MARCOS-Escuchar

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Se está yendo y me decido a acelerar el paso y ponerme a su lado. No quiero despedirme tan pronto de ella.

-Podríamos ir juntos hasta nuestras respectivas plantas.

-Sí, mejor, no vaya a ser que te pierdas.-me dice con cierta gracia.

-No está mal perderse de vez en cuando si acabas en un sitio que merece más la pena.

Se gira y me mira, creo que acabo de ponerla bastante nerviosa.

-A veces una necesita perderse para luego encontrarse, ¿no crees?

No me esperaba esa respuesta. No sé qué quiere decirme o transmitirme, pero si el propósito era descolocarme, lo ha conseguido.

Entramos por la puerta del hospital, y veo como un chico joven, diría que de la misma edad que ella, se le acerca con una gran sonrisa.

-¡PABLOO!-la escucho que grita emocionada.

Los dos se funden en un abrazo y dan saltos de alegría al verse. No sé por qué pero me pongo tenso en ese mismo momento. Tendría que estar yo abrazándola así, pegado a ella y debería ser a mí a quien le dedicara esa sonrisa. ¿Por qué? ¿Por qué siento este instinto de proteccion y posesión ante una chica a la que conozco de dos días prácticamente?

-Mire, señor Méndez, él es Pablo, nos conocemos de la universidad. Él ha estudiado enfermería.

-Encantado, señor Méndez, cuando empecé las prácticas me dijeron que tendría mi entrevista con usted, pero se ve que ese día se ausentó y la tuve con Irene de recursos humanos.-me estira la mano a modo de saludo.

-Encantado, espero que le estén yendo bien sus prácticas. -creo que en mi voz nota mi tensión porque decide continuar su camino tras despedirse de Sara.

-¿Subimos?-me dice ella delante de la puerta del ascensor.

-Eh, sí, claro. ¿Tienes muy buena relación con ese chico, no?-me sorprendo a mí mismo por la pregunta tan estúpida que le he hecho.

-Sí, la verdad es que es un gran amigo...-hace una pausa que no me gusta ni un pelo porque creo saber qué significa. Dios, no puede ser, ha tenido algo con él, pero no se lo puedo preguntar, ¿quién soy yo para hacerle ese tipo de preguntas?

-Parece buen chico.

-Lo es-me contesta con orgullo.

Se cierran las puertas del ascensor y estamos ella y yo solos dentro de él, y creo que no puedo ser más afortunado cuando de repente las luces del ascensor se apagan y sentimos cómo se para en seco. Más tiempo a su lado, eso es lo que necesitaba y lo que el cuerpo me estaba pidiendo a gritos.

-No puede ser, no, joder, no, voy a llegar tarde, es mi primer día y va a pensar que me he tomado el tiempo del descanso como me ha dado la gana.-la veo tan preocupada que siento una gran ternura por ella.

-Tranquila, estoy segura de que si le explicas la situación a tu jefe lo comprenderá y no lo tendrá en cuenta.

No sé qué parte de lo que digo le hace tanta gracia que de repente no puede parar de reír y claro, yo junto a ella. Así pasan unos dos minutos hasta que tenemos que parar de reír del dolor de barriga que tenemos.

-¡Marcos!-oigo gritar a Santi fuera del ascensor-¿estáis bien? acabo de llamar al servicio de mantenimiento del ascensor, vendrán a sacaros, pero me han dicho que tardarán unos 30 minutos.

-¡Vale tío!Muchas gracias.

-¡Sara!-es la voz de Vanesa-no te preocupes, cariño, cuando os hayan sacado estaré en la consulta. Estad lo más relajados posibles este rato.

Veo como el gesto de Sara se relaja, creo que le preocupaba bastante la opinión que pudiera tener Vanesa de ella por llegar tarde. Da la sensación de que tiene auténtico pánico a fallar, y no a estar encerrada en el ascensor con un desconocido, que es lo que soy al fin y al cabo.

Ella coge su móvil y veo que abre spotify y busca una lista de reproducción en concreto. Sonrío al verlo, tiene una lista sólo de Carlos Rivera, y pone una canción.

-Espero que no te importe, me gusta en los momentos de tensión escuchar un poco de música.-muevo la cabeza hacia los lados dándole a entender que no me importa.

Empiezan a sonar las primeras notas de Sólo tú y nos miramos cuando la canción dice: "Sé que a veces soy difícil de entender, que puedo lastimarte sin querer".

Creo que ya no puedo evitarlo más, así que me giro y la miro, y puedo comprobar que ella me mira a mí también, así que decido acercarme poco a poco a sus labios. Que ella no se retire y que cierre los ojos según me voy acercando me da a entender que me está dando permiso para poder continuar, así que sin pensarlo más derrito mis labios en los suyos, y dios mío, son mucho mejor de lo que me esperaba. Nuestro beso es pasional, esperado, erótico y sensual. Paso mis manos por las curvas de su cintura y ella las pasa por mi cuello profundizando cada vez más en nuestro beso. La aprieto contra mí, mientras con delicadeza le muerdo el labio inferior, estoy convencido de que está notando la increíble erección que está provocando en mí. Quiero quitárselo todo, dejarla desnuda ante mí, así que empiezo a desabrochar los botones de su camisa mientras ella ahonda con sus dedos en mi pelo. Se queda con la camisa abierta y mis ojos se dirigen directamente hacia sus pechos, son perfectos. Le empiezo a acariciar el pecho izquierdo por encima del sujetador mientras oigo que sale un pequeño gemido por su boca que intento acallar acorralando sus labios con los míos. Es increíble, esto, el momento, ella. Bajo mis manos hasta el botón de su pantalón dispuesto a  jugar con mi mano en su monte de venus, pero se rompe el momento totalmente cuando las luces del ascensor se encienden y se pone en marcha. Con la mayor velocidad que podemos nos recomponemos y nos empezamos a poner decentes. No me puedo creer lo que hemos estado a punto de hacer. En mi puesto de trabajo, en el hospital que yo dirijo, EN EL ASCENSOR. ¿En qué estaba pensando? Pero la verdad es que lo repetiría mil veces más, ha sido apasionado. Se abre la puerta del ascensor y Sara sale decidida sin mirar atrás, no me ha dicho ni adiós, ¿se estará arrepintiendo ya de lo que ha pasado? Joder, espero que no, no quiero tener que cruzármela y que no sea capaz de mirarme a la cara.

Llego a mi despacho, saco un paquete de tabaco que tengo guardado en mi maletín y salgo a la pequeña terraza que hay en mi planta. Necesito que me dé un poco el aire, todavía estoy bastante acalorado.

Estoy ensimismado pensando en la escena vivida hace apenas unos segundos cuando siento a Sergio a mi lado.

-¿Me vas a decir qué ha pasado dentro del ascensor?

-¿Estás tonto? ¿Qué cojones va a pasar? Nada, obviamente.

-Anda, súbete la cremallera del pantalón y luego intenta convencerme de que no ha pasado nada.-agacho la mirada corriendo y compruebo que llevo la bragueta abierta, creo que se me suben todos los colores a la cara.

-No sé qué me ha pasado, estábamos ahí dentro, escuchando música, y yo...no lo sé joder.

-Marcos coño, basta ya, quedan 5 jodidos meses. No juegues con ella si luego vas a hacerle daño.

Tiene razón, tengo que pensar en el futuro, y no puedo dejarme llevar por un desliz. No, esta vez no, esta vez tengo que ser precavido.

Un minuto para escucharTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang