CAPÍTULO 14

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2 años antes







Taehyung estaba encerrado en su habitación, como era costumbre desde que se mudó a Daegu.

Aquella energía desbordante que solía tener quedó en el olvido, con su acabado y puro corazón. La depresión había inundado todo su cuerpo, no tenía ganas de nada, solamente tenía ganas de llorar, llorar hasta quedarse profundamente dormido, llorar hasta no sentir ningún parte de su cuerpo y desvanecer —aunque fuese solo un poco— su dolor. Se odiaba por ser tan débil, lo odiaba a él por haberlo utilizado.

Su madre estaba muy preocupada por su hijo, desde que se mudaron Taehyung no había vuelto a mostrar su radiante sonrisa. A Jessica le dolía mucho haber perdido una parte de su adorable bebé.








Taehyung lloraba silenciosamente de nuevo mientras escondía su rostro entre sus rodillas. Todo le dolía, todo le resultaba absurdo y estúpido, no quería seguir sufriendo por alguien a quien no le importaba ni siquiera memorizar su nombre. A causa de sus encierros, había perdido peso por la depresión que había adquirido gracias a Jungkook; ahora toda su ropa le quedaba enorme, pero no le importaba.

Jungkook una vez dijo que él jamás sería hermoso; lloró más fuerte al recordarle. Jungkook era la persona que, a pesar de haberle dañado, más amaba.

—Tae… —La delicada voz de su madre se oyó al otro lado de la puerta. Este no respondió, quería estar solo, no quería que le vieran en su miseria—. Por favor, abre, te tengo una sorpresa.

El castaño bufó, si no era un cuchillo con el cual pudiera cortarse la garganta no le importaba.

—Mi amor… —De nuevo la voz de su madre se oyó, para ella ya era común que le ignorara por mucho tiempo pero, sin dudas, esto no podía esperar.

—¡Ve-vete! —Su voz sonó rota, lastimera. Se dio vuelta en la cama para así darle la espalda a la puerta, no quería ver ni oír nada, simplemente quería desaparecer.

Pasaron varios minutos en los que trataba desesperadamente quitarse las molestas lágrimas, oyó la puerta de su habitación abrirse; tomó una de sus almohadas y, sin mirar, la aventó a la persona que había entrado a su deprimente habitación.

—¡La-laaaargo! —gritó desgarradoramente la garganta, quería estar solo, merecía sufrir solo. ¿Por qué nadie quería entender eso? Después de todo, el ingenuo era él y nadie más. Tenía fuertemente lo ojos cerrados, no quería que más lágrimas salieran de sus ojos, no quería que le vieran destrozado.

Después de unos segundos de silencio, Taehyung al fin abrió los ojos cuando se sintió rodeado por una calidez familiar, una que había extrañado desde el momento que se fue de Seúl.

Jimin estaba abrazándole.

Taehyung estaba, sin dudas, sorprendido pero estaba más necesitado de aquel protector calor; había extrañado tanto a Jimin que comenzó a llorar nuevamente. El mayor se acostó con Taehyung en brazos en su cama. Jimin no pudo evitar sentirse culpable al ver que su menor había perdido bastante peso, su esencia iba desapareciendo y eso le lastimaba, porque en todo el año que no le vio fue una tortura para su frágil corazón.

El menor significaba mucho para Jimin y perderlo por un ególatra imbécil en verdad le dolía al rubio. Ahorró lo necesario para ir a verle a Daegu y, ciertamente, Jimin se cuestionó por qué hacía demasiadas cosas por el menor, simplemente llegó a la conclusión de que sus sentimientos eran demasiado fuertes para llegar a aquellos extremos.

¿Qué se siente estar en mi lugar? •KookTae•Where stories live. Discover now