Capítulo 8 "Tate"

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-Len-

No podía creer lo que estaba viendo.

Era una mano, una mano humana. Una mano que pertenecía a alguien. 

Me incorporé sobre mis rodillas y busque el resto del cuerpo, palpando con la mano la tierra. Estaba suave y húmeda, así que había sido removida hace poco.  El resto del cuerpo debía estar enterrado debajo.

—¿Qué rayos es eso? – exclamó Josh cuando llegaron a mí.

–¡Oh, Dios mío! – dijo Anne llevando sus manos a su boca.

—Len, levántate – Simón se acercó a mí y me ayudó a ponerme en pie.

—Eso es una persona... – dijo Caleb – ¿Muerta?

—Debemos salir de aquí – lloriqueo Anne tirando del brazo de Josh.

—¿Y sólo dejarlo aquí? Debemos llamar a la policía – dijo Ellie con voz temblorosa. Tenía razón, debíamos llamar a la policía de inmediato.

—Aquí no tengo señal – Alan revisó – saldré y llamaré, pero alguien debe quedarse con... él o ella. – Y sin más corrió de vuelta al Tronco.

—¿Quién eres? – susurré y me agaché de nuevo para revisar de quién era el cuerpo.

—¡Len! ¿Qué demonios haces? – grito Simón – deja eso. Qué se encargue la policía.

Ya había empezado a escarbar en la tierra con las manos. Caleb imitó mi acto y se agachó para ayudarme.

Anne lloraba en silencio recostada de un árbol y Josh intentaba consolarla, pero él también estaba temblando.

Simón y Ellie solo nos observaban.

Escarbamos un poco más y ahí estaba su rostro, pálido y sin vida.

Oh, por Dios Santo.

Era Tate. 

Lisa había estado buscando a su hermano hace unos momentos cuando entramos... y él estaba aquí, muriendo.

5 minutos después de que Alan saliera del bosque para llamar a emergencias, la policía llegó.

Cómo era de esperarse se creó un caos entre los presentes en el Viejo Tronco.

Algunos incluso salieron corriendo, huyendo, cuando vieron las luces de los autos de policía acercarse.

Pero la mayoría se quedó para observar.

Alan los guió a los oficiales hacia donde estábamos y les mostramos donde encontramos el cuerpo, luego nos pidieron que saliéramos para que pudieran hacer su trabajo. Debíamos esperar afuera, dónde un oficial nos tomaría una rápida declaración.

¿Qué hacíamos en el bosque?

¿Cómo lo hayamos?

¿Lo conocíamos?

Fueron las preguntas que respondimos.

—¿Qué está sucediendo? ¿Alguien vio a mi hermano? necesito encontrarlo. – preguntó Lisa.

Santa Virgen de la Misericordia.

—Lisa – llamé – Lisa, escúchame. Lo lamento muchísimo, Tate... encontramos a Tate... por eso llamamos a la policía.

—¿Lo- lo encontraron? ¿Y por qué no salió con ustedes? ¿por qué vino la policía?

—Lisa él... – se quebró mi voz.

—¡NO! no puede ser...

Justo en ese momento salían los oficiales trayendo el cuerpo de Tate en una bolsa negra. Lisa corrió hacia ellos y juro que nunca olvidaré sus gritos de dolor al ver a su hermano.

Sangre MalditaOnde histórias criam vida. Descubra agora