"𝐄𝐩𝐢𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞."

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─ ¡Jake, no dejes que se vaya! ─Gritó Sunghoon persiguiendo a su primer terremoto. El niño de pelo púrpura tenía demasiada energía por derrochar, siempre metiéndolo en problemas por molestar a los demás. Lo amaba, era su hijo, pero no sabía ya qué hacer con él.

El rubio en cambio...

─ ¡Ni-Ki! Ven aquí, ahora. ─y el chiquillo paró en seco dándose la vuelta con un poco de susto en su cuerpo. Y no es que Jake fuera rudo, simplemente sabía cómo sobornarlo. Quitándole su fruta favorita.

─ Ahora... ─Sunghoon tomó la mano de su hijo. ─ Vamos por ese baño.

El pelo púrpura lo único que hizo fue suspirar y seguir de la mano a su padre mayor. Miró con cara de cachorrito a Jake, más este le señaló la encimera, donde su alimento descansaba, y el niño se encaminó rápidamente.

Era un tanto gracioso pero adorable. Cuando Sunghoon salió de su campo de visión se devolvió a la sala y se sentó frente a su hija Mina. Era hora de la cena, pero pasaba horas leyendo los libros que Sunghoon había conseguido para ella y no dejaba de intentar leerlos ni un solo segundo por lo que el pelirosa debía darle la comida a la boca.

Por otro lado, su último retoño venía entrando a la casa, cansado por estar todo el día jugando con sus amigos al fútbol.

Tenían tres hermosos hijos, tan diferentes entre ellos, pero tan amados por igual. Ni-Ki de pelo púrpura y Hyunjin de pelo azul, eran gemelos, y los primeros que habían tenido hace ocho años, Mina tenía seis años y era el tesorito de papá, Jake la amaba porque era tan pelirosa como él, incluso sus apariencias eran casi idénticas.

Los gemelos eran más entre mezcla de Sunghoon, un humano, y él, un pinkly. Tenían el pelo de colores, como su apariencia, pero sus ojos eran oscuros y sus portes gruesos como los de el azabache.

El tiempo había ayudado para mejorar el mundo dónde vivían, Sunghoon había dado a conocer muchas cosas que ellos no sabían, habían evolucionado exponencialmente, aún así seguían siendo la misma gente alegre y amorosa. No existía la envidia, la mentira o los engaños, todos tenían un corazón puro y el azabache jamás hablaría de que acaso eso existió en su vida pasada. Ellos merecían ser las buenas personas que no habitaban en la tierra.

Amaba ese lugar, a su familia, a sus hijos, a su esposo rosa, a sus animales, a la gente que diariamente estaba ahí con ellos. El rey jamás envejecía, seguía siendo el mismo chico dorado que conoció aquella vez.

Jamás se arrepentiría de haberse quedado, ni mucho menos haberse montado en esa nave defectuosa, lo que ocurrió en la tierra luego de su desaparición fue un misterio para él, pero nunca más volvió a pensar en eso, solo tenía mente para su ahora.

Y eso era estar pendiente de sus hijos, quizás procrear más. Si no fuera por terminar afuera estuvieran repletos de niños por toda la casa.

Él se dedicó a secar a su hijo cuando terminó su baño.

─ ¿Por qué no me haces caso? ¿No me quieres? ─Le preguntó a su hijo.

─ ¿Qué? Si te quiero pa, sólo que me gusta jugar contigo. ─dijo el niño sentado en la cama mientras Sunghoon buscaba su ropa. Otra cosa que había evolucionado, ya no usaban sábanas, había enseñado a tejer y ahora había ropa tejida.

─ Jugar al fútbol o baloncesto es una cosa, jugar a no hacerme caso es otra, ¿Sabes que no me he molestado, cierto? Pero si lo hago no seré buena persona. ─reprendió sin subir la voz. ─ Si deseas jugar conmigo solo dímelo, yo jugaré.

El chiquillo bajó la vista asintiendo. ─ Está bien, ¿mañana me puedes enseñar a tejer? ─preguntó despacio. Sunghoon se volteo a mirarlo.

─ ¿Eso es lo que deseas? ─el niño asintió. ─ Entonces eso haremos mañana, ahora ponte la ropa y baja a cenar, iré a hacer el mismo proceso con tu hermano. ─el niño dio las gracias y Sunghoon salió en busca del otro gemelo, este por el contrario del otro era energético pero para los deportes, siempre queriendo patear un balón y correr de aquí para allá. Cuando bajó se encontró con una escena realmente tierna de admirar. Jake tenía a Mina en su regazo mientras cantaban mutuamente. Le gustaba oírlo cantar, hablar o gemir, lo que fuera. Tener al pelirosa era lo más estable qué había estado en la vida íntima. Nunca peleaban, eso no existía para ellos, uno apoyaba al otro, cuando no coincidían en algo lo hablaban y llegaban a una conclusión, se aconsejaban y sobre todo se seguían amando como la primera vez.

Se recostó del marco mirándolos mientras entonaban. Llegó un momento donde cerró los ojos, relajándose ante lo que oía. Hasta que Jake lo llamó. ─ Hoonie, ven.

El azabache abrió los ojos, sonriendo a sus amores mientras se acercaba.

─ Aquí me tienes.

─ Eh... Quería contarte algo.

─ ¿Es algo sobre Mina? ─preguntó preocupado viendo a su hija de arriba a abajo. El negó riendo un poco. ─ ¿Entonces?

─ Bueno es que... Creo que estoy embarazado, y creo que vamos a tener trillizos... ─soltó al fin. La reacción fue espontánea, con alegría saltó sonriendo en grande. Agarró a ambos en brazos y les dio la vuelta con risas alegres. Más abajo se les unieron ambos gemelos, saltando con ellos mientras reían y celebraban el momento.

Era esto lo que necesitaba, era esto lo que él quería, lo tenía todo. Y no necesitaba algo más que su familia y hogar.

Fin.

🎧

OMG, se terminó el fanfic, espero les haya gustado el capítulo y en sí la historia, cualquier error que vean por favor avísenme así puedo arreglarlo.

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♯ 𝐏𝐢𝐧𝐤𝐥𝐲 𝐅𝐚𝐧𝐭𝐚𝐬𝐭𝐢𝐜 𝐖𝐨𝐫𝐥𝐝 | SungJakeWhere stories live. Discover now