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Era difícil ser del distrito más pobre, pero Luzu había aprendido a arreglárselas. Aprendió a cazar desde pequeño, tuvo qué, no había otra manera de asegurar que su hermano y él sobrevivieran de otra manera. 

La verdad, eran huérfanos. Su madre había muerto hace mucho tiempo, y su padre simplemente los dejó solos un día. 

Habrían terminado en la casa comunal de no ser porque su tía los acogió. 

Su tía era la médica local, sin embargo, llamarla médica ya era una exageración, ya que no podía permitirse pagar estudios para convertirse en una experta de verdad. Todo lo que sabía lo aprendió de su madre, y de estudiar ella misma varias hierbas y sus usos medicinales. 

Esto dejaba a Luzu con dos opciones para traer comida a la mesa: O empezaba a trabajar en las minas, o aprendía a conseguir por sí mismo comida para no tener que pedir teselas y arriesgarse a que su nombre se añadiera más veces de las necesarias para la cosecha. Y considerando que aún estaba lejos de cumplir la edad mínima para trabajar en las minas, su opción era clara. 

Su padre, cuándo aún se molestaba en actuar cómo si le importaran, le había enseñado a Luzu a usar un arco. Y al menos había dejado algunos en casa, arcos viejos qué él mismo usaba para cazar. 

Tomó tiempo. Demasiado tiempo, y muy para pesar de Luzu, sí tuvo que recurrir a pedir una o dos teselas en el proceso para evitar que murieran de hambre, pero nunca se rindió. 

No lo hizo cuándo sus dedos se llenaron de callos, o cuándo la vieja cuerda de su arco se rompió y tuvo que reemplazarla, ni cuándo sus manos se llenaron de astillas cuándo aprendía a hacer flechas por sí mismo, aunque al inicio eran muy frágiles o muy pesadas. Ni siquiera lo hizo cuándo falló en darle a una sola ardilla por meses, regresando a casa abatido y sin una sola presa qué mostrar a su pequeña familia para la cena.

Pero sus esfuerzos valieron la pena al final. Ahora era probablemente el mejor cazador qué el Distrito 12 tenía para ofrecer, y eso era lo que importaba. 

La caza seguía siendo ilegal, y aún tendría repercusiones para Luzu si algún agente de la paz se enteraba, pero al menos ahora tenía suficiente con qué alimentar a su familia, e incluso suficiente para intercambiar en el mercado cuándo lo necesitaban. 

Su única preocupación era asegurarse de que el nombre de Arin no fuera llamado el día de la cosecha. 

Ese día empezó como cualquier otro, excepto por la clara ansiedad qué viene con despertar el día de la cosecha, sin saber si será tu nombre o el de alguien que conoces qué será llamado. 

Luzu se reunió con su mejor amiga, Lana, a medio camino hacia la plaza central. Lana era hija del alcalde y, por lo tanto, vivía en la zona dónde viven todos los mercaderes, lo que en el Distrito 12 equivalía a tener la vida resuelta. Su brillante cabello rubio era prueba de que pertenecía entre lo que en el Distrito era "la alta sociedad", los mercaderes. 

Todo lo contrario a Luzu y Arin, qué estaban prácticamente destinados a nunca salir de La Veta, la zona de más pobreza en el Distrito, dónde vivían todos aquellos destinados a trabajar en las minas. 

No era la primera cosecha de Luzu, ni la de Lana, pero eso sólo los ponía más nerviosos. Lana no tenía mucho de qué preocuparse, tenía 17, y al ser de la zona mercantil, no tenía necesidad de teselas, así que su nombre sólo estaba 6 veces. 

Luzu, por otro lado, tenía su nombre puesto 18 veces. Él sí tenía algo de qué preocuparse. 

Al menos el nombre de su hermano Arin sólo estaba 4 veces, Luzu jamás le permitió ser él quién pidiera una tesela cuándo aún lo necesitaban. 

Los Juegos del Hambre [Luzbur AU] Where stories live. Discover now