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Lo que comenzaron siendo minutos, se transformaron en horas, días, semanas y finalmente pasó un mes y sobre ellas no había noticias

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Lo que comenzaron siendo minutos, se transformaron en horas, días, semanas y finalmente pasó un mes y sobre ellas no había noticias.

Sus ojos estaban cerrados, como si solo estuviera durmiendo pero es claro que no está durmiendo, aunque tampoco puede decirse que está despierta.

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En tan solo un segundo, todo aquello que se cree tener se puede terminar, y dar como finalizado el juego.

En un segundo incluso la vida que teníamos, puede ser la nada misma.

Cinco palabras resonaban en el quirófano, dónde la princesa Leyla se encontraba sobre la mesa de operaciones.

—¡¡Estamos perdiendo a la princesa!! —la voz de una doctora desesperada acompañada del pitido del monitor cardíaco.

Una vida que comienza a irse en un suspiro.

Uriel se acerca y comienza a reanimarla.

—Joder. —el aparato no paraba de sonar.

—Desfibrilador. —pide la otra doctora.

Y así están un par de minutos, con rcp y desfibrilador, hasta que la doctora lo menos pensado.

—Hay que declarar. —Las enfermeras la ven entre lágrimas, porque por más que no la conozcan y no tengan trato con la paciente, es la princesa de la monarquía.

—Hora de la muerte ...

Nadie se atrevía a completar la oración.

Es cuando Uriel muy encontrá a lo que su cerebro le decía, se atrevió a darle un golpe precordial.

Y finalmente después de cuatro minutos, el corazón de la princesa se reinicio.

La cara de alivio de todos ellos llegó en cuanto vieron al monitor detectar constantes vitales.

Terminaron con su trabajo, dejando de lado los minutos donde ella se fue.

Momento actual.

Un mes y dos semanas han pasado desde la última vez que la princesa fue vista despierta.

Uriel descansa en su sillón junto a la cama de la princesa, cómo cada día desde que la reina le encargó el cuidado a él, aunque por más que Carlie se lo haya encargado, él tampoco había buscado algo mejor que hacer que cuidar a la princesa.

—Buenos días princesa. —la saluda cuando él despierta y cómo cada día se sienta en su cama a observarla unos minutos. —Hoy es un día soleado, la brisa invernal ya está comenzando a desaparecer dándole paso calor de primavera. —le comenta para sonreírle.

Acomoda un poco su cabello.

Alguien toca la puerta, así que Uriel se pone de pie para ir a abrirle la puerta a la enfermera.

En los brazos de la princesa.Where stories live. Discover now