Día 1

656 34 6
                                    

Centro de mesas, colores, música, iluminación, vestuario, canapés, casi que Mario sentía que dirigía la película del siglo pero no, era algo mucho más importante, su boda y quería que todo fuera perfecto, en especial los invitados.

-Amor ¿Estás pensando en la lista de invitados otra vez?—Daniel tomó la cintura de su prometido acariciando esta debajo de la fina tela de la camiseta que usaba de pijama mientras que este veía esa lista realmente larga.—Tranquilo, no creo que Armando se aparezca por allá.

El castaño alfin sonrió ligeramente dejando de ver la encimera para ver al hombre con el que ya había convivido por más de cinco años, pasó suavemente sus brazos por los hombros del contrario con una sonrisa para luego unir sus labios por un par de segundos, amaba las mañanas con su pareja.

-Mmh es verdad, pero aún no supero que fuera tan tonto de escribir "familia Mendoza" en esa invitación.

-Y yo te aseguro que Roberto no va a ser tan tonto de decirle a su hijo.

Mario asintió y quiso dejar de pensar en eso bajando su vista a la par que ambas manos hasta los pectorales desnudos del menor dónde apretó estos juguetón para escapar hacia la habitación principal con la intención  de llegar lo más rápido posible pero unos brazos fuertes lo sostuvieron del torso antes de llegar mientras que los labios de Valencia besaban su cuello causándole cosquillas, ambos reían y jugueteaban para luego iniciar un beso apasionado al tiempo que se encaminaban dentro de la habitación.

-¿Nos bañamos juntos?—el menor indagó entre besos cortos que viajaban desde sus labios hasta sus clavículas.

-¿Yo cuándo le he dicho que no al sexo mañanero?

Y era cierto, el castaño casi nunca le decía que no a su futuro esposo y mucho menos cuando se trataba de hacer el amor así que rápidamente tomó los muslos del de cabello oscuro logrando enrollarlos en su cadera para iniciar con la acción.

Ya después de realmente bañarse ambos se arreglaron para empezar con su día y mientras Daniel iba a trabajar, Mario ahora disfrutaba de una agenda mucho menos apretada por lo que su primera parada sería el gimnasio, pasó un par de horas levantando peso, sudando y ganando unas cuantas miradas coquetas, simplemente ignorandolas hasta que sintió que fue suficiente y se fué a duchar, era un buen día, tanto que parecía que no se podía poner mejor.

A la salida del establecimiento se dirigió a un supermercado para hacer las compras del mes pensando siempre en sus necesidades y las de su prometido, pero al querer alcanzar un artículo en los estantes más altos de la tienda en puntas de pies su equilibrio le hizo una mala jugada causando que su espalda chocará con la de alguien más.

-Oh, lo siento —Mario detuvo su disculpa de la sorpresa al ver el rostro de la persona con la que se había chocado —¿Armando?

El azabache parpadeó dos veces como si no lo creyera y se talló uno de sus ojos, su ropa formal estaba desarreglada, no usaba corbata o lentes, hasta ojeras con ojos rojos y ni si quiera parecía que se había peinado u afeitado, se veía terrible.

-Hola Calderón—Habló finalmente con una voz rasposa sacando al más alto de sus pensamientos—No pensé que fuera de los que le gustará el cereal de niños.

Ese tono cansado y comentario sarcástico significaba que no estaba de buen humor, o por lo menos de lo que recordaba así que lo mejor sería hablarle como si nada colocando sus lentes de sol sobre su cabello con una pequeña sonrisa.

-Pues a Daniel le gustan.

-¿Aún sigues con él?—A Mario le daba mucha gracia la sorpresa del menor además que eso significaba que no sabía nada de su compromiso y eso lo ponía aún más feliz pero no iba a demostrarlo, solo asintió mientras guardaba la caja de cereal en su carrito de compras.

Nueve días para toda la vida[Daniron/Marniel]Where stories live. Discover now