Oh, shit

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Seungmin yacía acostado en su cama, mirando su celular sumamente aburrido por no poder hacer nada. No solía tener nada para hacer, más que hacer tareas o deberes en la casa, cuando parecía que estaba muriendo del aburrimiento llegó un mensaje a su celular.

El pelinegro miró la notificación y rápidamente se sentó al borde de la cama mirando la notificación, era Sana, su mejor y única amiga en su instituto. La notificación decía "Tenemos tarea que hacer, tienes que venir".

El menor se quejó, pero tenía que ir si quería tener una buena nota e ir a una universidad prestigiosa para poder ser alguien en la vida y no ser como otros chicos; por más pereza que tenía lo hacía por él y su madre.

Agarró mejor el celular, dispuesto a contestarle y así fué, hablaron por un rato de la tarea y el trabajo, pero iba a ir al menos.
Luego de hablar dejó su celular a un lado de su cama y se paró para dirigirse al armario.

Se quedó mirando unos minutos todo el armario, buscando algo que lo convenciera para usar e ir a casa de Sana, no le importaba ir vestido mal, pero hoy quería al menos prepararse para salir.

Buscó, buscó y buscó pero no encontraba nada, así que tuvo la idea de ir a la habitación de sus padres y fijarse en el armario. Si, le robaría algo de ropa al papá, pero era para una buena causa o eso se decía Seungmin.

Tan pronto tomó la camisa negra del armario una voz lo hizo sobresaltarse, era la mamá. Mierda, estaba jodido ya que su mamá no lo dejaba entrar a revisar o buscar algo en su habitación, más allá de la desconfianza era por si se encontraba algo indebido, y todos sabemos de que hablo.

- ¿Qué crees que haces, Kim Seungmin? — preguntó la mujer con un tono fuerte. Seungmin se congeló y poco a poco volteó a ver a su madre.

- Ah... Yo... Bueno, éste, no me gusta mi ropa y quería ver si papá tenía algo para prestarme — rió nervioso aún con la camisa del padre. La madre miró la camisa y volvió a mirar los ojos de Seungmin.

- Bien, llévatela, te quedará bien. — sonrió la madre, eso tranquilizó a Seungmin a quien le latía aún el corazón por el susto que le había dado su madre.

- Gracias, ma. — sonrió y fue hacía su habitación, para luego cambiarse.

Al terminar, se miró al espejo para ver como había quedado.
Realmente se veía muy bien o eso pensaba él, llevaba un pantalón holgado y una camisa blanca con corbata, ¿desde cuando lucía tan bien?

Dejando de lado su narcisismo, agarró su perfume y se lo puso hasta en los lugares que siquiera hacían falta, solo para oler bien. Luego, caminó hasta su cama y miró su celular.

Ya eran las 16:31, tenía que irse a casa de su amiga, así que agarró su bolso y sus materiales para bajar por las escaleras y salir de su casa. Caminó hasta la parada de un autobús y esperó ahí su llegada.

Cuando llegó tomó el autobús y se dirigió hasta la casa de Sana.

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Al llegar, caminó a la casa de la castaña, era una casa muy grande, era fácil saber cuál era. Entró hasta la puerta y tocó, esperó unos minutos fuera esperando señales o alguien que abra esa maldita puerta.

Hasta que fue abierta por un rubio, un poco más alto que él y bastante musculoso, ese debía ser Christopher, estaba seguro.
El menor quedó embobado con el mayor, haciéndolo desvanecerse totalmente de la realidad.

Quedó unos segundos pensando en lo atractivo que se veía, hasta que Chan le chasqueó los dedos en su cara haciéndolo volver a la realidad y darse cuenta de lo que había pasado.

𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘣𝘳𝘰𝘵𝘩𝘦𝘳...Où les histoires vivent. Découvrez maintenant