Prólogo

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¿Me concedería este baile?

Son cuatro palabras.

Cuatro palabras que, aunque no puedan significar apenas para muchos  absolutamente nada, para las jóvenes londinenses lo significan todo.
Significan el comienzo de una conversación, de una fugaz mirada, de un simple tacto al sostener la mano del otro; el cual puede provocar que su interior se revolucione como una bandada de pájaros.

Siempre había renunciado a escuchar esas palabras de la boca de un hombre ya que nadie en su sano juicio la había invitado a sacarla a bailar pero, cuando los labios de Colin Bridgerton pronunciaron esas cuatro palabras por primera vez, a Penelope se le abrió un mundo entero de posibilidades.

Era como si el mismo sol bajara a la Tierra. Todo debajo de ella tembló y torpemente salió de su mano hacia la pista de baile.

Esos mismos labios que tantas veces la habían dejado embelesada en noches que no era capaz de contar y que la dejaban atontada cuando le dirigía una sencilla sonrisa pícara cual niño travies, fueron los que volvieron a provocar que el suelo de Penelope temblara, pero esta vez queriendo totalmente desaparecer de la faz de la Tierra o, más bien, queriendo desaparecer ante él.

Penelope Featherington se enamoró de Colin Bridgerton un 6 de Abril de 1812 y toda su existencia se había basado en tener en un altar a su primer amor pero unos años más tarde al escuchar aquellas sucias palabras salir de su boca, decidió que era hora de quitarlo de ese pedestal el cual no merecía y, por una vez en toda su vida, subirse ella al mismo del que nadie iba a ser capaz de alcanzarla.

Era hora de que la verdadera Penelope que se había escondido por miedo al qué dirán, saliera a la luz y vieran que nadie era digno de ella.

Ni siquiera él.

6 de Abril de 1812Where stories live. Discover now