Capítulo 8. "Mi único objetivo es hacerte feliz."

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Después de aquel beso cargado de amor y un poco de lujuria, ambos optaron por separarse y Julián prefirió tomar asiento en espera de un café. Refugio se había dirigido a la cocina cuando el llanto de la bebé hizo estruendo en la sala, así que con rapidez salió de ésta para encaminarse a su habitación, pero el juez la detuvo.

— Permíteme hacerlo, ¿sí? - pidió y ella luego de unos segundos, le dio su consentimiento.

Julián se aproximó a la habitación que supuso que era de su novia y entró por la bebé. Esperanza se encontraba sentada en su corral estrujando sus ojitos mientras lloraba. Así que sin dudarlo, el hombre se estiró un poco para tomarla.

— Ya, pequeña, todo está bien. - alentó acurrucándola en sus brazos y después de besar su cabeza, caminó fuera de la habitación.

Refugio los había observado desde el marco de la puerta y fue inevitable que su corazón no se inflara de ternura al verlo así.

La bebé cesó su llanto y empezó a jugar con la corbata del juez cuando éste se sentó.

— No sabía que tenías esa habilidad para calmar a los bebés. - comentó ella una vez que el café estuvo listo y se aproximó a llevárselo.

— Para qué veas, soy hábil para muchas cosas. - dio a conocer mirándole y tomó la taza. — Vine, porque ya te extrañaba y necesitaba verte, pero también porque quiero que me acompañes a un lugar.

— Admito que yo también te extrañé a ti. - le sonrió y después soltó la pregunta. — ¿un lugar dices? - ya sentada frente a él. — ¿De qué se trata? - se mostró interesada por saber.

— Sí, un lugar que me encantaría que conocieras. Bueno, en realidad son dos. - aclaró y soltó una risita. — El primer lugar, es para llevar juntos a Esperanza y el segundo, para que vayamos solos tú y yo. - propuso sonriendo.

— Me encanta la idea de que saquemos a esta hermosura a pasear. - dijo sincera con una sonrisa, la cual se fue desvaneciendo poco a poco por lo último que dijo y frotó sus manos en señal de nervios. — ¿Tú y yo dices? - le miró.

— Sí. Solos nosotros. - afirmó. — Te prometo que no es nada malo, sólo quiero que me conozcas más a fondo. - aludió sincero. — Quiero que conozcas más de mí, de lo que hago, de lo que amo.

— Y quiero hacerlo, Julián, de verdad. Sólo que... me pongo muy nerviosa estando contigo a solas. No digo que no me guste, porque es todo lo contrario, sólo que... bueno... no sabría cómo explicarlo. - expresó de forma pasiva.

— ¿Te molesta que estemos a solas? - indagó y arqueó la ceja en señal de incredulidad. — Pero, que estemos a solas no quiere decir que vayamos a tener relaciones, yo voy a esperarte toda la vida si fuera necesario, pero somos una pareja, mi amor... Si no quieres, podemos pasarlo para otro día.

— No, por supuesto que no. - esclareció de inmediato. — Me gusta mucho que pasemos tiempo juntos, créeme y me encanta la idea de que quieras que te conozca más de lo debido, porque yo también lo quiero, pero causas tantas cosas en mí, Julián... que no sé cómo decírtelas o demostrártelas. - tomó una de sus manos. — No quiero que aplacemos nada. Quiero ir a ese lugar contigo. - manifestó convencida y segura.

— Pensé que no te gustaba que estuviéramos a solas y te prometo que yo jamás haría algo que tú no quisieras, mi cielo, sabes que te amo y que mi único objetivo es hacerte feliz y que te sientas segura conmigo. - le recordó inclinándose un poco hacia ella para besar su nariz. — Sólo quiero que me asegures, que si en algún momento te sientes incómoda, me lo dirás y nos iremos.

Renaciendo a tu amor.Where stories live. Discover now