[•6•]

413 37 44
                                    

Con el pasar de los años, las clases con Runsra se había vuelto lo peor, si en su niñez eran una pesadilla, ahora eran un infierno total

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.




Con el pasar de los años, las clases con Runsra se había vuelto lo peor, si en su niñez eran una pesadilla, ahora eran un infierno total. Los castigos cada vez eran más frecuentes y por razones aún más absurdas. No importaba cuantos ungüentos usara Tsireya ni cuantas veces lavara la herida. Esta había parado de sanar.

Unos días atrás la infección en su mano volvió, aguda y punzante tal y como la recordaba. El no dijo nada, solo aguantó el dolor, era el hermano mayor, debía ser fuerte. Ser el ejemplo.

"Quizá ya no tengo cura, quizá estoy tan roto que es imposible que alguien pueda ayudarme, quizá estoy tan lastimado que estoy muriendo por dentro"

No se imaginaban que hoy sería el peor día de todos.

—¡Ao'nung!— la voz alarmada de su hermana lo despertó, lo sostenía por los hombros mientras su cara transmitía angustia —Ay por favor ¡Ao'nung!—.

Abrió sus ojos lentamente, con tremenda pesadez. No había dormido bien. Y definitivamente no quería recordar el por qué.

Se sentó llevando una mano a su cabeza ante el mareo que le atacó —¿Qué ocurre Reya?— preguntó soltando un quejido. Sus ojos quemaban.

—Ya es tarde— informó ella mordiéndose el labio.

—¿Y?—.

—Ao'nung ¿en dónde tienes la cabeza?— le sacudió por los hombros —¡Toca clase con Runsra!—.

Los ojos del heredero se abrieron en miedo, se levantó rápidamente mientras se amarraba el pelo en un molote mal echo. Ya no había tiempo de trenzarlo.

Otro mareo hizo que sus piernas flaquearan, Tsireya le sostuvo con prisa mientras lo veía a los ojos, estos estaban rojos, como si hubiese estado llorando por horas —¿Estás bien?— preguntó aún sin soltarlo. Jamás lo haría.

—Si— aseguró.

—Hermano— lo llamo con un poco más de dureza —¿Haz estado comiendo bien?—.

—Si, por supuesto que si Reya ¡Desayuno, como y ceno contigo!— exclamó —¿Qué clase de pregunta es esa?—.

Tras hacer una mueca preocupada, la joven llevó una de sus manos a la frente de su hermano. Sus ojos quisieron cristalizarse cuando notó que estaba ardiendo en fiebre.

Una presión se instaló en su pecho, llevó una mano a la mejilla ajena, sintiéndola quemar, su rostro podía verse más pálido, y el azul de sus perlas había perdido aquel brillo cristalino que le caracterizaba desde pequeño —Ao'nung, por eywa, estás ardiendo en fiebre— 

El mayor sonrió, tratando de restarle importancia al asunto —No te preocupes, estaré bien, vamos con Runsra que de por si por mi culpa se nos ha echo tarde— dijo, comenzando a avanzar.

  Quédate conmigoWhere stories live. Discover now