Capítulo 3

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Meredith

Intentar explicar lo nerviosa que estaba era un total eufemismo. En realidad mi corazón no paraba de latir, la respiración se me cortó desde el momento en que lo ví recostado en el marco de esa maldita puerta.
—Vaya, vaya pero si miren quién tenemos aquí...la loca de la esquina— creo que mis mejillas nunca habían estado tan encendidas como ese día.
—Hola...a ti también —por favor ¡no tiembles Meredith!
Amiga Tranquila ¿quién no temblaría con ese bombón?
¡Oh vamos conciencia no empieces!
Sólo digo la verdad, encanto. Está como para no salir del cuarto.
—¿Quién diablos eres tú y que haces en casa de Andrew?—en ese instante salí de mi ensoñación.
Parece que el chico no es muy amigable. Me acaba de echar una miradita y no de coqueteo.
—Meredith ¿quién es?—preguntó mamá acercándose a la puerta.
—¡Oh Mateo! Bienvenido hijo , pasa estás en tu casa —espera... acaso dijo ¿Mateo? ¿no es ese el engreído de los Reed?
Genial ahora tenía que sentarme en esa mesa, incómoda, sólo para cenar con la familia del niño rico que casi me atropella en la esquina de una de las tantas calles de los Ángeles.
Ahora comprendo a Ariana Godoy cuando expresó en A través de mi ventana «El karma es una mierda».
El ambiente entre ese chico y yo no era para nada agradable. De vez en cuando le echaba una miradita...sólo por curiosidad.
Segura que sólo era por curiosidad.
¡Conciencia ya cállate , ni que estuviera tan bueno!
No amiga , sólo te advierto. Dices eso ahora, pero cuando lo pruebes te vas a chupar los dedos de esquicites.
Mamá frunció el seño al ver como estaba de distraída.
El silencio se plantó en esa cena, haciéndose cada segundo más eterno. Pero al fin, todo fue reemplazado por mi madre y su increíble bocota.
—Mat, al parecer ya conociste a Meredith, mi hija —le comentó mi madre con un entusiasmo increíble.
La muy ilusa estaba tan contenta que parecía una lombriz en un plato repleto de espaguetis. El chico casi se atraganta con la comida. Tanto fue así que el pobre tuvo que tomar abundante agua para no desfallecer.
—Perdón señora Claudinie acaso a dicho, ¿hija? —¡uff creo que ahora la cosa si se puso buena!
Ese tal Mateo miró a mi madre como si se le hubiera ido la olla y en serio estuviera mintiendo.
—Siii Mat, acaso ¿ya se conocen? —ejem...pobre de mi madre si supiera de ese desgraciado momento, no preguntaría. Aunque la culpable fui yo por andar de distraída.
—Bueno Claudinie es que ella y yo...
—Nos conocimos hoy, hace un rato para ser exactos. Cuando casi me caigo de culo al abrirle la puerta —interrumpí rápido porque creo que iba a contar la verdad.
Él me observó con los ojos bien abiertos, tanto así, que hasta parecía un pescado en nevera.  El chico me observó como si acabará de confirmar que no estaba loca ,sino, tostada.
No se porque tuve la necesidad de detenerlo.
Quizás porque ¿tú madre puede ser lo que sea, pero cuando se trata de sus hijas se pone muy a la defensiva?
Es verdad conciencia. Tenía que haberme quedado callada a lo mejor lo hubiera lanzado por el balcón.
Mamá tosió desenfrena, al darse cuenta de la palabra utilizada en mi vocabulario. Ella siempre dice que es de muy mala educación soltar esas palabras en público. No se porque si igual todos lo tenemos.
—¿Mera que deseas estudiar?— preguntó el señor Reed calmando la tensión que había en ese lugar. Lo cual agradecí con el alma.
—A ver aún no lo tengo definido como tal, pero tengo dos opciones: medicina o literatura inglesa. Aunque para mí, es mucho mejor literatura inglesa.
