The Dreams Destroyers

Se acabo.

"Esta es mi historia...una que inicia con un sueño y acaba con un sueño, pero no necesariamente destrozando mis ganas de soñar, solo aprendiendo a despertarme"

Era de noche en el Shinsekai, quizá demasiado fría y callada para el gusto de un hombre con indescriptibles deseos de lujuria y poder como lo podrían ser Hanazawa Kumo...aquel temido y respetado líder de un clan de motociclistas del vecindario, quien se encontraba fumando un Habano encendido por uno de sus hombres, un pobre sujeto que tenía tantos moretones en la cara y cicatrices que cualquiera de los demás hombres esa noche presente.

-¿Quién hubiera creído que aquel carnicero de tercera podría volverse tan importante en poco tiempo?- Decía Hanazawa Kumo refiriéndose a el mismo con una repulsiva sonrisa de oreja a oreja mientras apoyaba su brazo cerca de un poste observando algo a la distancia.

-Señor...si se me le permite, yo siempre tuve fe en que usted podría llegar hasta su posición actual por eso compraba su carne todos los días y hasta lleve a mis hijos y esposa ¿lo recuerda?- Decía aquel viejo anciano todo lastimado.

-Por supuesto que lo recuerdo Kokichi, si no hubiera sido por tu protección como ex yakuza y actual miembro de esta banda de incompetentes muy seguramente ahora mismo mi cabeza estaría en una caja de zapatos jajá- Decía partiéndose de risa, mientras le pasaba el habano a su compañero el cual 

tomo sonriente.

-Sabe señor...su historia me recuerda mucho a la hermosa locación que nuestros ojos llevan observando buen rato jaja- Decía con un tono melancólico, propio de aquel pobre señor.

-¿Tú crees? Vaya, incluso después del poder económico y ego que obtuve en este corto periodo de tiempo; tus palabras me siguen llegando al corazón- Dijo Hanazawa –pero explícame por favor, en que se parece mi historia a la de la torre Tsutenkaku viejo amigo?

Hubo un breve momento de silencio, Kokichi era ya una persona bastante mayor de como unos cuarenta y pico años cuyo momentos dorados ya habían pasado con lo que contaba con la experiencia y el tiempo invertidos en oficios del bajo mundo como para siquiera sentir emociones como el miedo, esa era una emoción que simplemente no se percibía en sus ojos ni siquiera anta la imponente figura de Hanazawa quien disponía de una altura y masa muscular dignas de un líder Yakuza.

-Digamos que su historia es bastante similar, fue demolida para ser utilizada para armamento militar tras un potente incendio, pero luego fue reconstruida- Decía sonriendo de forma melancólica.

-Comprendo...es verdad que yo estuve en la armada antes de darme de baja y volver aquí como un triste carnicero de poca monta, pero pude levantarme y volverme el líder ¿no?-

-Algo así, te falto una pequeña parte pero...-

Antes de que terminara de hablar, Hanazawa había intervenido dándole un contundente golpe en la cabeza que dejo derrumbado en el suelo a Kokichi, tembloroso y dejando caer gotas de sangre alrededor de su boca cayendo por su mentón.
Todas las vendas que pudo tener en su rostro salieron volando dejando al descubierto su demacrado rostro, el rostro de una persona que tras verla podías intuir que no era la primera vez que algo así sucedía y podía notarse aún más con el desagrado de todos esos hombres uniformados, llenos de tatuajes y cicatrices de guerra que simplemente no podían hacer más que bajar la mirada al suelo.

-¡Que les pasa maricas de mierda!- Grito Hanazawa abriéndose de brazos y haciendo un gesto con ambas manos invitando a los hombres a golpear al hombre tendido en el suelo tambien.

Los hombres allí presente se miraron los unos a los otros y uno de los más fuertes decidió confrontarlo quitándose la corbata y tirándola al suelo, apenas hizo eso se quitó el saco y se lo lanzo al rostro mientras que con el puño derecho le lanzo una patada que conecto, seguido de otra patada a las costillas y por ultimo sacando un cuchillo de su bolsillo trasero e intentando clavárselo al rostro.

-Oh no cielo, eso no puede hacerse al jefe- Dijo Hanazawa y se lanzó con todo el peso de su cuerpo hacia adelante tomando de la cintura a su oponente haciendo que este se estampe contra el piso, golpeando fuertemente su cabeza y quedando inconsciente.

El resto que estaban dudosos de si atacar junto con su compañero, simplemente se quedaron mudos como los demás presentes ante tal brutalidad. Todos estaban en posición para ir a ayudar a su jefe, uno había sacado un encendedor y otro un habano de su marca favorita para calmarlo pero simplemente no pudieron dar más de dos pasos que sintieron un aura de peligro proveniente de Hanazawa.
La intuición no había fallado puesto que este se sentó encima del muchacho inconsciente y empezó a lanzar golpe tras golpe a su rostro y torso, la felicidad en el rostro de Hanazawa era autentica, el disfrutaba de torturar a sus aliados, eran sus súbditos, su carnada.