Come Home With Me

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Todos los guerreros capacitados del SMP parecen saber suficientes historias de mitología como para citarlos en cada acto de valentía y referenciarlas por el resto de sus vidas, pero Sapnap solo se sabe un mito de memoria.

George fue el que se la contó, tiempo atrás en las costas del lago donde anteriormente yacía la Community House (solo construida a la mitad) y cuando el mundo era fuerte, nuevo, exuberante. Cortaron rodajas de fruta y dejaron que los peces nadaran a su alrededor, dulce pegoteando sus dedos. La voz de George era clara y despierta, sus gafas colgando sobre su cuello.

Orfeo y Eurydice estaban enamorados, George le contó. Terrible, hermosa, dolorosamente enamorados. Pero el mundo era cruel, y Eurydice murió. Orfeo no podía soportar vivir en un mundo en el que no estuviera su amada, así que viajó hasta el Inframundo para traerla de vuelta. Haciendo un trato con el rey de los muertos.

Dream interrumpió en ese entonces, diciendo que si él hubiera estado en el lugar de Orfeo, había luchado contra Hades y hubiera traído a Eurídice de vuelta, el Dios lo haya querido o no, a la fuerza. George rodó los ojos. Sapnap había reído ante la idea de su amigo volviéndose lo suficientemente fuerte como para pelear a un dios. Eran pequeñas tonterías en esos tiempos. Su amigo, con los codos raspados y una gran sonrisa en su cara, con el poder de derrotar a la muerte misma.

El ya no sonríe ante ese pensamiento.

No fue sino hasta más tarde, esa misma noche luego de que Dream se quedara dormido, que Sapnap le preguntó a George si podía terminar de contar el resto de la historia. ¿Qué trato pudo un hombre haber hecho con el Dios de la Muerte?

George le dijo que el rey de los muertos sintió pena por el corazón de Orfeo. Incluso él tenía a alguien a su lado, incluso él conocía el amor. Pero aún así, no podía simplemente dejar que Orfeo tomara a su amada así como si nada. Tendría que haber una prueba.

Orfeo y Eurydice eran libres de tomar el camino de regreso a la tierra de los vivos. Pero si Orfeo se llegaba a voltear a ver a Eurydice aunque sea una vez antes de alcanzar la superficie, ella sería arrastrada hasta el Inframundo para siempre.

Sin segundas oportunidades.

Y justamente en el borde del mundo de los vivos, Orfeo miró hacia atrás.

A Sapnap nunca le interesaron las historias de héroes, ni batallas ni espadas. Ya hay demasiada sangre derramada en la suya, no necesita imaginar la de otros. Tampoco es como que en realidad necesite saber muchas historias, no es propenso a grandes declaraciones llenas con los nombres y hazañas de los ya muertos.

Pero Orfeo y Eurydice fue una historia que particularmente se quedó con él.

Nunca entendió como Orfeo se pudo haber dado la vuelta.

Ahora se encuentra recostado cerca de una fogata, con un cálido cuerpo bajo uno de sus brazos y una fría ausencia bajo el otro, y entiende. Entiende completamente.

Una versión del relato cuenta que Orfeo miró hacia atrás por dudar. Dudar de que su amada confiara en él lo suficiente como para volver a su lado, dudar de que el dios en realidad le estuviera diciendo la verdad, dudar de que tan merecedor era de Eurydice como para traerla devuelta a la vida.

Karl pone un cimiento de adoquín y piedra para su hogar con multiples tulipanes decorando alrededor. George construyó su propio hogar en una ladera mientras ellos colocaban los últimos retoques en su librería, y luego de un agotado adiós cayó profundamente dormido, cayendo una vez más en su estado de hibernación al que tanto se acostumbró. Los fiancés lo dejaron descansar.

Con un breve movimiento de manos, Karl le pregunta a Sapnap si cree que su hogar debería ser más alto o más grande.

“Y si lo hacemos más ancho en la base y después hacemos pisos más pequeños mientras va subiendo? Como las capas de un pastel,”

˚₊· Come Home With Me ੭* Where stories live. Discover now