—¿Por qué crees que sería mejor? ¿Acaso escribes? —Todos se giraron como ventiladores hacia mi dirección.
—Bueno la verdad me fascina escribir, pero creo que aún no he escrito una historia como tal.
—Todos me miraron con cara de ¡Estas loca, escritora! ¿en serio? —La verdad me jodió mucho y el idiota pareció captarlo porque enseguida se hecho a reír.
—¿Estás de broma Meredith, vas a ser escritora y aún no has escrito nada?
El imbécil de Mateo se estaba burlando de mí. Eso lo sabía.
Darme cuenta me afectó sin ninguna razón. Pero no podía hacérselo saber o me destruiría con esa arma.
—Siii, en serio. No veo ningún problema en que yo: Meredith Walter no pueda ser escritora. ¿Acaso tu lo ves niño rico? —Al parecer ese apelativo no le gustó para nada.
—Bueeeeeno, la verdad es que sí — contestó el muy imbécil alargando demasiado esa palabrita y aún riendo por lo bajo—.Es que no entiendo como quieres ser escritora, si nunca has escrito ni un párrafo, ¡aunque fuera algo muy diminuto!
Sinceramente eso último me cabreo mucho más. Él pareció notarlo porque al instante sonrió y me guiñó el ojo.
—¿Quieres saber por qué deseo ser escritora? —pregunté con un fuerte dolor en mi pecho—. Por supuesto. La curiosidad me carcome por dentro.
Giré en dirección a mi madre y mi hermanita dedicándole una pequeña sonrisa. Mi madre me observó unos minutos con los ojos llorosos y eso me dió fuerza para contestarle a este chico tan odioso.
—¡Por mi papá! —exclamé con dolor aún mirando fijamente a mi pequeña familia.
Mateo me observó unos segundos que parecieron eternos. Su mirada pasó de incredulidad a burla. Entonces supe que lo que saldría de su perfectos labios iban a ser las palabras más hirientes de toda mi vida.
—¿Tu papá? ¿Es escritor o un bueno para nada como su hija? —escupió esas palabras con una sonrisa gigante en sus labios.
Esa fue la última gota que derramó el vaso para que todo explotara. Pero no sólo de furia, también de dolor
—¡Basta ya Mateo! ¡Esta familia se respeta así que cierra la maldita boca de una vez por todas! —espetó furioso el señor Reed dándole un fuerte golpe a la mesa. Todos lo miramos con los ojos bien abiertos por su reacción.
El señor Jackson sabía de sobra lo hiriente de esas palabras. Pero yo no podía quedarme con ese nudo en mi garganta. Debía soltarlo todo y eso iba a hacer.
—Mi padre...mi padre era el mejor escritor del mundo, el fue quien escribió Bajo tu Sombra. Y no, no era un bueno para nada. Fue el mejor padre del mundo. Ese tipo de padre que está ahí cuando te pasa algo en el colegio, cuando te caes y no tienes como levantarte. Yo fui su pequeña guerrera...el fue mi gran salvador. ¿Y sabes por qué ya no lo soy?
La grandiosa sonrisa que su rostro reflejaba segundos atrás, desapareció de un momento a otro.
—Meredith yo...
—Porque está muerto. Ese a quien llamaste bueno para nada murió, se fue...nos dejó aquí, con un hueco en el corazón y un libro de recuerdo —murmuré mientras secaba mis traidoras lágrimas con el dorso de la mano.
No podía escuchar más. Me levanté exageradamente rápido de esa maldita mesa y me dirigí a la salida sólo para tomar un poco de aire, porque creo que en ese lugar no acababa de llegar a mis pulmones.
Estaba situada al lado de la fuente con mi vestido de tirantes, así como corte de princesa, era negro con unas florecitas en blanco. Me tomé una foto y se la envié a Nick . Antes de darle a enviar me dispuse a escribir una nota.
