Paciencia

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Los chicos notaron rápidamente el nerviosismo de Brett al entrar al cuarto.

-¿Otra vez fuiste a insistirle a Reagan que comiera otra cosa a parte de bebidas alcohólicas cierto?-. Dijo Gigi mientras se acercaba al hombre.

Cada vez que Brett tenía que mentir hacia todo lo posible por evitar el contacto visual, algo que usualmente se le daba hacer por su naturaleza tan amigable, pero no podía evitar esquivarlo cuando sabía que tenía que decir alguna mentira por piadosa que fuese.

-Yo, yo sólo quería animarla y le llevé unas películas, pero es lo mismo que siempre-. Decía el chico, no quería hablar sobre nada de lo que había pasado minutos atrás.

Tenia una cosa clara en ese instante, no quería tener que toparse con Myc, no necesitaba que algo así se supiera cuando su amiga estaba tan frágil.

En el cuarto sólo estaba Gigi y Glenn, de los cuales Glenn permanecía interesado en una acalorada llamada de teléfono con su ex esposa, y Gigj quién verdaderamente parecía preocupada por su amiga en el instante en el que le hizo la pregunta había quedado satisfecha y ponía su atención a sus propios asuntos.

<¿Cómo vas a ser capaz de ver a los ojos a Reagan otra vez?>-. Pensaba en su mente con una mirada vacía y con sus dedos pulgares jugando de un lado al otro.

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-Eres tan ciega que no te habías dado de cuenta de los sentimientos de tu propio mejor amigo-. Murmuraba en voz baja la nueva directora de Cognito inc.

-Debo estar loca de sólo pensar en mirar tal y como hice con Stadler todos los futuros posibles-. Ni siquiera quería saberlo en realidad, estaba segura de que no había ninguna posibilidad tal y como su pasada relación de que pudiera haber algo bueno o algun futuro en el que eso pudiera terminar en algo feliz.

Se puso la mano en la frente y dejó su mente en blanco, pero no podía evitar seguir pensando después de unos pocos segundos.

Él era una persona tan cálida, afectuosa, era todo lo que ella no sería jamás, ¿Por qué se sentiría atraído hacia ella? Quizá era verdad eso de que las personas se complementan a niveles subconscientes.

Algo así había leído en algún libro de psicología, de esas veces que trató de aplicar todo lo que venía ahi para que sus relaciones sociales no fueran tan extrañas.

Todo eso lo estaba pensando sin siquiera hacerse la pregunta más simple y obvia de todas

¿Sentía lo mismo por él?

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Brett vivía en un departamento a 20 minutos, era conveniente, rápido y la gente era amable, todo lo que podía desear de un lugar.

El día había pasado terriblemente lento en la oficina, por alguna razón sentía que en cualquier momento podría toparse con su mejor amiga, aunque, ¿Después de eso de verdad lo seguirían siendo como siempre?

Las ideas lo comían vivo, empezó a calentar una lasagna que había hecho hace un par de días, era en verdad un buen cocinero, tenía que darse crédito en algo.

Mientras la comida se calentaba se sentó en su cómodo sillón y prendió la televisión, puso la primer película que salía en la típica promoción y trató de concentrarse en cualquier cosa que no fuera en su amada peli-café.

El sonido del timbre lo sacó de su breve trance.

No hay muchas personas que tocarían su puerta a las 11:10 de la noche, las únicas veces en las que habían interrumpido sus calmados días en casa habían sido para tratar de venderle cosas de extraños catálogos, y habían sido en momentos significativamente más temprano.

Aún así se dirigió a la puerta <quizá el vecino del 399 quería un poco de pimienta para su comida de media noche>.

Había muchas opciones a tomar en cuenta, y en frente de él estaba la última y la que más hubiese deseado.

Reagan Lucia empapada por la breve lluvia que arreciaba esa noche, y en su cara había cierta expresión de amabilidad, tal y en esas situaciones donde se sentían complices de alguna situación retorcida en congnito.

-Reagan, tú, ¿Qué haces aquí? Cómo sabes que...

Y antes de que pudiera terminar la oración Reagan se acercó al chico.

-Brett sabes que encontrar donde vives es absolutamente lo de menos, ni si quiera estoy muy segura de por qué vine, sólo se que me gustaría hablar contigo...
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My beloved Reagan Where stories live. Discover now