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capítulo uno ★ alas quemadas
❛ told you not to worry, but maybe that's a lie. honey what's your hurry, won't you stay inside? ─ ilomilo; billie eilish.
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MUSUTAFU ★ ABRIL 2O29.
Una brisa frescase inmiscuyó a través del ventanal semi-abierto, oscilando sus oscuros mechones a su compás. No enfriaba, sólo relajaba. La estación primaveral solía emitir corrientes apacibles como aquellas, que mejoraban el ambiente de la zona y balanceaban los pétalos de los árboles de cerezo de un lado a otro. La transición de temporadas se remarcaba por el auge de la flora y los vivaces colores que ahora habitaban las calles. El invierno ahora sólo era un recuerdo de antes de marzo, y el entretiempo, la primavera, el esplendor y la juventud es lo que abarcaba el clima: dando paso a un nuevo año escolar.
—¡Shi-chan, Shi-chan! —exhausto exclamó su hermano menor apoyándose con talante dramático en el marco de la puerta del dormitorio.
Había corrido por toda la casa hasta su habitación con el mero propósito de despertarla e ir de compras al súper-mercado con ella, y de paso a la tienda de cómics y figuras de la esquina.
Al no recibir respuesta con los primeros llamados, optó por aproximarse y zarandearla. Consiguió ver su rostro, antes tapado por su melena, y ahora enturbiado por una expresión agitada. Logró divisar entonces las características marcas de manos de sus pómulos.
Éstas emanaban luz, es decir, brillaban. Este fenómeno sólo sucedía cuando sufría alguna emoción fuerte, física o sentimental. Hiroyuki sabía esto, es por eso que decidió sentarse en el suelo y esperar a que la fémina abriese los ojos. Había leído por algún lado que no era bueno despertar a las personas cuando éstas estaban pasando por un mal sueño. Además, ya no era sólo por dicha información que halló en alguna página de internet no fiable, sino por el entorno que le rodeaba: el dormitorio de su hermana mayor se encontraba totalmente desordenado, las escasas pertenencias que tenía sobre su estantería desparramadas por el piso, su mochila abierta con los libros tirados por cualquier lugar que pueda llegar a imaginar, e incluso, cajones abiertos y desorganizados por dentro. Cuando Shina tenía pesadillas de algún tipo, su singularidad se activaba y destrozaba todo lo de su alrededor sin que ella se percatase, y, para ser honesto, él no quería mencionarlo, pero sí le daba algo de miedo.