Perdón por ser una estúpida y no responderte, pero ahora mismo no sabes cuánto te necesito. Nick sólo deseo que tomes ese avión que me prometiste y vengas lo más rápido posible.
Entonces le dí a enviar, pero no obtuve la respuesta que necesitaba, porque esa, esa nunca llegó.
Escuché pasos pero no tuve que girarme para saber quién era.
—Oye Mera siento mucho lo que te dijo el imbécil de mi hermano —susurró Lucas muy apenado.
No podía creer que era Lucas quién me pedía perdón, cuando debía ser el capullo de su hermano. Ese imbécil jugó con lo más preciado que tengo...el recuerdo de mi papá.
—No tienes porque disculparte Lucas, no fue tu culpa, es la de tu hermano — Fui sincera con él, no quería que se sintiera mal por algo que no hizo.
—Sabes Mera, yo si creo en ti. Un día de estos, lo lograrás y serás una escritora famosísima como mismo lo fue tu padre. No tienes porque guiarte por los demás cuando tu sola puedes —Inmediatamente percibí como mis ojos se inundaban de lágrimas, al recordar que papá siempre me decía lo mismo.
«¡No saben cuánto extraño a ese hombre!»
—¿Sabes algo Luk? Tengo miedo de tener miedo. De no ser lo que todos piensan, de no lograr mis sueños sólo por ser diferente.
Me abrí a él sin ningún remordimiento. No se en realidad porque se lo dije, pero en el fondo era como si hubiera una conexión entre los dos, como si nos conociéramos de antes.
—Mera, ¿te digo la verdad?. ¿Quieres que te cuente un secreto? —asentí en el instante en que me dijo eso último.
Realmente necesitaba alguien con quien conversar, en realidad no lo había echo con nadie desde que papá murió, ni con Naty, Jen o Annie. Pero él parecía la persona correcta para hacerlo.
—Mera, hagas lo que hagas, nada en la vida será una buena idea. En un punto de la vida lo vas a cagar todo, créeme que sí. Pero esa, es precisamente nuestra ventaja —Lo miré confusa por sus palabras y él lo notó—.Lo que quiero decir, es que esa es nuestra ventaja, porque si estamos al tanto, que de alguna u otra manera nos puede ir mal, mejor que nos vaya mal haciendo lo que nos gusta y estando con quien de verdad te haga sentir que eres su punto débil.
No aguanté más. Tenía que desahogarme.
—Precisamente ese es el problema, Luk. Que ni la persona que quiero puede quererme —le comenté entre sollozos llena de melancolía.
—Entonces es un idiota, Mera. ¿Quién no querría estar con alguien como tú? —sin darme cuenta sentí sus dedos acariciando mis mejillas y al levantar la mirada mis ojos se fijaron en los suyos. —Eres hermosa, solo mírate. Con ese envidiable cabello rojo —dijo colocando un mechón detrás de mi oreja. —Tus ojos cafés claros, esa naricita respingada y tus delgados y delicados labios rosa.
Solté una pequeña sonrisa al sentir como me veía desde esos preciosos ojos azul fuerte, me parecía tan tierno en ese momento.
—Y sin mencionar ese culo redondito resaltado por esas magníficas curvas de infarto. —dijo esta vez con un toque de malicia y picardía en su mirada.
—¿Qué? —pregunté incrédula —dijiste ¿Culo redondito? —volví a preguntar pero casi no podía contener las ganas de reír.
Soltó unas pequeñas carcajadas antes de responder. —Sip. Ja,ja. Pero no solo es eso. También tu corazón hecho de oro...eres una excelente persona Mera y eso se te nota a leguas.
—Me di cuenta desde que te ví. Crees que no eres suficiente para el mundo. Pero yo creo que es el mundo que no está preparado para tener a alguien como tú.
Eso me hizo aumentar los sollozos y el como todo un caballero seco las pequeñas lágrimas que caían por mis mejillas.
