𝑻𝒖 𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒎𝒊 𝒍𝒖𝒛 ~𝒯𝓈𝓊𝓀𝓀𝒾𝓎𝒶𝓂𝒶 ☀️

IV

—¿De qué quieres hablar Yamaguchi? —otra vez vuelve a llamarme por mi apellido.

—Sé que tú te sonrojas con mis acciones ¿O miento? —él miro hacia otro lado, no quería que nuestras miradas se encontraran.

—¿Por qué lo mencionas? —reí sin darme cuenta.

—Por cómo estás actuando ahora, tu siempre me trataste con cariño pero estoy últimos días las caricias y los cumplidos se han hecho presentes —sus ojos se abrieron como platos.

Estaba desesperado, quería saber que pasaba en realidad pero él no me lo dijo, él me enseñó lo que en realidad sentía, me tomo por la cintura y un beso se plantó en los labios yo intenté seguirle la corriente pero era un principiante.

—¿Así que no has dado tu primer beso? —asentí— Abre la boca —le hice caso y él introdujo su lengua tomándome por completo.

Poco a poco me acostumbraba al ritmo pero me enredo con sus manos y me llevó a la cama dejándome caer lentamente. La ropa ya era molestia para ambos así que poco a poco la íbamos retirando, besaba mi cara, mis hombros, mi pecho y mi ingle provocando que todo mi cuerpo se incendiara. Él estaba por retractarse de las cosas que había hecho pero lo detuve.

—No tienes que detenerte, recuerda que pronto cumpliré la mayoría de edad y siempre he estado enamorado de tí, así que puedes continuar —suspiro y regreso conmigo.

Por primera vez pude verlo completamente desnudo y mi imaginación era magnífica, lo planteo tal y como era. Sus hombros pálidos pero con músculo, al igual que su tonificado abdomen y no se diga de la magnífica vista que escondía entre sus piernas.

Me colocó en cuatro estimulando lentamente mi entrada, las embestidas con sus dedos eran diferentes a las mías, eran perfectas. Vi que se acercó a la mesa de noche y sacó un condón del cajón, colocándoselo.

Cuando menos lo pensé ya me estaba tomando por completo, la habitación y pasillos se llenaban de nuestros gemidos, mi mente no podía procesar todo lo que pasaba, solamente podía disfrutarlo. Desde hace tiempo quería que pasara esto pero si no daba el paso él nunca lo daría.

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Desperté al otro día viendo cómo nos abrazábamos y nuestros cuerpos estaban desnudos, a la deriva del mundo. Sus amplias manos se plasmaban en mi cintura, rodeándola por completo, me sentía seguro. Intenté levantarme pero no pude, una punzada me recorría por todo mi cuerpo, iba a ser un día pesado.

—Todavía no es hora del desayuno, queda un rato —me atrajo a su cuerpo.

—Pero que dirán si nos encuentran así —preocupado mencioné, no quería que la reputación de Kei decayera.

—Ellos ya lo saben —me sorprendí por completo—. Ayer, cuando paso lo del acercamiento, la señorita Hana entro a mi estudio y me empezó a interrogar. Por obvias razones le tuve que contar que pasaba por mi mente —ahora entendía todo.

—¿Y ella se lo tomó bien? —asintió.

Nos quedamos recostados otra hora más, hasta que nos tocaron la puerta para indicarnos que ya estaba el desayuno listo.

—Antes de que bajemos puedo decirte algo Tsukki —nos sentamos para vernos mejor—. Sé que nunca te he agradecido por todo lo que me diste en estos años, siempre estaré en deuda contigo. Gracias por traerme a tu casa y... —me acerqué a su rostro—. Gracias por enamorarte de mi, tu eras mi luz en ese sendero tan oscuro —un beso se interpuso entre nosotros.

Agradezco a mi madre por haberme echado de la casa, sin su ayuda no habría conocido a Tsukishima Kei, mi novio.