3.

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Un pequeño descanso

Demian iba a sacar la última caja de la casa, cuando escucha una voz particular: la voz de su hermano menor. Camina decidido hacia el patio trasero, encontrándose la imagen más perturbadora y horripilante que jampas había visto: Su pequeño hermano, colgado en el mismo árbol en el que indicó Ed que se había suicidado la bruja. Corrió hacia adentro en busca del teléfono de la casa, puso el número de su mamá en él y esperó impaciente a que contestara.

—¿Mamá? —preguntó al oír la voz de la mayor.

—¿Demian, hijo?

—Sí, sí. Escucha, necesito que me digas en dónde está Brandon y si está bien.

—¿De qué...?

—Por favor, mamá. Por favor —susurró con miedo.

—Sí, está bien. Está comiendo una galletas que le dejé en el cuarto —contó la madre, luego de unos cinco minutos en silencio.

—Gracias a Dios —murmuró a nadie—. Lo siento, mamá. Te contaré después.

—Demian, amor —llamó la rubia—. ¿Te encuentras bien?

—Sí, yo... Solo creí ver algo. Es todo.

—¿Creíste?

—Creí ver a Brandon ahorcado —contó.

—Oh, mi vida —susurró enternecida, pasó sus manos por los brazos del de cabello marrón—. Está bien. No te lo imaginaste.

—¿De qué hablas?

—Lorraine pasó algo similar ahorita. Creyó ver a su hija ahogada en el lago. Dice que es una especie de advertencia.

—¿Y qué hago yo sin poder ayudarlo?

—No lo sé.

Los Warren explicaron la razón de que se los hayan llevado con ellos y era para que el padre escuchara su experiencia en la casa de los Perron y que la iglesia pudiera intervenir. Cuando llegaron a la catedral esperaron ansiosos a que el padre los llamara, y así fue luego de unos minutos. Preguntó e inquirió por la versión de la pareja. Al salir del establecimiento, Ed habló con la pareja en privado.

—Quiero saber cómo se sienten.

—Demian vio a su hermano menor ahorcado —soltó la rubia con preocupación.

—Eso es una amenaza hacia ti y a tu familia. Involucrarte con demonios tan peligrosos suele hacer eso. Si deseas volver a tu casa con tu familia, lo entenderé.

—No, yo... Yo avisaré a mamá que cuide a mi hermano, pero no me iré. No sin haber hecho algo más por ellos —decidió el de cabello marrón.

La tarde la pasaron más relajados, aun con tención por el miedo que generaba el caso; pero trataron de tener una tarde en paz. La joven pareja estuvo acostada en el cuarto de invitados de la casa Warren, Ed les mostró el cuarto de artículos malditos cautivando a los muchachos por tantos que tenían en él. En especial aquella muñeca en una vitrina: Annabelle.

—¿Qué pasaría si abro esto? —preguntó Demian al mayor.

—Bueno, un demonio muy poderoso escaparía —respondió Heather.

—¿Has leído sobre ella?

—Leí un libro que encontré en la biblioteca y un periódico en el que hablaban sobre ella. Muñeca usada como conducto para poseer cuerpos y robar almas, ¿no es así?

—Sí, así es —sonrió Warren.

Un rato después, los jóvenes estuvieron acostados en la cama de la habitación de invitados.

—Heat, amor —llamó Connor.

—¿Sí?

—¿Crees que ellos puedan librarse de eso?

—¿De qué? ¿El demonio?

—Sí.

—No lo sé. No sé qué pasará con ellos y tampoco con nosotros. Lamento haberte involucrado en esto, sé que nunca lo quisiste.

—Al inicio me parecía la estupidez más grande del mundo y luego de ver a la familia tan asustada, yo... me sentí feliz de estar ahí. ¿Irónico, no? Sentirme feliz por ayudar a una familia invadida por espíritus. Nunca creí decir algo así.

—Solo quiero ayudarlos, que salgan de esa casa sanos y salvos.

—Lo harán, ya verás. 

Como si eso fuera posible —susurró, cayendo en un profundo sueño.

PERRON |el conjuro|¹ ✓Where stories live. Discover now