—Gracias por todo, Luk... Eres genial... —dije sollozando dejándome rodear por sus brazo abrazándolo.
—Quiero que sepas una cosa, siempre voy a estar para ti cuando me necesites... —dijo suavemente cerca de mis oídos.
La noche cayó en el cielo de New York y con está, unas hermosas estrellas que resaltaban en esa oscuridad palpable.
Al fin y al cabo la noche no estuvo tan mal como esperé.
Encontré un amigo, a alguien que me entiende de verdad. Ahora tendré a Lucas para reír, llorar y contarle sobre mi sufrimiento en este infierno llamado hogar Luego de nuestra conversación, Luk y yo nos sentamos en la orilla de la piscina para meter los pies mientras nos tomábamos una copa de vino.
Estuvimos hablando un poco sobre su novia, también me contó, de algo llamado estrés escolar y de como era el instituto al que debería ir el día siguiente. Cuando estaba con Lucas, presentía algo muy hermoso, el me inspiraba una confianza tremenda.
Pero creo que mis neuronas dejaron de funcionar al instante en que escuche esa maldita y excitante voz.
«Vaya Meredith admitiste por fin que su voz es excitante»
¡Oh conciencia no me jodas , debo hacerle frente!
«Claro nena, házle frente a ver si te relaja»
—Vaya, vaya ¡pero si son los tortolitos de la noche! —Visualice como Lucas se tensaba de pies a cabeza.
—Walter pensé que eras una chica más purita. ¡Míralo bien nena, él ya tiene quien le caliente la polla! La verdad no se ni porque te molestas en darle tu número si jamás te probara —dijo con un poco de arrogancia  mezclado con enfado
¿Si él no me conoce, como puede estar sacando conclusiones precipitadas sobre mí?
«Porque es un idiota encanto»
En eso estoy de acuerdo contigo.
—Qué sorpresa tenerte aquí...¿Federico, no?
Fingir que no sabía su nombre, fue bueno, se veía a kilómetros lo furioso que estaba.
—Es Mateo pequeño fuego, Ma-teo —tanto le molestó que lo dividió en sílabas.
¡Genial encato, Meredith 1, Mateo 0!
—Bueno Mateo respecto a tú comentario, quería decirte que: ¡Si los capullos como tú, llegarán por tubería, da por echo que tú, serías la llave de paso!
«Uff nena, ahora si lo icomodaste porque te estás echando una miradita...mmh de asesino en serie»
—¡Ehh mirad! ¡Acabó de encontrar a mi chica predilecta! —manifestó Luk un poco burlón, rodeandome los hombros con sus fuertes brazos—.Preciosa, no te gustaría vivir con nosotros, a este tío hay que ponerle un STOP y al parecer sólo lo haces tú—susurró burlón y autoseguido me eché a reír.
—¿Qué te da gracia pequeña?
«Yo odio que me digan así»
—No me digas así, mi estatura no define mis apodos imbécil —espeté furiosa, muy a la defensiva.
—Vale chicos yo mejor me voy, la tensión sexual se percibe a kilómetros de distancia —miré un poco mal a Luk, pero a la vez le suplique con la mirada que no se fuera y menos dejándome sola con este energúmeno.
—Sii mejor vete
—No
—¡Qué sí, no oyes o tienes algún problema auditivo!
—¡Dije que no y basta ya con tus insultos de mierda, todos me la sudan capullo de un metro ochenta!

—Ok, yo mejor me voy ¡Adiós Mera nos vemos mañana!
«¡Oh no te vayas o tendré que correr sin remedio!»
Cuando Luk se encaminó a la casa, giré mis talones en su dirección y quise ponerme en marcha ¡os lo juro por mi madre! Pero entonces tuvo que venir él, a cogerme por el brazo y automáticamente susurrar algo que me dejó descolocada.
—¿Cómo duermes pequeña?—preguntó y lo miré confusa.

—¿Como, qué como duermo, podrías explicarte mejor? Es más ¿por qué me preguntas eso?

