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Ambos vieron con asombro cómo las plantas crecían con rapidez fuera de su cárcel de cristal, llenando la nada de lo que parecía una selva.

Era sólo verde, no había flores, tampoco animales, sólo amplio y denso follaje de plantas desconocidas, húmedas por la ligera lluvia que aún seguía.

— Sería lindo tocarlas— murmuró Haruchiyo, viendo con una sonrisa a las plantas—. Sería lindo salir...

Takemichi sólo se sentó a su lado, tomó su mano entre las suyas, y compartieron una mirada y un brillo en los ojos.

— Algún día... Dime, Haru, ¿Qué piensas hacer al salir?

Haruchiyo miró un poco al exterior, sus ojos se perdieron a lo lejos.

— Es raro... Sólo quiero irme, no sé a dónde, no sé qué hacer.... Sólo irme.

— Sabes... Últimamente creo que todos son así, sólo quieren huir y no saben qué hacer, supongo que en nuestra situación se comprende... Pero hay gente que no tiene ningún sueño, y sólo pasan de un lugar a otro para huir— miró a Haruchiyo, quien escuchaba atentamente—. ¿Qué dices de eso?

— Que está bien no tener un sueño— dijo—. No es obligación tener uno, quizás algún día tengan uno, tener una casa propia, o recorrer el mundo, adoptar un perrito o... Conocer a alguien especial— y sus dedos se movieron sobre la mano de Takemichi en una caricia.

Takemichi simplemente quedó mudo segundos enteros, y Haruchiyo supo que se había puesto nervioso y sonrió por eso, volvió a ver al exterior, las plantas se movieron con una ligera brisa que no podía sentirse dentro de la caja.

— Sabes... Creo que tengo suerte de estar encerrado contigo— murmuró Takemichi, en voz baja y timida, mientras sus manos se movían nerviosas, jugando con los dedos del mayor y los suyos, algo que le pareció adorable al pelirosa— Aunque estemos completamente solos.

Se miraron con una pequeña sonrisa.

— ¿No es hermoso? — preguntó Haruchiyo—. Estar completamente solo.

— Contigo, sí.

𝗅𝗈𝗏𝖾𝗅𝗒 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝘀𝗮𝗻𝘇𝘂Where stories live. Discover now