17 ☆

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No siempre las mañanas soleadas son felices.

-¿Tienes todo listo? ¿Llamaste a tu madre?
¿Te despediste ya de la señora González?- Diego parecía un padre sobreprotector bombardeando con preguntas al más bajito en plena sala.

-Sip, sip y sip... respondió tierno como un niño -Déjame ver si traigo todo... - empezó a revisar en su satchel blanca -Pasaporte, llaves, billetera, documento de identificación, boleto, hmmm sí -enumeró tan tierno que Diego sonrió

-¿Seguro que no quieres que te lleve?

-No lo hagamos más difícil ¿quieres? -rió levemente. Había algo en él, particularmente ese día que lo hacía verse en demasía adorable... Dios, Diego tembló para controlarse de besarlo.

Pero lo que sí hizo fue atraparlo en un abrazo necesitado, sin lágrimas de por medio esta
vez.

No iba a llorar, porque él tenía muy en claro también sus metas.

-Te voy a extrañar -musitó apretándolo más.

Jorge se permitió aspirar con fuerza una última vez su característica colonia que olía a frutas. Joder, lo iba a extrañar demasiado.

Cerró sus ojos y dejó que el abrazo se alargara muchísimo. El iba a guardar ese abrazo en sus más preciados recuerdos.

-Yo también, Yeyo-musitó y sobó su espalda con cariño.

-¿Sabes que te voy a amar toda una maldita vida, no? -se separó del abrazo, mirando sus ojos ya no tan caídos.

-¿Sabes que te voy a amar toda una maldita vida, no? -se separó del abrazo, mirando sus ojos ya no tan caídos.

-Creo que no eres el único - admitió en una risita.

No fue difícil verse a los ojos por largos dos minutos. Podrían pasar diez años más y sus corazones seguirían latiendo a un mismo ritmo exaltado al verse a los ojos. Era mágico, incluso después de toda la mierda hiriente, era mágico.

-Mierda, no estás ayudando Diego -el menor fue quien rompió la conexión.

¿Fácil? No, no era fácil. Estaba a nada de romper el boleto y lanzársele encima, pero no, no Coky

Diego no soportó la falta de contacto y se le tiró encima en un abrazo más apretado.

-Te amo enano, cuídate mucho ¿sí? -ahuecó la cabeza del mayor en su mano.

-Yo también bobo, cuídate también... su voz fue apagándose.

El hecho de que usaran los apodos que usaban al inicio de su amistad, le agregaba esa pizca melancólica que le faltaba a la despedida en general, que más que triste, parecía ser todo lo contrario.

-¿Me escribirás? - Jorge lo vio incrédulo, como si hubiera dicho un mal chiste, a lo que Diego rió - Era broma, era broma. Sé que no lo harás... -para su mala suerte, la tristeza en su voz le quitó lo chistoso.

-Tal vez lo haga-se encogió de hombros sonrojado.

-Amaría eso -le sonrió él.

Jorge sonrió risueño ajustando el agarre en su maleta.

-Ad-

-Ni se te ocurra decir eso, Anzaldo- regañó -
Es un hasta pronto.

Jorge ensanchó su sonrisa de a poquitos.

Ojalá así fuera.

-Hasta pronto entonces... Yeyo -decir eso le había costado mucho, arrastró las palabras con toda la pausa que pudo, porque una parte de él, no podía creerlo todavía.

-Hasta pronto, Coky.

La mano en el pomo, la puerta abierta, su cuerpo saliendo, él saliendo...

Una última mirada acompañada por una sonrisa.

La puerta se cerró.

Diego ensanchó su sonrisa porque... él ya no era un cobarde.

No tenía porque llorar, porque al igual que Coky él tambien lucharía por sus sueños.

Definitivamente era un hasta pronto.

Miró su reloj de muñeca una vez más antes, de reingresar a la habitación.

 ☆Only |diorgeWhere stories live. Discover now