1. Flores de Cerezo

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Las hojas eran movibles. Seguramente en los prados bailaban con el brillo del sol y los rocíos de las cortas lluvias. Una primavera creciente a las afueras, haciendo que las flores renazcan para soltar su aroma tan sútil y refrescante.
Sí, el cambio de estación había empezado. No es que fuera muy querido por Tecchou, a pesar de que era una ironía pues su habilidad precisamente tenía el nombre de una bella flor japonesa. El pelinegro le restaba importancia a su entorno primaveral, aunque de cierto modo, le gustaba el cambio secretamente. Así como también apreciar a su pareja mostrarle afecto a las dulces flores que salían. Con las que aveces se encontraban en misiones, ahora específicamente porque era la primavera en Yokohoma. Y sentir los florales sobresalientes mientras también se atrapaban a los criminales parecía ser el nuevo pasatiempo favorito de Jouno.

Sí, la ambientación era cálida hasta en el hogar de los dos. Un departamento que mantenían mientras averiguaban sobre cierto traficador de armas y que había tenido antecedentes con el gobierno. Habiendo hecho su parte del día, descansaban tranquilamente en la sala del lugar.
Aunque la pereza y dejadez les comenzó a invadir y nubló su estado de ánimo en aburrimiento. Al de cabellos albinos se le ocurrió hacer realidad un deseo profundo que mantenía, y como conservaba aún algo de su buen humor, decidió que alegraría a su pareja de una peculiar forma.

Hablamos de Jouno, cualquier cosa que hiciera está por fuera de ser normal.
Pero si le pidieran hacer comparaciones, Tecchou tal vez le ganaba en eso.

Aún así, se levantó de su futón y ubicó con las respiraciones audibles a su pareja para acercarsele.
Tecchou quedó anonadado teniendo a Jouno frente a él, solo observando, en el interior agradeciendo, una de las pocas veces que Jouno tomaba iniciativa y se hacía cariñoso con él, en vez de hacerle reclamos, decirle idiota o pelear todo el tiempo en desacuerdos aunque fuese por cariño.
Así demostraba Jouno el afecto hacia Tecchou.

El pelinegro podía presenciar como Saigiku esbozaba una sonrisa, pero en vez de que fuera tenebrosa, como usualmente solía mostrar, era mucho más pacífica.

Agradable como los cerezos, diría.

Se sobresaltó un poco cuando el peliblanco de puntas rojizas empezó a sostener su rostro con cariño. Con adagio.
Sintiendo suavemente las yemas frías de sus dedos mientras acariciaba su mentón y se dirigía a sus mejillas.
Jouno secretamente siempre había querido hacer eso.

Examinar a la persona que su corazón quisiera, sentir sus respiraciones tranquilas, imaginarse el físico de su amado mientras pudiera apreciarlo a través de lo que sus demás sentidos le permitieran. Mientras su propio pecho palpitava por una indescriptible sensación, que él trataría de decir como reconfortante o una dulce solemnidad.

Sí, siempre había querido sentir así a la persona que deseaba.

Y a Tecchou le comenzaban a resplandecer los ojos, por sentirse conmovido de que aquella persona fuera él. De sentir el aprecio de su novio a través del tacto suave, de la forma en que su novio experimentaba tocando las facciones de su rostro. Tecchou también le regaló una sonrisa nerviosa y aunque no pudiera verla
Jouno sabía que estaba ahí.

- Tienes una piel como porcelana, ¿Tal vez eres de una tez pálida?

Jouno preguntó en el flujo del silencio. Solo para escuchar a su pareja soltar una pequeña risa.

- Tal vez.. Aunque sinceramente me gustaría broncearme.

Un corto silencio se hizo presente.

- Entiendo... En ese caso debería vender mi propio riñón a cambio de que alguien sea mis ojos para poder verte así..- soltó con normalidad el más alto.

Cherry' Blossoms | SuegikuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora