𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎.

1.1K 59 10
                                    

⸻ 𝐃𝐎𝐋𝐎𝐑. 𝐂𝐀𝐍𝐒𝐀𝐍𝐂𝐈𝐎. 𝐃𝐄𝐒𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍. 𝐀𝐃𝐑𝐄𝐍𝐀𝐋𝐈𝐍𝐀.

Esas eran las emociones que más sentía, pero había más que las acompañaban.

Rabia. Miedo. Confusión. Duelo.

El sol quemaba mi piel, mi gorra vieja no me ayudaba mucho contra el; el sudor me bañaba y la sensación era de lo menos agradable; pero eso era lo menos importante.

Lo único que tenía era una mochila, muy sucia, rota por muchas partes, era pequeña, y estaba casi vacía.

Porque todos los suministros que tenía se habían agotado en todo el largo camino que emprendí. Lo único que tenía era un cambio de zapatos, aunque no tenían mucha diferencia en daños con los que tenía puestos; una camisa, igual de desgastada, y un bote de agua casi vacía.

Mis manos estaban ocupadas, uno sostenía una pequeña biblia de bolsillo, que me habían regalado, sea por lastima o por amabilidad, fue un gran consuelo de fé, aunque no había puesto mayor atención a la religión en la mayoría de mi vida; fue el ánimo que necesitaba.

O eso pensaba.

En la otra, una foto arrugada, pero bien aferrada, que había sacado para darme motivación, y no me había dado tiempo de volverla a guardar.

— ¡Apresúrate! — Oí la voz de alguien. Sentí jalones hacia adelante.

— ¡No te vamos a dejar atrás, colega, así que corre más rápido!

— ¡Están detrás de nosotros!

— Malditas escorias inhumanas...

Pero sus diálogos cada vez más se distorsionaban. Estaba en modo automático. Solo corría. Con inmenso dolor en mi abdomen. Estaba en un limbo, así que mi instinto solo me guiaba, y me decía que ni por nada en el mundo debía parar.

Estaba en peligro.

—¡Oye, oye! — Sentí nuevamente otro jalón, sosteniendo mi camisa desgastada para poder seguir el ritmo más rápido. — ¡Ni se te ocurra caer, colega! ¡No permitas que todo tú viaje haya sido en vano!

Esas palabras hubieran tenido mayor impacto si el gran pinchazo en mi abdomen no hubiera vuelto. Regreso a ver por un momento el porque me duele tanto.

Hay sangre. Mucha sangre.

Duele mucho. Me mancha tanto.

Me habían disparado.

— ¡Joder, me siento como un animal!

— ¡¿Cómo pueden ser capaces de hacer esto?!

— ¡Es mejor seguir corriendo que seguir preguntando!

El dolor es demasiado...

¿Por qué estoy aquí, otra vez?

Ah, el sol es demasiado brillante... deseo tanta agua, deseo tanto dormir, descansar...

Deseo tanto llorar hasta desahogarme.

Entonces, caigo, ya no aguanto.

Pero unos brazos me atrapan; y sigue corriendo sin dejarme atrás.

— Te lo prometí, ¿No?

La voz se escucha tan lejana, pero por alguna razón se siente tan reconfortante. Me siento como en un hogar.

— Que estaría a tú lado en todo momento.

[...]

Abro mis ojos. Forzándolos para despertar de ese sueño que era más bien un recuerdo, uno demasiado lejano pero que estaba muy presente.

❝𝘓𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘪𝘰𝘴𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘩𝘰𝘨𝘢𝘳, 𝘴𝘰𝘺 𝘺𝘰❞ ◖𝑺𝑵𝑽◗Where stories live. Discover now