𝐋𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈. 𝐌𝐚𝐝𝐫𝐮𝐠𝐚𝐝𝐚𝐬

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En estas madrugadas solitarias sentadaen el frío piso me doy cuenta que no haynada más que mi deseo de estar bailandocontigo, pero estoy tan destruida quedicen que que no hay arreglo para mí

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En estas madrugadas solitarias sentada
en el frío piso me doy cuenta que no hay
nada más que mi deseo de estar bailando
contigo, pero estoy tan destruida que
dicen que que no hay arreglo para mí.

Estoy observando el jardín que me dejó
mi madre, pero tengo la mirada perdida y
todo es tan doloroso, la felicidad es como
esa mariposa a la que no puedo atrapar,
solo apreciarla desde lejos como a ti,
porque si la toco le haré daño y no podré
vivir con eso, mi mente ya ha
tenido demasiado.

𝐒𝐔𝐏𝐋𝐈𝐂𝐈𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐏𝐄𝐑𝐃𝐈𝐃𝐀Where stories live. Discover now