《Chaqueta》

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Estábamos resguardados en el porche de una casa. Álvaro estaba sentado descansando mientras Maza no se separaba de él. El resto no decíamos nada. No tenía muy claro que íbamos a hacer. Lo más lógico sería volver a casa, pero Álvaro se iba a negar.

Empecé a temblar, no es que hiciese mucho frío, pero había refrescado por la tormenta.

—Oye ¿tienes frío? —El chico se acercó a mí y me pasó una mano por los hombros.

—No, tranquilo, estoy bien.

—No me mientas, estas temblando —dijo sacandose la chaqueta marrón —Toma.

Suso me estaba ofreciendo su chaqueta. Insistí en qué estaba bien y no tenía frío, pero ambos sabíamos que no era cierto. Acepte la chaqueta y se lo agradecí.

Rato después la lluvia cesó y el sol salió nuevamente. Álvaro ya se encontraba bien e insistió en continuar, así que cogimos las bicis y lo hicimos.
Durante un rato nadie dijo nada, hasta que Garriga rompió el silencio.

—Lo siento mongolo —se disculpó.

—No pasa nada imbécil.

—Gracias subnormal.

—A ti capullo —sonrió el mayor —. Y no soy ningún muerto de hambre.

—Ya lo sé —admitió —Y yo tampoco tengo de todo.

—Venga, te echo una carrera.

Los dos salieron a toda prisa. Me alegraba de que hubiesen hecho las paces. El resto nos quedamos atrás charlando de cosas sin importancia. Maza y yo habíamos comenzado un intenso debate sobre que personaje de Barrio Sésamo era mejor.

—Te digo que no, el mejor es Elmo.

—¡Pero que dices! El mejor es Espinete.

—¡Tú estás de coña! ¿verdad? ¡Espinete da un mal rollo que flipas!

—¡Pues anda que Elmo!

Este chico no tenía ni idea. ¿Como iba a ser mejor Espinete que Elmo?

Estaba a punto de empujar Maza de la bici, pero se salvó gracias a Rodri.

—Oye, Ressi ¿esa no es la chaqueta de Suso? —preguntó con aire divertido.

—¿Eh? ¡Ah sí! Me la ha dejado por qué tenía frío y Álvaro tenía mi chaqueta.

—Es verdad, gracias. Cuando paremos otra vez te la doy.

—No hay prisa, pero quiero devolverle la chaqueta a Suso lo antes posible —informé mirando la prenda marrón —No quiero molestarlo.

—¡Si seguro que está encantado de verte con su chaqueta! —exclamó Maza.

—¿Y eso? —No tenía ningún sentido, solo era una chaqueta.

—No te das cuenta ¿verdad?

—¿Cuenta de qué? —pregunté más que perdida mirando a Álvaro.

Los chicos se miraron entre sí y comenzaron a reírse. A mi no me hacía gracia, no sabía a qué se referían. Insistí varias veces para que me lo contasen, pero no hubo manera, cada vez que preguntaba se partían el culo. Al final dejé de insistir.

~☆~

No se en que momento nos pareció buena idea gastarle una broma a una señora y robarle las sábanas del tendedero. Tuvimos que salir pitando por qué la vieja no se andaba con tonterías y no tenía problema en coger el hacha.

—Ya os dije que no era buena idea robarle la sábanas a esa bruja —proteste cuando llegamos a donde teníamos las bicis aparcadas.

—Nos llega a atizar con el hacha...

—Y nos descuartiza.

Me agaché para coger la bici, y me di cuenta de que Suso se había quedado parado mirando algo fijamente. Me acerque a él. Estaba mirando una casa, más concretamente, la casa. Ahí era dónde su padre había tenido el accidente.

—Esa es la casa ¿no? —preguntó Rodri en un susurro.

—¿Qué pasa?

—Es la casa donde se cayó su padre —dijo el rubio respondiendo a la pregunta de Garriga.

Nos acercamos a nuestro amigo. Le acaricié la espalda en señal de apoyo. Me daba pena, era muy buen chico. La gente de esa casa ni siquiera se había molestado en pagarle a su familia los daños causados. Me daba rabia.

De repente Suso cogió una piedra y la lanzó con todas sus fuerzas a la casa. Nosotros sin decir una palabra lo imitamos. La verdad es que eso no iba a arreglar nada, pero era liberador.
Aunque tuvimos que parar y salir corriendo cuando rompimos un cristal.

~☆~

—¿Comemos aquí?

Estábamos en una piscina tomando Coca-Cola y hablando.

—Mejor hacemos la ruta de las piscinas y comemos en la pila del pazo —propuso Suso.

—¿Qué es la ruta de las piscinas? —pregunté dándole un sorbo a la botella que me pasaba Rodri.

—Es una ruta que hicimos el año pasado por las piscinas que construyó el padre de Suso —explicó Maza.

—No me lo habíais contado —se quejó Álvaro.

—Para que no tuvieses envidia hombre.

—¿Entonces vamos? —pregunté emocionada. Eso de las piscinas tenía buena pinta.

—Venga va.

Y allá fuimos. La primera piscina era la de la cascada.

En cuanto llegamos los chicos se quitaron la ropa y se lanzaron al agua. Yo también me quedé en bañador pero me senté en una roca al sol. No me gustaba mucho bañarme en el agua del río por qué siempre estaba muy fría y a mi el frío no me entusiasmaba la verdad.

—¡Vamos Ressi, métete al agua, no está tan fría!

—¡Ya claro, y voy yo y me lo creo! —hablé desde la piedra en la que estaba tomando el sol —¡Qué no Maza que está congelada!

—¡Si hasta Rodri se ha metido que es el más friolero!

—¡Eh! —protestó el nombrado salpicando a Garriga.

—Me la pela. Yo no me meto.

De repente Suso sale del agua y se dirige a dónde estoy sentada.

—Ni se te ocurra —avisé alejandome.

El solo sonríe y acto seguido me levanta en brazos. Yo me intentaba liberar del agarre por todos los medios posibles, pero entre lo nerviosa que me había puesto y entre que los chicos no paraban de silbar y gritar cosas que no me molesté en escuchar me fue imposible.

Al final terminamos en el agua. Y sí, tenía razón, estaba fría.

















































Live is life [reescribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora