-Apolo-

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Heeseung llegó justo cuando vio que Marco Montoya intentaba entrar a la casa de los Jeon a la fuerza. Hann y su madre le hacían frente en la puerta. Se bajó rápidamente de su caballo y se acercó con paso decidido. En ese momento Jay, el hijo mayor de Marco, se giró a verlo. Sonrió con malicia.
—Pero miren a quien tenemos aquí —dijo con sarcasmo—Al trabajador mayor.
—Cállate, Jay —dijo Marco —No estamos aquí para juegos infantiles, vinimos a buscar a tu hermana. Déjame pasar, Jeon.
—Ya te dije, Robert, tu hija no está aquí.
—Entonces ¿Por qué no me dejas entrar?
—Porque usted no es bienvenido aquí —habló Gina apuradamente —No después de lo que sus hijos le hicieron a mi sobrino.
—Ya dije que fue un error.
—Si, haber fallado —murmuró Niki. Robert lo miró mal.

Heeseung se acercó hasta dónde estaba su madre y Hann, se paró delante de ellos y miró fijo a Marco Montoya.
—Creo que el señor Jeon fue claro, señor Montoya. Su hija no está aquí.
Robert se acercó otro paso a él, desafiándolo. Heeseung ni pestañeó, la verdad era que no le tenía ni un poco de miedo a ese hombre. Entonces Jay y Niki sacaron sus armas.
—Van a dejarme pasar —aseguró Marco.
—No —sentenció Heeseung. Sintió la mano de su madre apretarlo con fuerza por detrás.
—Esto es demasiado, Montoya —dijo Hann algo nervioso —No tienes ningún derecho a amenazar a mi gente.
—Entonces déjenme pasar.
— ¿Qué sucede aquí? —preguntó ella.
Todos los ojos giraron a verla. Ross estaba parada con una mueca preocupada, y a su lado estaban Luna y Andy, con dos canastas en las manos. Marco se alejó de Heeseung y sus hijos guardaron sus armas.
— ¿Ross? —preguntó Jay. Ella lo miró y al instante puso cara de desagrado.
—Jay—le dijo distante y volvió la vista a Heeseung —Vuelvo a preguntar, ¿Qué sucede?

Marco dio unos pasos hasta Luna y justo cuando iba a tomarla del brazo, Ross se puso en su camino. Heeseung se tensó.
—Luna, ven aquí —le dijo. Ella ni se movió.
—Espere, espere, espere —dijo la chica —Necesito saber que sucede.
—Ellos vinieron a buscar a Luna porque creyeron que estaba con Jungwon.

Ross y Andy soltaron unas sonoras carcajadas y se miraron realmente divertidos.
— ¿Con Jungwon? — dijo el rubio — Por dios, el pobre no puede ni salir de la cama después del disparo que le dieron.
—Y Luna ha estado con nosotros todo el día, juntando huevos —dijo Ross mientras le mostraba una de las canastas.

Marco los miró consecutivamente a los tres, parecía no estar del todo convencido. Pero luego de unos cuantos segundos soltó un suspiro y se giró a ver a Hann.
—Lo siento, Jeon.
—Está bien —dijo Hann.
—Nos vamos, muchachos —les dijo a sus hijos —Luna.
La chica le entregó la canasta a Ross con una pequeña sonrisa en los labios.
—Muchas gracias —murmuró.
—De nada —sonrió ella.
Luna se acercó a su padre. Luego de unos cuantos segundos todos vieron como ellos se alejaban.

Ross y Andy suspiraron aliviados, habían logrado convencer al ogro. Chocaron sus manos y luego hicieron el baile que habían sacado de juego de gemelas.
Heeseung los miró divertido, al igual que Hann y Gina.
—En realidad no estuvieron todo el tiempo con ella, ¿cierto? —preguntó Hann.
—No —dijeron los dos al unísono.
—Estaba por ver a Jungwon, ¿verdad? —preguntó Gina.
—Si —volvieron a decir como loritos.
—Vamos a tener que ponerle verdaderamente los límites a ese jovencito —dijo la madre de Heeseung —Pero ya, entremos que el sol ya no está y la noche se pone algo fresca.
Todos asintieron.