—Solo te pregunto para hacerme la idea de como alguien como tú, puede estar desnuda entre cuatro paredes 24/7 —respondió con una pequeña sonrisa asomándose en sus gruesos labios.
No pude emitir ningún sonido, de repente sentí un frío en la parte baja de mi vientre, un calor intenso recorrer mi espina dorsal y mis labios entre abriste para sentir el calor que desprendían los suyos.
Entonces tuve la necesitada de alejarme, de desaparecer al darme cuenta de lo que quizás hubiera sucedido segundos atrás.
De un momento a otro comencé a tener taquicardia, hacia mucho calor, ¡mucho calor! Todo parecía indicar que estaba rodeada de un enorme volcán de fuego, tanto era así, que pude percibir como consumía cada pedazo de mi piel.
Mi papá me enseñó que a veces en la vida, es bueno desaparecer, tomarse su tiempo. Sobre todo en esos días donde cada parte de ti es vulnerable al aire que respiras.
Cuando salí de ese lugar en el que sentía como mi garganta se cerraba y cada segundo dejaba de respirar sólo por las palabras de él. Fui en dirección a mi nueva habitación, a descansar y olvidar los recientes recuerdos.
Pero, antes de llegar a mi destino. Caminé de puntitas sin hacer ruido hasta la cocina. Donde observé detenidamente como mi madre charlaba eufórica junto a sus nuevos amigos los señores Reed. Mi pequeño rayito de sol jugaba con su muñeca de Lady Bod, intentando salvar a París del horrible accidente que iba a ocasionar el trencito de Harlan.
Lucas estaba ahí, sentado con su móvil hablando con alguien, al parecer su novia Allison.
No supe más nada sobre el chico de cabello rubio oscuro casi castaño. Parecía como si hubiera desaparecido del mapa.  En ningún momento lo encontré merodeando por la cocina y mucho menos por el salón. Estaba tan agotada, que ni siquiera me queje en algún momento por la cantidad de escaleras que portaba está fabulosa mansión.
Cuando llegué a mi cuarto, no le presté atención a los libros como acostumbraba a hacer todas las noches en mi biblioteca de Whattpad, ni tan siquiera ahora que los tenía todos en físico. Solamente me quité las sandalias y el precioso vestido negro de flores blancas. A penas lo hice fui en dirección a la bañera para darme el baño más relajante de mi vida. Mientras tanto en las bocinas de mi iPhone 7plus sonaba la hermosa melodía de Falling like the stars.
Y en ese entonces, me dispuse a pensar y procesar todo lo que ocurría en mi vida. Sobre todo ese pelo ondulado, más bien esponjoso, cubierto de un color rubio oscuro casi castaño. Esa impresionante tes blanca, tan blanca como la leche. Las gruesas cejas resaltadas por ese iris azul cielo.  Algo de ese ser me llamaba la atención, y eran esas diminutas pecas que rodeaban su nariz. Sobre todo, ese lunar ubicado en un lugar prohibido de su cuello, cerca de la manzana de Adán. El susodicho es la perfección en persona, no se le parece en nada a mis personajes ficticios, él es algo más que Jack Ross, Christopher Morgan, Nicholas Leister, Ares Hidalgo o Axen Danet.
Al salir de la tina con el pelo chorreando como cascada en el desierto. Me coloqué mi pijama favorito, el de la película animada de enredados. Me gusta ponermelo porque captura ese momento romántico en donde Rapunzel y Flynn Reader casi se besan mirando las linternas flotantes. También me recuerdan a uno de mis libros favoritos. «Una conquista imperfecta»
Terminé recostadome en la cama poco a poco. Necesitaba caer rendida como mismo lo había hecho al llegar a este infierno llamado hogar.
Mañana será un día muy largo, así que necesitaré energía suficiente para poder batallar con uñas y dientes.

Antes de tiWhere stories live. Discover now