Prologo

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Aprender a tocar un instrumento no es fácil, se requiere mucha práctica, constancia, paciencia y perseverancia. No obstante la voz humana también es considerada un instrumento musical, y como tal, se necesita la misma disciplina. Si, el mundo artístico parece algo difícil y muy competido, y aún más ser bueno en ello, pero no imposible.

Ella tiene una voz privilegiada y hermosa, como un ángel, a todo el mundo le gusta escucharla cantar, sin embargo, hay un problema, le gusta tanto a una persona, alguien que hará cualquier cosa para que ella cante para él y solo para él. Lo que sea.

La débil luz de las velas y lámparas de gas iluminaba pobremente la habitación en penumbras y el silencio era disipado por el piano, una melodía lenta y fúnebre era ejecutada por unas pálidas manos y sus ojos fijos en las partituras, una lágrima cayó sobre una de las ochenta y ocho teclas del piano, pero no era una lágrima como las que cualquiera derrama, liquidas y saladas, sino espesas y oscuras, de un peculiar color carmín. Dolor, tristeza, desprecio, rechazo y soledad: era todo lo que él sentía y sintió a lo largo de todo su vida, de su miserable vida, optando por ocultarse del mundo siendo la música su consuelo y refugio, después de todo nadie lo extrañaría, ¿quien amaría a alguien como él?, alguien completamente diferente del resto de los humanos. O como él mismo se llamaba "un error de la evolución". Para ser un joven de veinte años pensaba muy distinto a los demás de su misma edad.

Un ruido interrumpió su concentración, gruñó azotando las manos en las teclas del piano generando un desagradable sonido, sin embargo, logró identificar una dulce voz. Intrigado, el pianista se levantó del banquillo y siguió aquella linda vocecita, caminaba encorvado y cojeaba pero eso no le impidió continuar.

Al asomarse cuidadosamente para no ser visto a través de las cortinas de uno de los palcos del teatro (el que estaba más cerca del escenario) vió a una niña de aproximadamente ocho años: cabello lacio y castaño, ojos oscuros, piel morena clara y mejillas coloradas. Ella yacía en el escenario parada junto al piano de cola que había ahí siendo vocalizada por uno de los maestros del conservatorio, así que de ella provenía esa hermosa voz, aquel no dejaba de observarla, era realmente bella, su carita tan tierna y su angelical timbre terminaron de fascinarlo, aunque todavía era una voz blanca si se pulía y desarrollaba bien, con el tiempo se convertiría en una cantante prometedora, él vislumbraba a una soprano con mucho potencial.

Sonrió y siguió mirando y admirando a su pequeña.

—¡bien!— habló el maestro terminando de vocalizarla —tu voz está bien, eres afinada y tienes muy buen oído musical— la niña sonrió al oír aquellas palabras —pero, aún así, hay muchas cosas que trabajar y desarrollar, como tu respiración y que tus notas sean más estables— su sonrisa desapareció sintiéndose triste —no te preocupes, por eso estudiarás aquí, mejorarás tu técnica y aprenderás cosas nuevas, pequeña.

Entonces la niña volvió a sonreír más radiante que nunca, bajó del escenario corriendo hacia sus padres quienes se encontraban viéndola sentados en las butacas.

—¡papi mami!, ¡me aceptaron!— exclamó contenta aplaudiendo y saltando, el conservatorio era muy estricto y selecto con sus alumnos, no cualquiera entraba, necesitabas talento y demostrar que verdaderamente merecías un lugar allí. Pocos lograban ingresar y ella lo había conseguido.

—si mi amor, lo lograste— dijo su padre levantándose y tomándola en brazos sintiéndose al igual que su madre realmente orgullosos de su hijita.

—esto amerita un festejo, ¡iremos por helado!— replicó la madre a lo que la chiquilla soltó un gritito de alegría —¡oh no espera!, no puedes tomar helado porque acabas de cantar— y de nuevo se entristeció —pero... Pasaremos a la pastelería y compraremos tu postre favorito, ¿de acuerdo?

Él seguía mirándola hasta finalmente perderla de vista, por hoy no vería más a su pequeña, sin embargo, de ahora en adelante la vería todos los días. Al fin había encontrado un motivo para continuar, un rayito de luz en su profunda oscuridad.

El misterio del teatro Vasconcelos Where stories live. Discover now