Pero Ross y Heeseung se quedaron parados en sus lugares, mientras que el resto ingresaba a la casa. La muchacha le sonrió levemente, él también lo hizo. Parecían dos tontos.
— ¿Qué pasó con White? —preguntó ella luego de unos segundos.
— ¿Quieres ir a ver? —dijo él.
—Si —asintió emocionada.
—Bien, vamos.
Se acercó a ella y tomó su mano para conducirla hasta su caballo. Se subió el primero y luego la subió delante de él. Ross se puso algo nerviosa. Estaban demasiado cerca el uno del otro. Su corazón comenzó a palpitar con más fuerza.
Heeseung tenía aún el pelo húmedo por su tonto juego en las caballerizas, pero su ropa estaba seca. Ross se percató de que él se tensaba. ¿Sería por el mismo motivo que ella? Sin importar cuanto quisiera mirarlo a la cara, mantuvo la vista al frente.

Heeseung comenzó a andar. El suave viento de la noche les golpeó el rostro. Y no se dijeron nada en todo el camino, era como si no pudieran hablarse. El galope del caballo comenzó a disminuir. Ross vio que entraban como a un viejo establo.
Heeseung giró a la derecha y se detuvo. La bajó a ella y luego se bajó él.

— ¿En dónde estamos? —preguntó la muchacha.
—Ya verás —dijo él.
La volvió a tomar de la mano. Un tonto cosquilleó se formó en el estomago de ella. Era tan lindo que él la tomara de la mano como cuando eran niños. Era para darle seguridad. Caminaron entre la oscuridad hasta detenerse en la nada. Ross frunció el ceño y de repente Heeseung la soltó.
Sintió miedo.
— ¿Heeseung? —lo llamó.
—Espérame un segundo que voy a buscar un poco de luz.
Ella solo asintió, aunque sabía que él no podía verla. Los segundos comenzaron a pasar lentamente para Heeseung. Ella podía escuchar perfectamente a Heeseung buscando algo, pero estaba nerviosa. Quería que él volviera a tomar su mano.
Entonces una luz se prendió. Ella entrecerró un poco los ojos, para poder mirar bien. Y allí estaba su caballo blanco, parado al lado de una yegua de color negro.
—¿White? —lo llamó. El caballo la miró y relinchó un poquito.
Heeseung volvió a acercarse a ella y se puso a su lado, mirando a la linda pareja frente a ellos.
—Espera a ver lo que hay entre ellos —le dijo por lo bajo. Ella frunció un poco el ceño y de repente algo pequeño y blanco salió debajo de la yegua. Los ojos de Ross se abrieron bien a causa de la sorpresa.
-No puede ser —musitó anonadada.
—Si, ahora eres abuela —dijo Heeseung.
El pequeño potrillo caminó unos pasos torpes hacia ellos, pero luego volvió hacia atrás.
Ross lo miró realmente enternecida. Era la cosa más bonita que ella había visto en su vida.
Tenía hasta los ojos claros de White, pero la diferencia la hacía la mancha color negro en su ojo derecho.
—Es tan hermoso —dijo ella emocionada.
—Si —murmuró Heeseung —Cómo tú…
Ross siguió con la mirada fija en el potrillo, pero había escuchado perfectamente esas palabras. Aunque estaba segura de que él no había querido decirlas en voz alta, ya que apenas las había susurrado.
Lo miró de reojo, él miraba fijamente al frente, y ella pudo distinguir un pequeño sonrojo en su rostro. Se aguantó las ganas de reír.
— ¿Cómo se llama? —preguntó para cambiar de tema. Heeseung se acomodó la garganta.
—No lo sé… no le puse ningún nombre ¿Cómo quieres llamarlo? —le dijo.
—No soy buena para los nombres. Le puse White a mi caballo blanco, es un poco obvio que es blanco, ¿verdad?
Heeseung rió por lo bajo y la miró. Sus miradas conectaron. Y sus rostros de diversión desaparecieron, para pasar a rostros de concentración. Más bien a rostros de tontos. Lo único que haría que dejaran de mirarse así sería que Andy o alguien los viniera a buscar, interrumpir o lo que fuera.
Heeseung quiso que eso pasara. Porque por alguna estúpida razón quería acercarse más a ella, juntar sus frentes y luego sus labios.
—Que se llame Apolo —dijo Heeseung precipitadamente. Tenía que pensar en otra cosa.
—Si, estoy muy de acuerdo —asintió ella, también tenía que pensar en otra cosa que no fuera agarrar y besarlo.

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A Luna le encanta Jungwon♥️

Wild Horses - Lee Heeseung ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora