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¿Qué miras, idiota?

Gavin le preguntó a Richard, apoyado del casillero del colegio junto a otros chicos de su misma edad. Richard era el chico nuevo, se había mudado a Detroit hace dos años y se había ganado el odio de Gavin desde el primer día porque Richard tuvo la maldita suerte de ser el hermano de Connor: el culpable de que Gavin repitiera un año por mal comportamiento.

—Ese es mi casillero— le explicó, calmó. Gavin lo miró, alzando la ceja.

—¿Y qué?— encogió su hombro, burlonamente —Me importa una mierda. ¿Qué no ves que YO estoy aquí ahora? Vete a joder a otra parte, marica.

Richard exhaló y miró el cigarrillo encendido en la mano de Gavin. Este sonrió al ver a su compañero alejarse y continuó hablando con sus amigos, fumando.

—¡Gavin Reed!— el profesor Jeffrey Fowler dando largos pasos hacia donde él con el ceño fruncido, echando humos —¿Cuántas veces tengo que decirte que no puedes fumar dentro de la institución?, ¿¿Qué haces con esa ropa puesta, dónde está tu uniforme??

—Uh, ¡Mierda!— la sonrisa de Gavin se borró al instante, apagó el cigarrillo contra el casillero de Richard, se puso la capucha de su chaleco y salió corriendo con su grupo de adolescentes. Richard esperó a que se alejase junto al profesor y se acercó a su casillero, viendo el cigarrillo en la entrada de este.

A veces se sentía un poco resentido con su hermano mayor.

Su hermano mayor, Connor, no solamente era igual o más inteligente, sino que él no necesitaba usar lentes, su cabello era perfectamente corto y tenía muchos amigos, podía vestirse como quisiera. Mientras que él... bueno. Intentaba hacer amigos, pero cuando por fin conseguía hacerlo, no se sentía parte del grupo. No podía vestirse como quería porque toda la ropa que le gustaba era incómoda. Las texturas eran muy molestas para él, prefería estar cómodo utilizando camisas y sacos con el escudo del colegio que el uniforme en sí. Por eso solían confundirlo con otro profesor. 

Era bajo, no le gustaba hablar y no sabía expresar bien sus emociones. La mayoría parte del tiempo se sentía aburrido en clase, por eso se centraba en estudiar y tener buenas notas. Porque a su lado sus compañeros hacían planes para el fin de semana y lo invitaban por mera cortesía. Él le decía que no. Que no era de esos chicos.

Y Gavin se reía de eso, sentado en la parte de atrás. "¿Entonces como eres, gilipollas? ¿Un maldito robot?", le preguntaba, lanzándole una bola de papel en la cabeza.

De hecho... no pudo responderse esa pregunta hasta después de su graduación. La pregunta de Gavin Reed siempre lo acompaño. ¿Qué quién era? Fue construyendo una respuesta a eso. Cada día despertando a la madrugada, en otra ciudad alejado de su querida madre Amanda, con compañeros de cuarto con los que no compartía mucho más que la carrera que estos dejaron detrás de él. Despertando con esa pregunta cada vez que asistía a clase, cuando levantaba pesas en el gimnasio o se prepara comida vegetariana de almuerzo. Con el sol golpeando la ventana para colarse en la pila de fotocopias junto a sus lentes, trasluciéndolas letras y borrándolas para convertir el papel en una hoja en blanco en dónde pensó que escribiría esa respuesta a ese chico de dieciséis años. Sin embargo, la respuesta no llegó hasta después de graduarse con honores de la universidad. Regresó a Detroit con veintidós años.

Su madre, Amanda, había sido diagnosticada de leucemia, Connor siempre le dijo que ella aguantó lo suficiente para verlo graduarse. Pero Richard siempre creyó que en realidad ella no quería despedirse sin poder decirle aquello que le dijo el día antes de su muerte.

Meses después de su regresó a Detroit, la madre fue internada de urgencias. Había empeorado. Esa mañana, ella le dijo algo que jamás olvidaría. Ella le dijo que lo esencial era invisible ante los ojos. Esas fueron sus palabras de despedidas... como el cuento favorito de Richard en primaria con el que ella lo arropaba y le hacía dormir. Solo que ahora ella se había quedado dormida y no habría un despertar al día siguiente. Tampoco el próximo.

Para encontrarte de nuevo debo caminar hacia atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora