Roto

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En la época de 1958, una noche llena de lluvia y fuertes vientos congelados dominaba la ciudad las personas hacían lo posible para mantenerse caliente en las frías calles inundadas de agua. Un hombre que ya estaba la borde de sus 30 años trataba de que su paragua no saliera volando por las violentas brisas que le indicaban que debía regresar rápido a su hogar a no ser que quiera un resfriado.

El hombre era alguien casado y con tres hermosas hijas que lo llenaban de orgullo, pero ahora la vida no le sonreía de la mejor manera debido a su falta de trabajo que era necesario para traer el alimento a su casa y pagar la educación de sus niñas que de seguro lo esperaban con ansías junto a su querida esposa que intentaba cada día de preparar una buena comida con lo poco que había en la nevera.

La culpa llenaba el corazón de aquel sujeta que ya no podía con aquel atroz clima salido de sus peores pesadillas, vio a los lados has encontrarse cara a cara con un callejón que cadesia de cualquier tipo de luz existente. El hombre tuvo que conformarse con su "refugio improvisado" y saco su linterna para asegurarse que no hubiera una sorpresa indeseable a la que tenga que enfrentarse. Ya revisado el callejón, el señor entro para cubrirse de las pequeñas gotas de lluvia que mojaban sin parar su ropa con el techo de las casas, a pesar de poseer un paragua que lo cubre, los fuertes vientos no colaboraban y hacían que el único medio para cubrirse de la lluvia no cumpliera con su cometido.

-Tendre que esperar a que la lluvia pase-

El señor veía como los autos pasaban de un lado a otro sin importarle de empapar por error a alguien, la gente que conducía solo quería llegar a su casa a ahogarse en su miseria o descansar un poco de un largo trabajo mal pagado y llenos de gritos innecesarios.

El hombre saco de su bolsillo un abano y unos fósforos para encenderlo, en el fondo sabía que eso dañaba su salud, pero a la vez lo necesitaba para relajarse de tanta presión acumulada.

-No debería fumar, porque mejor no come algo delicioso como una manzana, son más saludables-

Una voz débil sonó en el fondo del callejón, el señor solo lo ignoro pensando que era una anciana que no tenía nada mejor que hacer que meterse en los asuntos de desconocidos.

-Es malo ignorar a las personas-

El sonido de una bolsa se escuchó seguido de un gato que salió disparado del lugar como alma que llevaba el diablo. El señor dió un brinco del susto que dejó caer su abano, tomo rápidamente su linterna y apunto a dónde se originaba el ruido, un parde bolsas se movían dejando caer una especie de muñeco roto, el hombre se acercó lentamente sin dejar de alumbrar el fondo del callejón, con miedo dió unos pequeños toques al muñeco de apariencia desgastada y rota.

-Es solo un juguete y yo preocupando por nada- Dijo el sujeto molesto por el gran susto que ese maldito gato le hizo pasar.

-Bueno, juguete, juguete no soy-

El pequeño muñeco empezó a moverse, el señor veía con los ojos bien abierto como aquello se movía, no podía creer lo que sus ojos presenciaban ¿Acaso aquellas copas de alcohol finalmente le hicieron efecto? ¿Su imaginación jugaba una mala broma? ¿Finalmente se había vuelto loco de tanta preocupación?.

-Je, se que no me veo presentable, pero mínimo déjame presentarme- El muñeco hizo como se aclarara la garganta- Me llamo Wally Darling y soy como ves, nada humano- Wally al terminar de hablar dió una risita.

-Eres...¿Estás vivo?- Pregunto el hombre aún sin creer lo que veía.

-Emmm, creí que si ¿Que es exactamente estar vivo?- pregunto Wally mientras se arrastraba a dónde el señor.

-Bueno emm, estar vivo es respirar, sentir... Emm, que tengas un corazón que lata- Dijo el señor algo pensativo.

-Oh.... Entonces estoy vivo- Dijo Wally sonriendo.

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