Capítulo 11: Celos

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Desperté sobre mi estómago, desnudo y enredado en las sábanas de Singto Maddox. Mantuve mis ojos cerrados, sintiendo como sus dedos acariciaban mi brazo y espalda. Suspiró profundo, contento, y habló en voz baja.

—Te amo, Krist. Voy a hacerte feliz, lo juro.

La cama se hundió al moverse, y luego sus labios se movieron en lentos y cortos besos hacia mi espalda. Me quedé quieto, y justo cuando iba a alcanzar la piel debajo de mi oreja, me abandonó y caminó hacia el baño al otro lado de la habitación. Sus pasos se escuchaban tranquilos por el pasillo, y las tuberías chillaron con la presión del agua en la regadera.

Abrí los ojos y me senté, estirándome. Cada músculo en mi cuerpo dolía, músculos que ni siquiera sabía que tenía. Sostuve la sabana contra mi pecho y miré hacia la ventana, viendo como hojas amarillas y rojas caían en espiral desde las ramas hasta el suelo.

Su celular vibró en algún lugar en el piso, y luego de buscarlo torpemente por el desastre de ropa en el suelo, lo encontré en el bolsillo de sus jeans. En la pantalla sólo aparecía un número, sin nombre.

—¿Hola?

—Se encuentra... se encuentra Singto?

—Está en la ducha, ¿quieres dejarle un mensaje?

—Claro que lo está. Dile que Gun llamó, ¿podrías? —Singto entró, amarrando la toalla alrededor de su cintura salpicada de agua, sonreí y le tendí el teléfono.

—Es para ti. —Me besó antes de mirar la pantalla, y luego negó con la cabeza.

—¿Sí? Era mi novio, ¿Qué necesitas, Gun? —Escuchó por un momento para después sonreír. —Bueno, ¿Qué te puedo decir? Kitten es especial.

Luego de una larga pausa, rodó los ojos. Sólo me podía imaginar lo que él estaba diciendo.

—No seas una perra, Gun. Escucha, no puedes llamarme más... bueno, el amor hace eso. —dijo, mirándome cariñosamente. —Sí, con Krist. Es en serio Gun, no más llamadas... hasta luego.

Lanzó el teléfono a la cama, y se sentó a mi lado.

—Estaba un poco molesto. ¿Te dijo algo?

—No, solamente preguntó por ti.

—Borré los pocos números que tenía en mi teléfono, pero supongo que eso no les impide seguir llamándome. Si no lo averiguan por sí solos, yo se los aclaro.

Me miró con curiosidad, y no pude evitar sonreír. Nunca había visto este lado de él.

—Confío en ti, ¿lo sabes? —Presionó sus labios con los míos.

—No te culparía si esperas que me gane tu confianza.

—Tengo que ir a la ducha. Ya me perdí una clase.

—¿Ves? Ya estoy siendo una buena influencia. —Me levanté, y él tiró de la sabana.

—Gun dijo que este fin de semana va haber una fiesta de Halloween en The Red Door. Fui con él el año pasado, estuvo divertido.

—Estoy seguro de ello. —dije, levantando una ceja.

—Sólo digo que hubo bastante gente. Tienen torneos en la piscina y bebidas baratas... ¿Quieres ir?

—En realidad no soy... No soy de los que se disfrazan. Nunca lo he sido.

—Yo tampoco, simplemente voy. —Se encogió de hombros.

—¿Todavía vamos a los bolos esta noche? —Pregunté, cuestionando si la invitación era sólo una excusa para pasar tiempo a solas conmigo, lo cual ya no era necesario.

Somos un desastre [PERAYA]Where stories live. Discover now