« Capítulo Único »

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─...Deja que vaya solo, Hoyuelo.

Hoyuelo abandonó cualquier intención de acompañar al chico tras oír aquellas palabras, provenientes de un hombre al que nunca antes había visto tan destrozado, sorprendiéndole incluso verle aún de una sola pieza... aunque bueno, bien sabía que el cuento hubiese sido otro de no haber sido por su intervención.

Ambos contemplaron la espalda menuda y a su vez firme de un Mob completamente distinto, con cada paso llevándole a una respuesta que todo mundo con antelación sabía. Sin embargo, y antes de poder continuar divagando sobre las posibles consecuencias, el espectro escuchó un impacto seco contra el suelo, con sus pupilas contrayéndose y sin conseguir articular prácticamente nada al caer tarde en cuenta de la probable causa.

Shigeo, y absolutamente ajeno a ello, se plantó frente a la chica con la que desde niño soñaba estar, y no precisamente bajo términos amistosos. Su mirada paciente y aparentemente comprensiva hacía que su voz temblara, que no pudiera mantener sus pupilas fijas en ella por más de un minuto, aunque su corazón permanecía inusualmente calmo, como si supiera muchísimo antes que él el dictamen de esta situación.

La flor solitaria entre sus dedos amenazaba cada dos por tres con deslizarse y perderse entre el resto de escombros a sus espaldas, mas sin lograr detenerle de la diatriba de palabras que se desbordaban sin más de sus labios. No obstante, el silencio pareció volverse todavía más perpetuo al verle bajar la vista e inclinarse en un inequívoco gesto de disculpa; lo que vino después fue algo que detuvo todo en su interior, consciente de que en el fondo siempre supo que nunca iba a tener una oportunidad.

No pasó demasiado para que sus caminos acabaran por separarse una vez más, regresando a simple vista inalterable sobre sus pasos, ignorando de la mejor manera el picor inundándole los ojos con más intensidad cada vez más... y, aún así, y con el rechazo pesándole de cierta forma, nada lo preparó para la imagen que tenía ahora delante de sí, fijándose primero en Hoyuelo y luego en el cuerpo inerte de su maestro en el suelo, descubriendo tardíamente que las pequeñas manos del espectro apenas conseguían moverlo unos míseros centímetros.

Finalmente la última flor terminó olvidada en cuanto corrió para ir hacia el verdadero encuentro, el único que hasta entonces había hecho despertar a su corazón.

─Maestro?!─cayó de rodillas sin más, llevando las manos hacia uno de sus hombros y removiéndolo con mucho más ímpetu que Hoyuelo, con la desesperación filtrándose tras cada uno de sus movimientos─. Maestro Reigen?!...

─No es momento para entrar en pánico!─el espectro percibió la forma en que la energía del chico se agitaba, teniendo que flotar hasta acaparar mayormente su campo de visión. Y es que si acababa presa del shock, ya no habría vuelta atrás─. Escúchame, Shigeo! traes tu celular contigo?─visiblemente ido le vio revisar en sus bolsillos, dando con el móvil aparentemente en buen estado─ apresúrate y llama a emergencias!─el esper tecleó con los dedos temblorosos el número en cuestión, con la conmoción haciéndole empalidecer cada vez más─ necesitaré que me ayudes con esto.

Una vez pidió ayuda en un agudo tono de voz y cortó, Shigeo estuvo a punto de paralizarse en su lugar al percibir un líquido rojizo empapándole las manos, atando de golpe los cabos en su cabeza; sin embargo, la razón detrás de ello fue uno de los escombros habiéndole impactado por el costado, probablemente cuando trataba de llegar hasta él. Fue irremediable que las lágrimas no salieran después de darse cuenta, acatando las órdenes de Hoyuelo incluso si sentía que una parte de él no le estaba escuchando en realidad.

─...Mob?

Los dos parecieron quedarse de piedra al oír la voz de Arataka entrecortada, moviéndose apenas un poco para encarar de forma lamentable a los únicos que le acompañan en medio de tanto caos. Una pizca de orgullo le embargó al encontrarse con la expresión casi estupefacta de Hoyuelo, como si no diera crédito a lo que veía; poco después se fijó en el chico a su lado, en sus labios temblando, en su mirada que parecía quebrarse cada vez más, adivinando lo que debería estar pasando por su cabeza en ese momento.

ごめんなさい | ReiMobWhere stories live. Discover now