20-. Los Monos Voladores en la Ciudad Esmeralda

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Golpeó en el piso duro con tanta fuerza que casi pudo sentir como su cerebro daba una vuelta sobre sí mismo y se estampaba en cada pared de su cráneo. Se mareó y apenas fue consciente del contacto frío del piso en su piel.

El vestido morado era muy delgado, por lo que Mal podía sentir el frío filtrarse a través de la suave tela con decorado de escamas.

Tenía el pelo revuelto por toda la cara. Con todo el esfuerzo que pudo, se sentó, quitándose la maraña de cabello de los ojos para poder mirar alrededor.

Primero se percató de sus amigos, los cuales estaban tirados a unos metros de ella. Estaban igual; totalmente aturdidos por el viaje en aquel portal, que debía admitir, era más cómodo que hacerlo en un tornado. Una experiencia que esperaba no volver a vivir.

Ver a todos sus amigos recuperándose de la caída, le recordó la noche que despertaron en la carretera a las afueras de Historioburgo; por lo menos podía decir que en aquella ocasión no habían perdido la memoria.

Lo siguiente que miró fue el sitio. Sin duda la Oruga había tenido razón y no llegaron a su destino deseado. Quiso maldecir en voz alta, pero se contuvo, sin duda, el sitio dónde hubieran terminado, sería mejor que el País de las Maravillas.

Se encontraban en una gigantesca sala circular que se encontraba en penumbra. La única luz venía de dos hileras de tanques llenos de un agua brillante de color verde burbujeante que formaban un sendero hacia una gigantesca puerta. El piso dónde se encontraban parecía ser oscuro, pero tenía unas franjas en dorado formando un dibujo que no pudo darle forma, pues algunos trazos estaban siendo cubiertos por sus amigos, mientras que la oscuridad no ayudaba mucho.

―Bueno, creo que eso estuvo mejor que el tornado de Narissa― dijo Jay, levantándose y ayudando a Mal a hacer lo mismo.

Ben ayudaba a Evie y Carlos. Estando los cuatro de pie, se reunieron mirando alrededor.

―Está oscuro, Mal, ¿nos puedes dar un poco de luz? ― preguntó Evie.

Mal estaba por responder y encender su mano con fuego verde. Sin embargo, se le adelantaron.

De las paredes (no supo de dónde), se encendieron unos reflectores que, junto con la iluminación repentina en el material verde brillante de las paredes, causaron un faro tan potente que desorientaron a los cinco chicos por unos momentos. Al adaptarse a esa iluminación, observaron con asombro la gigantesca área esmeralda y dorada que los rodeaba, a sus espaldas había unos escombros de piedra, los cuales eran rodeados por unas gigantes cortinas verde limón.

Mal adivinó qué era.

El espejo que habían atravesado.

Miró el piso, con sus amigos de pie se dio cuenta lo que estaba marcado en el piso. Una "O" mayúscula junto a una "Z" más pequeña encima de la primera letra en la parte inferior derecha. Todo eso en medio de dos círculos más grandes. Oz era lo que formaba.

―¿Qué querrá decir esto de Oz? ― preguntó Mal, sin saber a qué se refería.

Lamentablemente su respuesta fue respondida por personas no deseadas.

Los cinco se giraron de sopetón cuando el estridente sonido de las puertas siendo abiertas con fuerza les llegó a los oídos. Dos hileras de seis hombres entraron marchando con lanza en mano, iban vestidos con un traje verde oscuro con bordados dorados y hombreras de color negro, llevaban en la cabeza un sombreo largo y lanudo junto con unos pantalones negros y botas del mismo color. Las manos las tenían enguantadas con guantes blancos.

Eran guardias, sin dudarlo.

En cuanto terminaron de entrar, los rodearon a paso acelerado y apuntaron con las lanzas. Todo esto en movimientos rígidos y coordinados que a Mal les recordaron a muñecos de cuerdas que hacen exactamente lo mismo.

Once Upon A Descendants: El Secreto de la Isla #1 (COMPLETADA)Where stories live. Discover now