23. Otro Jackson

23 8 0
                                    

Mis manos tiemblan mientras busco una servilleta para limpiarlo. El no deja que lo haga, me lo quita y se empieza a limpiar el mismo con la cabeza un poco inclinada hacia atrás.

—¿Estás bien? ¿Te sientes mareado?¿Quieres que vayamos al médico?—pregunto rápidamente.

—Calmate, estoy bien, es normal—habla tranquilo y yo me pongo de pie desesperada.

—Eso no es normal, vayamos la hospital, están sangrando mucho y...

—¡Te he dicho que no!—alza la voz y yo me callo.

—Perdón es que...

—Ya déjalo, mejor vámonos—se pone de pie y camisa a zancadas hacia su auto aún con la servilleta puesta en su nariz.

—Esta bien, déjame recoger esto y...

—Dejalo ahí—me interrumpe.

—No Ian, mira el desastre—señalo las servilletas, vasos y lonches de comida esparcidos por el lugar donde estábamos sentados.

—Malditasea sea, sube al auto.—brama molesto.

Me callo instantáneamente y lo miro como si de otro persona se tratase, camino hacia el auto y me subo. Ian enciende el motor y arranca.

Estamos en un absoluto silencio, al aún se me molesto y se limpia la sangre de mala gana.

Conduce de camino a mi casa y en todo el camino no hablamos, yo solo miro por la ventana con mi corazón partido en dos.

Llegamos a mi casa, el se estaciona y tardo unos segundos en bajarme del auto esperando a que diga algo pero no lo hace.

Me bajo del auto sin decir nada y el arranca y se va.

Entro a mi casa y lagunas lágrimas se escapan de mis ojos.

No sé que pasó, el por qué de su actitud conmigo, todo fue tan de repente, solo me preocupaba por el.

Solo eso.

Me quito el maquillaje y me cobijo entre mis sábanas mientras mi corazón duele, duro tan poco todo.

Me encuentro sola, no tengo a Jane cerca, ni a mi madre para llorar en su hombro.

Y mientras lágrimas resbalan por mi cara me quedo dormida.

—Hija, hija despierta se te hará tarde—habla mi madre.

—No, no quiero ir—me quejo y me hundo más en mis sábanas.

—Tienes que hacerlo.

Me quejo y a regañadientes me levanto de la cama.

Mi madre aún trae el uniforme de enfermera por lo que deduzco que acaba de llegar.

—¿A qué hora te dormiste ayer eh? Mírate esas ojeras—regaña y la ignoro mientras entro al baño.

Después de alistarme bajo a la cocina en donde mi madre ya me tiene el desayuno preparado.

Me siento a comer con el ánimo por el suelo. Dónde hace días el solo pensar en Ian me hacía tener ganas de ir al colegio ahora pensar en el me hace no querer ir.

Nisiquiera sé si me hablara o me tratara como ayer.

—¿Cómo te fue ayer en tu cita?—pregunta mi madre.

—Bien...

—¿Bien? ¿Solo eso? Debes ser más detallista.

—Mamá por favor no quiero hablar del tema ¿Si? Por favor

—Esta bien hija, pero si ese chico te hizo algo se las verá conmigo.

—No me hizo nada mamá, estoy bien.

La chica de los ojos violetas Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora