Capítulo uno: Aquella mirada

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Era un día común, trabajando en un lugar común, con compañeros comunes.

La cafetería en la que trabajaba cada día era un lugar muy cálido. Al igual que los clientes, muchos de ellos eran personas de una edad avanzada, las cuales se sentaban y contaban todas las novedades de sus conocidos.

Hasta habíamos tenido la oportunidad de formar parte de sus conversaciones. Conocía a todo aquel que entra en este lugar y de vez en cuando había una novedad.

Hace un mes, una pareja de dos chicos había venido a pedir un café y todos se sorprendieron por las muestras de afecto que se daban mutuamente. No pasaba de besos y miradas, pero al no ser algo común por aquí, llamó la atención.

Luego de un par de bromas entre mis compañeros, me dirigí hacia la mesa de Cloe y Susan, dos ancianas que venían cada día alrededor de las siete de la mañana.

Espero a su edad no tener que levantarme a esa hora, sería pecado.

Dejé sus pedidos en sus respectivos lugares y cada una me dejó un billete de un dólar como propina. Me negué a aceptarlo, ya que ellas eran mis amigas y no me sentía cómoda aceptándolo.

—Cómprate algo bonito, linda. A lo mejor en una de estas mañanas nos dices que conseguiste pareja —rieron entre ellas.

—No tengo prisa, Susan. Prefiero enfocarme en escribir mi historia.

—Seremos las primeras en comprarla cuando la publiques —me alentó la peliblanca.

—No lo dudo —les sonreí de lado cálidamente—. Disfruten de su café y si gustan algo más, solo basta llamarme.

—Gracias —dijeron al unísono.

Me di la vuelta y coloqué la bandeja debajo de mi brazo. Al observar la caja me di cuenta de que Jake no estaba atendiendo a las personas, las cuales estaban murmurando en su contra.

No me pagan lo suficiente para esto.

Suspiré y dejé la bandeja a un lado de la barra, para luego ponerme detrás de ella y empezar a atender el pedido de las personas.

—¿Y Jake? —preguntó el señor Smith, quien venía cada mañana a la cafetería para recordar a su perro fallecido.

Su historia es tan hermosa como trágica. Venía todos los días y siempre se sentaba en el mismo lugar, pide un capuchino y un pequeño plato de agua para su perrito. Él falleció hace un tiempo y el señor Smith no lo superaba, creía que estaba vivo.

—Debe haber tenido una indisposición —le sonreí y le entregué el cambio.

Jake era esa clase de chico que conquistaba a todas las chicas con una sola mirada. A todas menos a mi o al menos eso es lo que él siempre dijo.

Algo que no todos saben, es que me gustan las chicas. Solo mi mejor amiga Karen lo sabe y prefiero mantenerlo en secreto para no generar ningún problema.

Mientras atendía a los clientes con ojeras que parecían de mapache, la peli mearrón tomó la bandeja que usé anteriormente y empezó a servir los pedidos.

A lo lejos nuestro compañero Franc estaba haciendo los cafés y capuchinos que Karen le decía que debía preparar. Generalmente en la cafetería somos cuatro trabajando, Jake atendiendo la caja, Franc haciendo los pedidos y Karen y yo sirviéndolos.

Por fin se había acabado la extensa fila, ocupando todas las mesas disponibles. Karen se acercó a mí y dejó la bandeja a un lado.

—¿Lo has visto? —negué con la cabeza.

—Debe estar con una clienta —ella rodó los ojos.

—¿Será una nueva?

—Te apuesto mi homosexualidad a que sí —ella entrecerró los ojos con picardía.

NUESTRO AMOR DEL PASADO [LESBIAN]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن