Tu padre es un duque perteneciente de la corte real del rey Enji Todoroki, tu futuro suegro.
Con un matrimonio arreglado con su hijo de tu misma edad, el principe shoto, Heredero de la corona. Pasas momentos en el que dudas aceptar tal trato, ya que...
Tal y como lo pensaste, la semana paso, y el la fiesta de su compromiso había llegado, obviamente no estabas emocionada del todo. La simple idea de verte en un vestido de bodas siendo coronada a tal temprana edad, hacía que te empezara a disgustar de tu propia existencia.
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-Se ve muy hermosa señorita _____-Hablo una de las criadas, halagando cada aspecto de ti-Sin duda el principe Shoto, es muy afortunado.
Solo blanqueaste los ojos, no te importaba escuchar alguna conversación que lo incluya, solo te empezaba aburrír. Cuando terminaron de arreglarte, las criadas se apartaron para poder verte con más detalles.
Lucias un lindo vestido no tan esponjado, con bordados muy bien detallados, al ajustarse a tu cuerpo lo hacía ver divino, y más definido con el escote que enmarcaba bien.
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Halagando nuevamente tu belleza, emocionadas, te lanzaban cumplidos por cada detalle que veían.
-Le queda magnífico señorita.
No dijiste nada, solo tratabas de no hacer alguna escena por ir a tal compromiso. Simplemente diste un suspiro al mirarte tan arreglada, y sin alguna expresión, te retiraste del lugar para que siguieran con tu arreglo.
Lo único en que pensabas, era solo dejar pasar el tiempo en aquella fiesta, o almenos darle poco interés.
Cuando finalmente habían finalizado, no fue tanto tiempo que ya era hora de irse. Con la poca emoción que tenías, lo único que ideaste, era contar cada minuto que pasaría en ese lugar, para almenos saber cuándo volverías a tu hogar. Y esas ideas se hacían reflejar en tu expresión de poco animo.
-Quita esa cara-Te hablo tu madre, que estaba sentada frente tuyo-Tienes que quedar bien con el Rey.
-Si madre-Obedeciste sin remedio
En su transporte, hecho de madera y hierro, materiales que comúnmente decía tu padre como "Dignos de la Realeza" esos detalles siempre te lo enmarcaba.
Al llegar al glamuroso lugar, tomaste aire para que almenos no arruines la ocasión, sabías que no eras como las demás chicas de tu mismo nivel, y eso se debió porque tus padres te permitían ser completamente libre, jugar como todos los niños en el mundo, pero ya ese espíritu rebelde tenía que acabar en el momento que te llegarás a casar.
