MÍA | Capítulo 19

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Mi espalda ya casi encorvada ardía cada vez más, sentia mis ojos agotados y secos, el dolor en mis hombros se aliviaba en el abrazo de mi amigo, el silencio era ensordecedor y el aura de tensión me hacía crear una angustia insoportable.

El reloj en la pared ya marcaba las 20:35 de la noche, me imaginaba el frio de afuera, aunque mi cuerpo doliera el lugar estaba bastante calido, no sabía hasta cuando iba a permanecer sentada en los incómodos bancos del lugar pero mucho no me importaba, necesitaba saber que el estaba bien.

—¿Familia Martínez? —el doctor vestido pulcramente con su bata azul oscuro, llamaba nuestra atención desde la puerta vaivén del acceso restringido.

Horas atrás, al llegar al centro médico el cual mi amigo me había indicado, Lisandro había entrado en cirugía después de varios análisis, su auto había quedado destrozado y la única información que nos proporcionaron fue que estaba estable, dejándonos igualmente desesperados. 

Hasta el momento mi corazón seguía latiendo con fuerza, la culpa me recorría de la cabeza a los pies, durante estas horas en silencio imagine mil escenarios, uno peor que el otro y en todos, yo tenía la culpa.

—Acá —Cristian se levantó de inmediato, junto con Nahuel, y yo detrás de ambos—. Los padres están llegando a Manchester —le recordó al ver el rostro confuso del doctor.

—¿Cómo está? —Nahuel se adelantó rápido a preguntar, aún estaba con la ropa que uso la noche anterior en la fiesta de Enzo.

—Estable —comenzo a hablar aquel hombre mientras leía en una planilla que colgaba de sus manos—. Tiene fractura malar y fractura de radio y cúbito... Intervenimos quirúrgicamente en la maxilofacial, de mínima invasión y salio muy bien —los tres mirábamos atentos al doctor mientras nos mostraba las radiografías indicando las fracturas—. En su brazo izquierdo pusimos un yeso, si no llegara a funcionar vamos a tener otra intervención en unos días, la recuperación va a ser bastante larga de igual manera.

—¿Lo podemos ver? —Cristian preguntó después de agradecerle por la información nueva después de varías horas esperando.

—Esta adormilado, su cuerpo necesita descansar mucho, probablemente este sedado hasta mañana, pero podrían pasar de a uno, solo a verlo  —el doctor nos sonrió genuinamente antes de retirarse,  dando toda la tranquilidad que necesitábamos, aunque me sintiera peor que nunca, saber que estaba bien me daba un poco de luz, aunque el sentimiento de culpa seguia aferrado a mi.

—Anda Nahuel, pasa primero asi después te vas a bañar porque das asco. —Cristian lo alentó, a su manera, y Nahuel sin chistar se encaminó hacia las escaleras que lo dirigían hacían las habitaciones privadas del centro médico.

—Bueno, me voy —le dije a mi amigo y el se quedó mirándome, habíamos hablado poco y nada después de la situación en la fiesta, un abrazo fuerte al llegar con mis ojos totalmente empapados de lágrimas y después, absoluto silencio entre ambos. No era incómodo, o no tanto, pero el sabía que si tenia algo que reprocharme, no era el momento.

—Estas hace de las siete de la mañana, Mia. Pasa a verlo después de Nahuel y te vas —dijo serio, intentaba desviar mis pensamientos pero empezaba a notar su distancia hacía mi—. Yo voy a esperar a Silvina —dijo refiriéndose a la mamá de Lisandro.

—Soy la última persona a la que quiere ver, Cristian.

—No tenes la culpa de nada, Mia —aun con su seria mirada y sus brazos cruzados, me respondía. Su aspecto no me tranquilizaba para nada—. Y aunque la tuvieras, igualmente te querría ver.

—Hasta vos me miras mal, Cristian. No me quiero imaginar el, ya se que esta todo bien, si pasa algo, avisame por favor. —no contuve mis sentimientos, y tenía que hacerle notar a mi amigo que sentia su distancia.

MÍA | Lisandro Martínez Where stories live. Discover now