|Capítulo 2ᵏᵃᶻᵘᵏⁱ|

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De repente la puerta del café se abrió. De ella surgieron dos hombres de bastante altura y robusto tamaño corporal que vestían traje elegante. A primera vista no lo noté, pero ambos estaban armados. Supuse que eran una especie de guardaespaldas, lo cual me intimidó y me llenó de más dudas.¿Qué tan importante era este pez gordo cómo para tener guardias vigilando?

Los sujetos observaron todo el lugar y se ubicaron a los costados de la puerta, uno de ellos hizo un ademán con la mano en forma de aviso. Fue entonces que la jefa entró al local guiando a un grupo de personas. Tanto hombres como mujeres brillaban con sus atuendos lujosos que desprendían elegancia y presencia. Según mi vista, sus edades iban desde gente jóven hasta ancianos con bastón.

Miré a mis compañeros, ellos estaban tan perplejos como yo. Ninguno entendía por qué esta clase de gente se reuniría en este lugar. Una vez que todo el grupo tomó asiento, la gerente les dió una cálida y respetuosa bienvenida, por supuesto, no tardó en comentar que sus empleados estaban para servir todas las órdenes que se les diese. Los tres asentimos tragándonos varias maldiciones sobre la madre de la jefa. Ella saludó con una reverencia y se marchó del café, no sin antes clavar su mirada en nosotros en modo de advertencia.

—A trabajar.
Dijo Makoto subiéndose las mangas de su camisa.
—Podemos con este encargo.
Dijo casi en susurro. Mel y yo asentimos con una sonrisa. Cada uno tomó su respectiva tarea. Yo tomé mi anotador y me dirigí a la gran mesa para tomar las órdenes.
—Oye, chico.
Sentí como una voz gruesa y ronca me llamaba. Miré en su dirección y noté que pertenecía a un hombre que sobresalía del resto. La combinación de su traje rojizo opaco y su rostro tenso emanaban un aura oscura y sombría.
—¿Acaso eres sordo? Te estoy hablando mesero.
Exclamó elevando la voz. Yo parpadeé varias veces para salir de mis pensamientos y caminé hacia él.
—Disculpe, señor. ¿Ya está listo para pedir su orden?
Dije haciendo una leve reverencia en forma de disculpa.
—Por ahora sólo sírvenos café.
Exclamó mientras leía el menú que sostenía con fuerza.
—Luego te llamaré para ordenar más. Así que sirve el café y esfúmate.
Dijo con un tono firme sin mirarme a la cara. Yo asentí y volví sobre mis pasos dirigiendome a mis compañeros.
—Ya lo escucharon.
Susurré con la mirada baja. Mel acarició mi hombro y me sonrió.
—Podemos soportar esto.
Dijo Mel para darme aliento. Yo le sonreí.

Servimos varias rondas de café. El ambiente de la reunión era calmado y protocolar. Sin duda alguna, aquel sujeto era la cabeza de esta organización. Nadie hablaba por encima de él, tampoco se opinaba sin tener su autorización. Muchos de los temas que trataban no los entendía del todo, en especial términos económicos, financieros y políticos. Pasaban las horas y no parábamos de servir café y masas finas que ordenaban.

Suspiré aliviado de saber que esta reunión no sería la gran cosa y que la habían pintado como la legión de la muerte, cuando en realidad eran sólo ancianos con mucho dinero que hablaban de cosas aburridas. Sin embargo, hablé demasiado pronto, ya que la puerta se abrió por primera vez desde que inició la reunión y de ella se asomó un jóven de cabello negro recogido que mostraba una expresión seria en su rostro. Todos los presentes voltearon a verlo y guardaron silencio. Todos excepto el jefe, quién frunció el ceño y exclamó frío.
—Llegas tarde. Siéntate. Luego hablaremos.
El jóven hizo una reverencia y dijo inexpresivo.
—Lo siento, jefe.
Luego tomó asiento y bajó la mirada. La reunión prosiguió como si nada.

Con mis compañeros ansiábamos que concluyera este encuentro, estábamos cansados de fingir sonrisas y sumisión ante estos ricachones. Después de un par de intercambios de palabras el pez gordo se puso de pie y finalizó la reunión. Poco a poco, el grupo abandonaba el lugar. Esto había terminado, pero por alguna razón el jefe y el jóven de cabello negro aún no se retiraban. Ninguno de los dos se miraba hasta que el más viejo exclamó firme.
—Llegar tarde es una falta de respeto hacia mi persona.
Su voz ronca daba más miedo que antes. Su postura corporal indicaba su enojo hacia el chico.
—No quiero ningúna excusa. Así que no trates de mentirme con tus estúpidas palabras.
Su tono de voz se elevaba con cada frase. El jóven sólo se limitaba a asentir.
—Estoy decepcionado. Tú me decepcionas. Tus desiciones sólo me humillan frente a la organización.
Cada palabra sonaba como un puñal furioso. Pobre chico. Con mis compañeros observabamos temerosos la escena.
—Recuerda que sólo eres un miserable empleado como esos tres de allá.
Se acercó al jóven agresivamente y nos señaló de forma despectiva. Yo tragué saliva.
—No te iguales con mi persona. Yo mando, tú obedeces.
En este punto su voz reflejaba mayor enojo e ira. Sus manos formaban puños cerrados con fuerza.
—¿Entiendes lo que digo, Rei?
El chico llamado Rei asintió y exclamó cabizbajo.
—Lo entiendo, jefe.
De repente, el sujeto golpeó una mejilla del chico formando una marca roja. Sentía que en cualquier momento aquel jóven lloraría de rabia.
—Cuando me hables debes mirame a la cara.
Exclamó firme. Sentía pena por él, no merecía ese trato. Tomé coraje y caminé hacia ambos para con voz temblorosa decir.
—Disculpe, señor. No debo entrometerme, pero su trato hacia el jóven me parece inadecuado.
Miré a Rei. Su expresión reflejaba angustia y dolor.
—Tu lo has dicho, no te entrometas en mis asuntos, mesero imbécil.
Exclamó burlón. Luego arregló su traje y salió del lugar sin decir nada.
Nuevamente suspiré. Ese anciano de mierda se había ido.
—¿Te encuentras bien?
Preguntó Mel al chico asustado a mi lado. Él asintió.
—Gracias por el servicio.
Dicho eso, sacó dinero y lo colocó en la mesa en forma de propina.
—Disculpen los inconvenientes.
Dijo haciendo una reverencia para luego retirarse del local.
—Kasuki, ¿Acaso estás demente? ¿Por qué enfrentaste a ese viejo?
Soltó Makoto confundido.
—Sentí pena por él ¿Está bien? Algo dentro de mi quería ayudar a ese chico.
Exclamé mientras tomaba el dinero de la mesa y lo repartía en partes iguales.

𝙍𝙚𝙛𝙪𝙜𝙞𝙤 ᴷᵃᶻᵘᵏⁱ ˣ ᴿᵉⁱWhere stories live. Discover now