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─ ¿¡Qué harás qué!? ─ Se veía en la pantalla de Flipper mientras él se movía con inquietud.
─ Calma, niño. ─ Chelsea tomó al chico por los brazos haciendo que se detuviera. ─ Son solo tres días. Tú sabes cocinar y limpiar, Flipper, puedes cuidarte solo dos días.
─ Ok, ¿y tus vecinos? ¿No sospecharán que hay alguien vive aquí mientras tú no estas? ─ El chico temblaba de preocupación.
─ ¿Harás algo para que se den cuenta?
─ No...
─ Bien, entonces estarás perfecto. ─ La mujer acarició su... ¿Pantalla? ¿Cabeza? Da igual, es una muestra de afecto después de todo. ─ Me voy mañana en la tarde, sabes que hacer.
─ Cerrar todo y no dejar a ningún extraño entrar.
─ Ay, ¿viste? Te crié muy bien. ─ Ella le dio una palmadita al niño la cual le hizo sobresaltar y quejarse ahora si, con su voz. ─ Bueno, tengo que acomodar todo.
Dicho esto último Chelsea partió a su habitación dejando a Flipper ahí abajo.
─ Rayos... ─ Pensó y luego dirigió su vista a las escaleras que llevaban a la segunda planta. ─ ¿¡No puedes apagarme!?
