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🍺Apesar de que Zoro ama a Kaito hay algunas veces que lo saca de quicio.

La luz de la luna iluminaba gran parte de la cuidad haciéndole compañía a las personas que debían permanecer despiertas a tan altas horas de la noche, un claro ejemplo de esas personas son los policías

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La luz de la luna iluminaba gran parte de la cuidad haciéndole compañía a las personas que debían permanecer despiertas a tan altas horas de la noche, un claro ejemplo de esas personas son los policías. Haciendo guardia por aquí y por allá a lo largo de la cuidad.

—Ah completado su turno oficial, ya puede retirarse –Habló una voz através de la radio de la camioneta policíaca.

—Entendido General, partiendo ahora mismo –Zoro colgó el parlante, suspiró estirándose en su asiento tomando rombo directo hacia su hogar.

Eran aproximadamente las dos y media de la madrugada, la cuidad estaba silenciosa y tranquila por dónde fuera que miraras.
El trayecto fue más corto de lo esperado, al bajar de la patrulla se percató de como una sombra se notaba através de las cortinas de la ventana donde estaba ubicada su habitación. No hacía falta saber de quién se trataba aquella silueta.

Zoro enseguida se adentró a su hogar cerrando con llave la puerta detrás de él, retirándose el chaleco antibalas para guardarlo en el armario que estaba enseguida al entrar.

Sin poder esperar más enseguida fue hacia a la habitación casi corriendo por las ansias de tener a su mujer a su disposición.
Al tenerse enfrente no hacía falta saludarse, sus labios se encontraron en cuestión de segundos saboreando cada parte de ellos.

Zoro te tomó por los muslos enredando tus piernas en su cintura adentrándose a la recámara rápidamente.
En un movimiento rápido el peliverde depósito a la C/P en la orilla de la cama estando él entre sus piernas comenzando a desvestirse a toda prisa. Por suerte para él, _____ ya se encontraba despojada de toda prenda portando solo una bata de baño.

—¿Y Kaito? –Preguntó Zoro bajando su pantalón del uniforme a la vez que se quitaba los zapatos.

—Dormido, quería esperar a que llegaras pero el sueño le ganó –

—Suerte para ambos, ¿No crees? –Roronoa te tomó por los tobillos tirando de ti haciendo que su miembro chocara justo en tu entrada arrancando un gemido de tu garganta.

Una sonrisa perversa se formó en el rostro de Zoro, bajó hasta estar a la altura de tu cuello para comenzar a repartir besos por toda tu piel bajando lentamente hasta llegar a tus pechos, tus pezones estaban erectos debido al tacto frío de las manos de Roronoa y sus cálidos besos.
Sus labios rodearon la areola jugueteando con su lengua el duro pezón a la vez que pellizcaba entre sus dedos el otro pezón.

Tus manos se encaminaron a la camisa del uniforme de él, la cuál fuiste desabotonando botón a botón hasta despojarlo por completo de ésta dejando descubierto su trabajado torso y pectorales, los cuáles acariciaste lentamente hasta llegar a su espalda a la que arañaste provocando un gruñido proveniente de Zoro.

Este te sonrió ladinamente tomando tus muñecas con una de sus manos posandolas encima de tu cabeza.

—Eh esperado esto desde que mi turno comenzó –Susurró Zoro en el oído de tu mujer erizando tu piel a cada palabra, acto seguido su diestra recorrió toda tu silueta del cuerpo hasta llegar a tus muslos internos los cuáles separó con una de sus piernas dejando el camino libre.

Lentamente su mano comenzó a bajar hasta tu intimidad comenzando a acariciarla con sus dedos medio e índice preparándose para adentrarlos en su interior.

En eso un llanto desgarrador provino desde fuera de la habitación a lo largo del pasillo.

—Es Kaito –Anunciaste alarmada.

Emitiendo un quejido de molestia Zoro intentó ignorarlo.

—Déjalo _____, pronto volverá a dormir –Apunto de abalanzarse a tu cuello lo detuviste con una de tus piernas mirándolo acusadora.

—Ya ya, tranquilizate mujer, no tienes que mirarme así –A regañadientes se separó de tí tomando una pijama limpia de los cajones saliendo enseguida de la habitación ya vestido hacia la de su primogénito.

Al entrar se encontró con Kaito llorando abrazando a sus piernas mirando al armario entre abierto frente a él.

—Hey Kaito ¿Por qué estás llorando? –Se acercó a él y enseguida el pequeño se abrazó al cuello de su padre consolando un poco el llanto. En cuestión de segundos entraste tú sentandote en la orilla de la cama del niño, quién enseguida se sintió aún más seguro con la presencia de ambos padres.

—Tuve una pesadilla –Declaró mirándote a los ojos desde el hombro de su padre– soñé que un monstruo muy feo salía del armario y me llevaba con él.

—Oh cariño, eso nunca va a pasar –Zoro extendió al pequeño hacia ti a quien abrazaste enseguida– tu papá y yo siempre estaremos para protegerte.

—¿Acaso olvidaste que soy policía enano? Además, tu madre tomó clases de karate.

—Y eh de agregar que soy cinturón negro –comentaste orgullosa.

—El punto aquí es que con cualquiera de los dos tú estás a salvo. Pero como ambos siempre vamos a estar para protegerte, nada ni nadie podrá hacerte daño –Zoro acarició el cabello del pequeño, había dejado de llorar por completo.

—Muy bien, ahora a la cama que si no te duermas vendrá la bruja y... ¡Auch! –Enseguida golpeaste en la nuca a Zoro, señalaste con la cabeza a Kaito y al mirarle se dió cuenta que estaba temblando aferrado a su manta.

—¿Pueden dormir conmigo esta noche? –Los ojitos del pequeño destellaban brillos.

Apunto de que Zoro se negara, le callaste respondiendo un "Sí" acomodandote a uno de sus lados.
Kaito ahora emocionado llamó a su padre palpeando el otro lugar libre junto a él, el peliverde suspiró y enseguida se encaminó para tomar como propiedad ese lugar.

Zoro y tú durmiendo a cada lado de la cama teniendo enmedio a Kaito que no tardó nada para volver a dormir tomando sus dedos índice con cada una de sus manitas.

Mugroso enano

Con su mano libre Roronoa acarició tu rostro llamando tu atención antes de comenzar a dormir.

—No creas que te librarás de esta, mañana es mi descanso y no te dejaré ir tan fácilmente –Habló entre susurros.

—Llevaré a Kaito a a casa de Nami y Luffy para que juegue con su pequeña, así tendremos toda la casa para nosotros –Anunciaste guiñandole un ojo, pues tú también te habías quedado con ganas.

Se sonrieron mutuamente y cerraste los ojos siendo consumida por el sueño, Zoro antes de dormir pellizcó dulcemente las mejillas de Kaito.

—A veces eres un verdadero dolor de cabeza –Rió y besó la cabeza del pequeño para seguirles el paso a la tierra de los sueños.

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Headcanon's Zoro Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