sin reacción—. Los sueños.

—Nisha, no empieces con esas tonterías, sabes que los sueños son fruto de... —La boca de Lucía comenzó a abrirse poco a poco—. Nuestra imaginación —acabó diciendo en un tono mucho más bajo que el resto de la frase.

Lucía miró al suelo, luego se dio media vuelta para pensar mejor en lo que acababa de comprender. Al final, volvió para mirar a Nisha, quien le respondió y le confirmó sus dudas:

—Lo de anoche no fue un simple sueño, Lucía. En realidad, yo estaba allí.

La joven madre tomó asiento en un banco próximo perteneciente al parque, mientras intentaba asimilar la información.

—Quieres decir que, ¿puedes entrar en mis sueños?

—No lo hice queriendo. Hace unas semanas, comencé a practicar la técnica de mi abuela, la de los sueños lúcidos. Sabes que siempre he querido mantenerme aparte de esa tradición de mi familia y nunca quise aprender nada referido a ello; pero ya te conté el problema que tuve con la pesadilla que se repetía noche tras noche. Si no hacía algo, iba a acabar esquizofrénica, resultaba muy difícil para mí hacer frente a ello y solo lo he podido conseguir gracias a mi familia. —Lucía escuchaba con atención, aun descifrando todo—. Decidí probar suerte con la técnica de los sueños lúcidos y funcionó, Lucía, pude deshacerme de esa terrible pesadilla.

Mi luz en la nocheWhere stories live. Discover now