Capítulo 11: CERCANÍA .

28 14 0
                                    

      Por un momento me enmudeció ese beso tan repentino. Mi piel se erizó, mi corazón latió fuerte, comencé a sudar… Sí, me estaba enamorando.

Sus labios se sentían tibios.

Por un segundo se detuvo el mundo para mí; no había dolor, no había soledad, solo estábamos él y yo, en un pequeño pedazo de infinito.

En ese momento escuchamos un estruendo.

James se aparta y camina hasta la puerta de la carpa para asomarse por una ventana pequeña.

   —¿Qué fue eso? —digo con miedo mientras me siento.

   —Tal parece que ese señor tenía razón.

   —¿Razón…? ¿Quién tenía razón?

   —Despertó el volcán cercano, por eso hubo un terremoto hace un rato. Debemos salir de aquí, ¿puedes levantarte?

   —Si, aunque tal vez me cueste un poco; aún me siento débil.

   —Tranquila, yo seré tu apoyo —me dice con esa sonrisa que vale millones.

      Camina hacia mí. Se voltea y acerca su hombro para que me sostenga. Sentí mucha nostalgia; mis ojos se llenaron de lágrimas.

   —¿Puedes levantarte?

   —Sí —rápidamente seco mis lágrimas.

Un segundo estruendo se escuchó; esta vez fue más fuerte.

   —Debemos salir de aquí, Holy —susurra James.

Salimos de la carpa… Todo estaba oscuro.

      Las cenizas del volcán habían cubierto gran parte de la ciudad. Debido a la baja visibilidad y las fallas eléctricas se hacía muy difícil caminar para salir de la zona.

El volcán ardía inclemente; logré ver unas grandes llamas saliendo de el…

      Mientras caminábamos, James se acerca a mí, se queda mirando mi rostro y luego comienza a limpiarlo con su mano.

   —Tienes mucha ceniza en la cara —me dice riendo.

   —No te aproveches del momento.

Quito el rostro.

   —Cierra los ojos, Holy.

   —¿Por qué tendría que hacerlo?

   —¿Confías en mí?

Me quedo en silencio.

   —Está bien…

Se quita la camisa.

   —¡N-No se te ocurre nada bueno…!

Apenada, tapo mis ojos.

   —Dame una mejor opción para ayudarte. Úsala para cubrirte de las cenizas —me dice suavemente mientras coloca su camisa sobre mi cabeza.

Su amabilidad hacía que mi corazón no parara de latir.

Todo lo que él era me gustaba. Su sonrisa, su valentía, su perseverancia. Había llegado a ese punto en el que no quería estar lejos de él.

   —Más o menos a 20 kilómetros al salir de la ciudad, existe un refugio —dice James si mirarme.

   —¿Estás seguro?

   —A veces iba a ayudar en ese lugar.

   —Entonces tenemos que buscar cómo movernos hasta allá y rápido.

UNA NOCHE COMO EL DÍA ™Where stories live. Discover now